Premisa
I. ¿Qué sería la Libertad? Según Hobbes “un hombre libre es
quien en las cosas que por su fuerza o ingenio puede hacer no se ve
estorbado en realizar su voluntad”. Y Bergson dice que “somos
libres cuando nuestros actos emanan de nuestra personalidad entera,
cuando la expresan, cuando tienen con ella la indefinible semejanza
que se encuentra a veces entre la obra y el artista”. La Libertad
es, tal y como apuntaba Sartre, la capacidad permanente de decir sí o
no. Para la Filosofía el sentido primero del concepto Libertad dice
“estado de la persona que no se encuentra en una situación de
esclavitud, de servidumbre, etc.”
Otra
cosa sería dilucidar acerca de cuántos son los que verdaderamente
desean ser libres.
Premisa
II. ¿De quién es la Cultura? Porque la Cultura es algo, y si es
algo es de alguien. No hay otra; la Cultura sólo puede ser una
abstracción desde la filosofía, la sociología, la lexicografía,
etc., pero más allá de definiciones la Cultura no puede ser otra
cosa que “las producciones” que nos llegan en nombre de la
Cultura, del concepto Cultura. Y en este sentido la Cultura es, desde
hace ya un tiempo, de quien la paga, de quien la hace posible, de
quien paga esas producciones que configuran lo que determina el
concepto Cultura. De quien las paga; o mejor: o de quien facilita la
emergencia de todas esas producciones de las que podrá considerarse
su benefactor. O pagando la totalidad o aportando las subvenciones
que haga falta.
Conclusión.
Todo aquel que reclame un amo debe saber que con tal reclamo lo que
hace es renunciar a su libertad (aunque esto ya lo sabían todos los
artistas antes de la Pandemia). Por tanto todo aquel que por
necesitar un Amo trabaje para él sólo podrá ser un esclavo, su
esclavo. Lo que no quita que ese esclavo pueda y deba reclamar, al
mismo tiempo, las condiciones mínimas que el Amo le ha estado
prometiendo desde hace años, más allá de que la renuncia a la
Libertad sea, como decimos, el precio que necesariamente deba seguir
pagando. Así que: adelante con los apagones y con las quejas y con
las demandas.
Lo
único que simultáneamente habría que también exigirles a los
artistas es que ya no vayan más de libres y necesarios. No se puede
ser libre si se está al servicio de quien te paga, no se puede ser
libre si por depender de tu Amo no puedes ser otra cosa que su lacayo.
Ah,
y también deberán renunciar a creerse influyentes además de necesarios, porque por ser lacayos de sus Amos sólo podrán decir lo
que sus Amos les dejen. Hay quienes creen que es a la casualidad a
quien debemos que el discurso de los artistas se parezca tanto al de
las Instituciones que los financian y subvencionan. En fin. Ahora
bien, si os ponéis al servicio de vuestro Amo no vengáis después
diciendo que el mercado no os quiere.
Así que tal y como decía, otra sería dilucidar acerca de cuántos son los que verdaderamente desean ser libres.
Así que tal y como decía, otra sería dilucidar acerca de cuántos son los que verdaderamente desean ser libres.
1 comentario:
Yo sé de uno que se reconoce estafador y lacayo pero que no por ello pierde el sueño. La libertad, para algunos, consiste en vivir a la sopa boba y sin rechistar.
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