viernes, junio 14, 2019

Periodismo basura


Miedo a la libertad

Poco antes de que pasara nadie sabía nada al respecto. Poco después de que sucediera no sólo todos sabían de lo que hablaban sino que, curiosamente, todos pensaban lo mismo. “¿Cómo es posible?, me dije a mí mismo, ¡a quién si no! “Cosas de lavadura de cerebro”, me contesté; aunque también pensé: “cosas del adoctrinamiento ejercido desde las clases dirigentes en perfecta connivencia con los medios de comunicación”. Si bien es cierto que poco después acabé reconsiderando mi conclusión y me dije definitivamente, a mí mismo, claro, a quién si no: “qué fácil lo tienen los poderes fácticos con tanto imbécil”. Y ahí me quedé. Insultando por la cuenta que me trae.

Así que volvamos al comienzo, poco antes de que pasara nadie sabía nada al respecto, decía. Cierto: antes de que en los telediarios apareciera la noticia “Hoy comienza a aplicarse la Nueva Ley que exige fichar a todo trabajador en sus respectivos trabajos” nadie sabía nada de nada del tema. Pero nada de nada. De ahí el desconcierto masivo del “personal” en sus puestos de trabajo. Sin embargo, después de dar esa noticia aparecían, en esos mismos telediarios, montones de entrevistados que consultados acerca de la nueva Ley no dudaban en darle la bienvenida e incluso en alabarla. Así, 1, todos tenían opinión, 2, su opinión era la misma y 3, además su opinión respecto a la pertinencia de la Ley era muy positiva. ¿Por qué?, se preguntará más de uno. ¿Cómo es posible que existiera tanto acuerdo, tanto consenso, sobre todo ante algo de lo que nadie sabía nada unas horas antes? ¿Algo, además, que podría haberse entendido fácilmente como un tejemaneje mas bien incómodo (por no decir pernicioso) para todos?

Pues fácil: porque en la presentación de la noticia y, claro está, en el cuestionario dirigido a los azarosos viandantes, existía una explicación previa que indicaba que la Nueva Ley se había creado “para eliminar por fin con la indecencia de las horas extras mal (o no) remuneradas”. Es decir, a la gente entrevistada se le reconducía, desde ese periodismo basura que se encuentra vendido a la casta política, a tener una opinión concreta sobre la Nueva Ley que vendría predeterminada por aquello que la debería justificar... a partir de una solicitada Justicia Social. O por decirlo de otra forma, me resulta difícil creer que tanta (toda) gente estuviera encantada con una medida tan controladora y vigilante si no es porque previamente se le había lavado el cerebro conculcándole la conveniencia de una sociedad más justa (sic). Así, a nadie se le ocurrió que podía tratarse de un -nuevo- Sistema de Control impuesto con el único fin de constreñir las libertades individuales y por supuesto la libertad de Lo privado (no olvidemos que no es sólo una medida creada e impuesta para funcionarios sino que es de obligada implantación en cualquier empresa privada). Una medida, una Ley, que gracias a los medios de comunicación estaba siendo aplaudida desde el principio y por todo el mundo.

Decía, “qué fácil lo tienen los poderes fácticos con tanto imbécil”. Cierto.

Ahora visualicen esta escena por favor:

un empresario le dice a su trabajador cuando acaba su jornada laboral, “¿Hace usted el favor de fichar?” A lo que el encantador trabajador contesta mientras ficha, “Por supuesto, es mi obligación”. Y acto seguido le dice el empresario a su trabajador encantado (por liberado de las garras del mal gracias a la Nueva Ley), “Gracias, y ahora haga usted el favor de volver a su puesto de trabajo y seguir trabajando 2 horitas más... a no ser, claro, que prefiera entrar unos minutos en mi despacho”.

Qué fácil lo tienen los poderes fácticos con tanta gente carente de pensamiento crítico, con tanta gente alienada por su propia autoexplotación; con tanto periodismo basura; con tanto imbécil.

Post Scriptum. Han empezado a cambiar la interfaz de las máquinas que expenden tickets para poder aparcar en la zona azul. Antes sólo tenías que poner monedas y salía el ticket por la ranura. Ahora hay que introducir la matrícula de tu coche y esperar que la máquina haga “sus comprobaciones”. Seguro que alguien dará una explicación convincente para que todos los que pierden el tiempo (además del dinero) con los tejemanejes acaben pensando que lo hacen por nuestro bien.

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