domingo, septiembre 01, 2019

Y aún dicen que el pescado es caro


O: mujer es

Hay veces que las cuestiones personales, o mejor, las historias que uno vive en su entorno, adquieren un tinte universal. O no.

Hace ahora 19 años y después de pagar todas las tasas pertinentes correspondientes a dos años de cursos de doctorado, así como después de desarrollar la correspondiente tesis doctoral (durante ese mismo periodo de dos años), mi mismo director de tesis se negó a dejarme presentar la tesis ante el tribunal correspondiente. Y lo hizo a una semana de su lectura programada y con el tribunal elegido. Su argumentos fueron inevitablemente estúpidos, pues tuvo dos años para avisarme de ellos y sin embargo esperó a hacerlo exactamente una semana antes de la lectura de la tesis. Maldad, es mi teoría. Lo llamaremos X, un profesor/catedrático con fama de depredador sexual. De hecho son muchas las personas con las que me he cruzado desde hace esos 19 años que prácticamente sólo me han hablado de eso respecto a su actividad docente, de su afición a las alumnas.

Mutatis mutandi
Hace un tiempo una buena amiga se explayó hablándome de su entrenadora física, su monitora de gimnasia. Se trata de una mujer separada oficialmente desde hace años y con un novio actual 10 años menor que ella, concretamente un cubano que, según la misma monitora la quiere con locura. La cuestión es que ella no se siente tan enamorada de él como al parecer su musculoso y joven novio cubano de ella. Según la misma monitora éste se porta de maravilla en todos los sentidos, es trabajador, bueno y además se preocupa mucho por ella y por su hijo, un chaval de 17 años. Pero ella... cómo decirlo... conoció a un tipo hace algún tiempo en Córdoba del que ni su cabeza ni su cuerpo logran desprenderse, como según ella misma cuenta. Tal y como me traslada mi amiga en animada conversación, su profesora de estiramientos siente una inevitable y fatal atracción por aquel tipo cordobés con el que, aún y aisladamente, mantiene intensas relaciones sexuales. Es más, aprovecha cualquier excusa para ir a Córdoba con las más variopintas explicaciones. Su pareja, el apañado cubano 10 años menor que ella, se queda con el hijo de ella y le hace la comida todos los días. La explicación que le da a mi amiga es que ese tipo cordobés es un tipo “extremadamente pervertido que le pone de una forma impresionante” y que tiene con él unas “relaciones sexuales absolutamente adictivas”.

Hace menos tiempo, es decir, un año después, mi amiga me ha contado que el hijo de su monitora aeróbica, de (ya) 18 años, se encuentra manteniendo una relación sexual con su profesora de Lengua que casi le triplica la edad y que se encuentra casada (emparejada). Y que debido a la cortedad mental de su hijo es ella misma, la propia monitora, la que escribe los mensajes telefónicos de ese su hijo cuando éste tiene algo romántico que decirle a su profesora de Lengua. Me lo cuenta mi amiga un tanto desconcertada, pues, como yo, no entiende que una madre se inmiscuya en esas cosas y de forma tan directa. Así, una mujer con pareja estable pero atraída fatalmemte por un pervertido -con el que mantiene esporádicas y necesarias relaciones sexuales- le escribe a su inepto -pero espabilado- hijo los mensajes de amor destinados a una mujer casada pero 25 años mayor que él.

Da capo
La profesora de Lengua que se folla al hijo de la monitora aeróbica es la mujer del profesor/catedrático que me la jugó hace 19 años. Le pregunto a mi amiga cómo es posible que una mujer adulta y culta mantenga relaciones sexuales con un chaval más bien cortito. Su respuesta es rápida y contundente porque la conoce, se lo ha contado su propia monitora: “porque mi hijo le pega 5 polvos seguidos”.

Y después dicen que el pescado es caro.

O: mujer es.

No hay comentarios: