O: mujer es
Hay veces que las
cuestiones personales, o mejor, las historias que uno vive en su
entorno, adquieren un tinte universal. O no.
Hace ahora 19 años y
después de pagar todas las tasas pertinentes correspondientes a dos
años de cursos de doctorado, así como después de desarrollar la
correspondiente tesis doctoral (durante ese mismo periodo de dos
años), mi mismo director de tesis se negó a dejarme presentar la
tesis ante el tribunal correspondiente. Y lo hizo a una semana de su
lectura programada y con el tribunal elegido. Su argumentos fueron
inevitablemente estúpidos, pues tuvo dos años para avisarme de
ellos y sin embargo esperó a hacerlo exactamente una semana antes de
la lectura de la tesis. Maldad, es mi teoría. Lo llamaremos X,
un profesor/catedrático con fama de depredador sexual. De hecho son
muchas las personas con las que me he cruzado desde hace esos 19 años
que prácticamente sólo me han hablado de eso respecto a su
actividad docente, de su afición a las alumnas.
Mutatis mutandi
Hace un tiempo una buena
amiga se explayó hablándome de su entrenadora física, su monitora
de gimnasia. Se trata de una mujer separada oficialmente desde hace
años y con un novio actual 10 años menor que ella, concretamente un
cubano que, según la misma monitora la quiere con locura. La
cuestión es que ella no se siente tan enamorada de él como al
parecer su musculoso y joven novio cubano de ella. Según la misma
monitora éste se porta de maravilla en todos los sentidos, es
trabajador, bueno y además se preocupa mucho por ella y por su hijo,
un chaval de 17 años. Pero ella... cómo decirlo... conoció a un
tipo hace algún tiempo en Córdoba del que ni su cabeza ni su cuerpo
logran desprenderse, como según ella misma cuenta. Tal y como me
traslada mi amiga en animada conversación, su profesora de
estiramientos siente una inevitable y fatal atracción por aquel tipo
cordobés con el que, aún y aisladamente, mantiene intensas
relaciones sexuales. Es más, aprovecha cualquier excusa para ir a
Córdoba con las más variopintas explicaciones. Su pareja, el
apañado cubano 10 años menor que ella, se queda con el hijo de ella
y le hace la comida todos los días. La explicación que le da a mi
amiga es que ese tipo cordobés es un tipo “extremadamente
pervertido que le pone de una forma impresionante” y que
tiene con él unas “relaciones sexuales absolutamente adictivas”.
Hace menos tiempo, es
decir, un año después, mi amiga me ha contado que el hijo de su
monitora aeróbica, de (ya) 18 años, se encuentra manteniendo una
relación sexual con su profesora de Lengua que casi le triplica la
edad y que se encuentra casada (emparejada). Y que debido a la
cortedad mental de su hijo es ella misma, la propia monitora, la que
escribe los mensajes telefónicos de ese su hijo cuando éste tiene algo romántico que decirle a su profesora de Lengua. Me lo cuenta mi
amiga un tanto desconcertada, pues, como yo, no entiende que una
madre se inmiscuya en esas cosas y de forma tan directa. Así, una
mujer con pareja estable pero atraída fatalmemte por un pervertido
-con el que mantiene esporádicas y necesarias relaciones sexuales-
le escribe a su inepto -pero espabilado- hijo los mensajes de amor
destinados a una mujer casada pero 25 años mayor que él.
Da capo
La profesora de Lengua que
se folla al hijo de la monitora aeróbica es la mujer del
profesor/catedrático que me la jugó hace 19 años. Le pregunto a mi
amiga cómo es posible que una mujer adulta y culta mantenga
relaciones sexuales con un chaval más bien cortito. Su respuesta es
rápida y contundente porque la conoce, se lo ha contado su propia
monitora: “porque mi hijo le pega 5 polvos seguidos”.
Y después dicen que el
pescado es caro.
O: mujer es.
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