domingo, octubre 13, 2013

Sería gracioso si no fuera por lo patético

Respecto a las decisiones que todo individuo toma en tanto que usuario (“comprador”) de un posible producto cultural hay algo que por lógico suele ser habitual. En términos coloquiales podría ser traducido como “de qué va”. Cuando alguien toma la decisión de comprar un libro o de ir al cine hay una necesaria labor de escrutinio que atiende fundamentalmente al conocimiento aproximado sobre el asunto y el tema. Aún en el caso de que el deseo pudiera suscitarlo la autoría del artefacto cultural (un determinado escritor o un director concreto)  podría decirse que son despreciables los que abordan la “compra” de un artefacto cultural sin haber querido saber previamente “de qué va la cosa”. Así, tendría serios problemas de venta una cartelera de cine que sólo diera información acerca del título y de la ficha artística de las películas. Puede por tanto afirmarse que todo evento cultural que requiera necesariamente de público necesitará explicarse para su búsqueda de espectadores. Más allá de la ficha artística los espectadores de cine necesitan saber de qué va la película para poder entra en la sala, y los lectores de libros tirarán de contraportada o del boca a boca para tomar su cara decisión, pero desde luego se me hace difícil concebir lectores que lean a golpe ciego de tirón librero.  

Sirva pues este post para señalar las abismales diferencias que siguen existiendo, pese a quien pese, entre las formas de explicarse de los diversos medios de expresión artística por lo que a su captación de público expectante se refiere. Por mucho que el Sistema del Arte diga querer acoger en su seno todas las disciplinas creativas cada vez que se le tacha de elitista, la verdad es que después no puede evitar el hacer un titánico esfuerzo por distinguirse y separarse de aquello que considera más bien “popularachero” y facilón.  Así es como en los suplementos culturales siguen existiendo compartimentos estanco para hablar de cine, de teatro, de literatura… y de arte. De la misma forma que existen revistas especializadas para cada medio y ninguna que los abarque a todos en nombre de algo que los aúne. Al arte le gustan sus maneras, que no se parecen ni por asomo a las del cine o la literatura. El arte no gusta de presentarse con algo que no sea clara y específicamente arte. Una Feria de Arte es una Feria de Arte y punto.

Por otra parte cabe decir que así como el cine es plenamente consciente de los cambios que se están produciendo en su seno, ya sea tanto en lo que respecta a la financiación como a la producción, a la distribución y al mismo visionado, el arte sigue anclado en unas formas de expresión y exhibición propias de una pasado claramente periclitado. Unas formas rancias que sólo dan cuenta de un desfase del que nadie parece ser consciente. Quien se pasee por Madrid y necesite una guía del ocio con el fin de programar su tiempo cultural puede encontrarse con estos textos pertenecientes a sendas a exposiciones que se exhiben en Centro de Arte Reina Sofía. (Y no hará falta decir que los textos de estas publicidades explicativas los proporcionan siempre los propios interesados). Así, ante nuestra pregunta “¿de qué va tal o cual exposición?” con el fin de poderla visitar, la guía del ocio o el panfleto especializado nos responde:

Ciudadano paranormal. “Gabriel Acevedo Velarde presenta sus trabajos más recientes sobre el espacio intermedio entre institución y subjetividad individual, en una serie de alegorías sobre el binomio masa y poder”.

Las fieras. “María Ladova utiliza en esta ocasión fotografía, escultura y lenguaje para ofrecer una colección de inquietantes instalaciones sobre la acción interrumpida y los límites difusos”.

Poética(s) de lo inacabado. “Investigación artística en torno al proyecto inacabado de la cineasta Maya Deren en Haití para dar un nuevo significado a estas obras inacabadas”.

One true Art – 16 respuestas a la pregunta qué es el arte.” Experimento artístico performativo que invita a reconsiderar la noción del arte desde lo metafísico a lo económico o lo político”.


Como puede verse el arte no ceja en su empeño de seguir siendo eso que, por pereza o por inercia o por intereses, no quiere dejar de ser. Aun cuando ésta pudiera considerase la tarea más inútil del mundo debido a la misma obsolescencia de la institución. El arte, en definitiva, no ceja en su empeño de seguir siendo lo que ya no puede ser. ¡Acción interrumpida y límites difusos!... ¡alegorías sobre el binomio masa y poder!... ¡reconsideración de la noción del arte! ¡Plomos, que sois unos plomos! Y unos rancios desfasados. 

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