lunes, enero 30, 2012

El 15M y el Pensamiento Tuit

Tenían las circunstancias a su favor y contaban con las mejores de las condiciones posibles.

La hecatombe del país era tan grosera que no se comprende cómo tardó tanto en manifestarse una queja masiva. Quizá valga la pena preguntárselo varias veces antes de continuar leyendo. El caso es que con el 15M se dieron las condiciones más favorables para una revuelta. Así que quizás también valga la pena preguntarse por qué fracasó.

Porque, en efecto, la hecatombe sobre la que estábamos viviendo en España no era el producto de una mala gestión, que también, sino el producto de un clima… moral. El Pensamiento Académico llevaba años conculcando un individualismo desalmado, la Clase Política inoculando la mentira como una forma de verdad y las Narraciones Audiovisuales Televisivas glorificando la maldad. Un individualismo que vino muy bien a todos los que preferían quejarse antes que asumir responsabilidades; unas mentiras que el individuo aceptó para poder justificar las suyas; y una maldad que resultaba ser rentable además de decorativa. Así pues, las condiciones para que triunfara una revuelta masiva se encontraba lastrada por el mismo mal que había configurado la hecatombe. O por decirlo de otra forma, la hecatombe había sido configurada con “nuestro” beneplácito; o con nuestra connivencia. Cuando yo decía que “los políticos somos nosotros” (y se me enfadaban muchos por ello) es porque estoy absolutamente convencido de que la hecatombe de nuestro país se debe a que los políticos somos nosotros. Un Libre Mercado sin control cenital de ningún tipo es una cosa, pero un Libre Mercado carente de principios éticos a línea de tierra es otra. Los sindicalistas compran en los chinos y a los ecologistas más radicales no les falta ni el coche ni el aire acondicionado. Las Universidades ya hace años que renunciaron al desarrollo del Pensamiento, entre otras cosas porque descubrieron las ventajas económicas que proporcionaba un “pensamiento neoliberal”, esto es, un pensamiento al servicio del bolsillo de doctores y catedráticos.

En estas circunstancias, un movimiento como el 15M se hacía necesario, pero a su vez resultaba difícil de imaginar. Entre otras cosas porque para imaginarlo había que esperar, primero algún tipo de pensamiento profundo, y segundo, y más importante, un pensamiento que siendo profundo pudiera ser estructurado, organizado y difundido. Ante esta afirmación habrá más de uno que se pregunte, ¿pero qué es eso del pensamiento profundo? Y habrá más de otro que diga con mueca de desprecio, ¿pero quién se ha creído éste para determinar qué es o no profundo; o siquiera para calificar de débil a “nuestro” pensamiento? La respuesta se encuentra en la misma incapacidad manifiesta de propagación del movimiento, que fracasó aún teniendo a su favor el arma más poderosa de las posibles: internet, la posibilidad de la comunicación TOTAL.

Habría que matizar que el fracaso ha sido fundamentalmente un fracaso de la juventud. El 15M fue una respuesta masiva y variopinta, es cierto, pero es sólo en la juventud donde pudo depositarse la verdadera esperanza, primero porque son ellos los representantes del futuro (que es más suyo que de los otros) y segundo porque son ellos los que se mueven por el espacio virtual con plena y absoluta naturalidad. Los verdaderos motivos del fracaso apenas son analizados en esta España cainita que es la cuarta potencia del mundo en el consumo de videojuegos. A nadie le interesa analizarlos, no vaya a ser que las conclusiones exigieran, como primera medida real y no pancartera, una lucha sin piedad contra, por ejemplo, las compañías de teléfonos móviles en particular y de telecomunicaciones en general. Cualquier cosa antes que prescindir del teléfono; es decir, cualquier cosa antes que comenzar prescindiendo del teléfono. Así, podrá parecer una tontería, pero mientras los jóvenes tengan padres que se hagan cargo de sus facturas de telefonía no habrá nada que hacer.

Por otra parte se ha conculcado a los jóvenes un espíritu de exigencia para con los demás que no cuadra con la dejadez que muestran de sí mismos (el hecho de que carezcan de fundamentos para argumentar no les impide ser categóricos en sus afirmaciones). Por acudir a una nomenclatura decimonónica pero eficaz: se les insta a exigir sus derechos pero no se les exige deber alguno. De ahí que, en su época de “aprendizaje”, esa época que caracteriza a todo estudiante por ser un ignorante predispuesto a dejar de serlo, se les haya dejado elegir las asignaturas que conforman su conocimiento; un conocimiento, pues, elaborado “desde” el desconocimiento; un conocimiento que además deberá inevitablemente enfocarse al inflexible mercado laboral; un mercado laboral envenenado por las comodidades que comporta un sistema configurado a partir de un individualismo desalmado que acepta la mentira como forma de verdad y que tiene a los malvados como ejemplos de comportamiento.

Hace 5 años esos jóvenes (universitarios o no) eran adolescentes a los que se les consentía escribir haciendo un uso laxo de la gramática y con innumerables faltas de ortografía. Y hace 10 años eran niños cuya formación humanística se saldaba con la expresión corporal y el conocimiento del medio. Es cierto que esos niños-jóvenes son víctimas de un sistema ajeno a ellos, pero es precisamente por ello por lo que deberían tomarse en serio la rebelión y las barricadas. Y olvidarse de tanta descarga, de tanto "muro" y de tanto Pensamiento Tuit.

domingo, enero 15, 2012

Mentiras e impudicia

Negar la existencia de la verdad es dar manga ancha al sentimentalismo, ¡bobo!, -le dije-.

Post Scriptum. La primera en la frente. La primera declaración del nuevo y recién estrenado Presidente de Gobierno se corresponde con una MENTIRA. Su desconocimiento del decimal exacto respecto al déficit real no es causa suficiente para rechazar el término mentira en toda su extensión. Así, primera declaración, primera mentira. Y no pasa nada. Absolutamente nada. ¿De qué sería señal?, ¿qué señalaría el hecho de que la mentira campe a sus anchas sin obstrucción alguna en la política española? De hecho se miente, desde hace unos años, constantemente desde todas las instancias políticas que detentan poder. Y si se miente, y además con descaro y desfachatez, es precisamente porque la mentira es, ya, absolutamente inocua.

La cosa no resulta fácil de entender: Rajoy no sólo miente sino que además sabe que “todos” saben que se trata de una mentira. O dicho de otra manera: Rajoy sabía que resultaba perfectamente despreciable la cantidad de gente que podría creer (la verdad de) su afirmación y eso no le impidió pronunciar la mentira. Así, curiosamente, la mentira como una estrategia segura respecto al fin que se prevé: el del inmovilismo de la sociedad; pero no una sociedad cualquiera, sino una sociedad que se sabe gobernada por la mentira. Y que no le importa. Rajoy ha mentido, en definitiva, porque sabe que además de inocua la mentira política es, en un país adocenado intelectualmente, invencible. Rajoy ha mentido porque sabe que ya nadie quiere saber nada de la razón.

Rajoy sabe, como saben todos los políticos de esta España infausta, que el ciudadano no quiere argumentos razonados… porque no es la “razón” lo que se le ha inculcado y por lo tanto no está preparado para ello. Las humanidades fueron desapareciendo del mapa escolar al mismo tiempo en que se imponía la Corrección Política impuesta fundamentalmente desde un Sistema Académico hipócrita. Razonar es una pérdida de tiempo en un mundo que sólo admite UNA opinión pública. Razonar es una pérdida de tiempo en un mundo que se adapta a la demanda de las empresas; una pérdida de tiempo en un mundo regido por lo mercantil (¡Ay Bolonia!). Rajoy, sabe, como saben todos los políticos, que a falta de otras cosas en España se argumenta por sentimiento. O sea, no se argumenta.

El Sistema Académico Español lleva años desprestigiando la Verdad a instancias de una suerte de relativismo que fue importado, a su manera, de una metodología de campus universitario anglosajón. Pero dadas las características continentales de España y dados sus particulares condicionantes de estulticia intelectual históricamente cotejada, importó ese relativismo burlándose de la filosofía analítica y convirtiendo los estudios culturales en un juego para doctorandos y medradores españoloides. Un despropósito. Y de ahí que el relativismo español contenga características propias y de ahí que, por ello, podamos hablar de un relativismo folklórico, o de un relativismo de castañuelas. Que no es otro que un relativismo que no conformándose con despreciar la Verdad, se decide por la defensa a ultranza de la mentira. El proceso es complejo y digno de estudio porque en principio una cosa no lleva, al menos necesariamente, a la otra. En cualquier caso, un mundo en el que todas las opiniones valen lo mismo es un mundo perfectamente preparado para que reine la mentira. La mentira es invencible aunque sea sólo porque se basta a sí misma para ser. La mentira es la única verdad (rentable) en un mundo sin verdades. Ya no se trata de convencer mediante la razón o el embelesamiento (Teodoro y Apolodoro) porque ambas posibilidades exigen aún un esfuerzo argumentativo que ya nadie contempla. A la mentira, sin embargo, sólo le hace falta ser pronunciada para imponerse y triunfar. Y triunfará mientras el ciudadano prefiera creer que todas las opiniones valen lo mismo.

La perversidad de la Corrección Política consiste en eso, en haber generado su necesidad entre quienes no pueden renunciar a ella aún cuando se encuentren perjudicados por ella. El ciudadano español soporta el alud de mentiras constantes de sus dirigentes porque ante la tesitura que se le plantea prefiere creer que sus opiniones valen lo mismo que las de cualquier otro. Renunciando con ello a la otra vía, la de creer que hay verdades más verdaderas que otras. Mientras esa preferencia se encuentre instalada en la Opinión Pública la mentira campará a sus anchas. Y predominará el sentimentalismo.