(Aclaración: periodismo
basura como podríamos decir televisión
basura porque lo es en su práctica totalidad, así que periodismo basura no tanto para hablar de ese periodismo que es
basura cuanto para decir que el periodismo de hoy es basura –en su práctica
totalidad)
No hay ninguna duda: todo aquello que haga referencia al
asunto de los géneros y sexos y tenga que ser tratado a través de la Opinión
Pública deberá ser políticamente correcto. ¿Y en que consiste esa Corrección
Política? Pues entre otras pocas cosas en tener que hablar partiendo siempre,
de forma explícita o implícita, de Igualdad, de la Igualdad en tanto que
concepto indiscutible, porque esa es la máxima del discurso feminista
reivindicador cuyo activismo es descomunal.
¿Y cómo se hace efectiva esa Corrección Política que siempre
parte de la Igualdad en tanto que concepto (previo) indiscutible? Pues muy
fácil: primero culpabilizando, si no criminalizando al varón de todos los males
–entre ellos la carencia de Igualdad, aún presente, entendida como una lacra-,
segundo señalando las carencias, ineptitudes, minusvalías, incapacidades y
sobre todo defectos de los hombres, y tercero poniendo de relevancia todas las
virtudes de las mujeres que más que muchas van a ser infinitas. Así,
degradación del hombre y ensalzamiento de la mujer. No hay otra, y es aquí
cuando toma pleno sentido el inicio del post:
“no hay ninguna duda…”.
[A modo de paréntesis, así se expresaba el gran Javier Cercas hace unos días describiendo
a los hombres en El País Semanal
(13-8-2017):
“En lo esencial, una panda de
descerebrados borrachos de testosterona y únicamente ocupados por beber cerveza
y averiguar quién es más macho mientras provocamos catástrofes”]
Así pues, en la Opinión Pública (que más bien sería Opinión
Publicada) el precepto previo y fundamental y por tanto indiscutible es la Igualdad,
pero después esa misma Opinión señala, de forma perfectamente psicópática, las
enormes diferencias que existen entre un género/sexo digamos que estupendo y un
género/sexo digamos que inferior y maléfico (y quien dude de este aserto tan
excesivo como real que haga el esfuerzo de investigar seriamente y si no lo
hace que calle para siempre).
[“Desengañémonos:
los hombres de mi generación somos machistas por defecto.
Los de mi generación y los de la anterior y los de la anterior a la anterior, y
así hasta el infinito… No sé cómo serán los chicos de ahora… a juzgar por las
estadísticas, iguales o peores. Por una vez seguro que tienen razón las
estadísticas” Javier Cercas].
De esta forma no podrá haber noticia que respecto al asunto que
nos ocupa –el de los géneros/sexos y su Igualdad- que no acabe cumpliendo esos
tres preceptos señalados. Se toque el tema desde el prisma que se toque y,
sobre todo, haga falta o no, toda Opinión Publicada contendrá inevitablemente esos
tres componentes ideologizados ad-nauseam:
1. Sobreentender, cara al lector y de forma previa, (los
escritores tiene un pánico desmedido a caer en cualquier pequeño atisbo de
incorrección) la Igualdad al tiempo que se la reivindica (por ejemplo, si el
artículo va a hablar de deseo, del deseo, el escritor debe partir con el previo
de la absoluta igualdad respecto a él por parte de ambos sexos; nunca podrá
presuponer que hombres y mujeres puedan desear de forma distinta)
2. Señalar ciertas “diferencias” que impiden la necesaria y
requerida Igualdad culpabilizando al varón de las mismas, “diferencias”, eso
sí, que siempre son el resultado de su carácter despótico y autoritario (es
decir, que si a pesar de todo resulta que aún existen diferencias en la forma
de entender el deseo por parte de los géneros eso se debe, sin duda, al
carácter déspota, patriarcal y machista del varón que no ha entendido aún que ¡somos
iguales!), y
3. Señalar esas grandes cualidades/virtudes sólo propias de
la mujer que nos muestran esa Gran Diferencia entre el género masculino y el
femenino (esto es, que el varón déspota, patriarcal y machista sigue sin
entender que somos iguales… pero siendo las mujeres más sensibles, empáticas,
imaginativas, generosas, comprensivas, contemporizadoras, etc.).
En esta ocasión el artículo de investigación trataba de las
relaciones sexuales rápidas con el original título “Aquí te pillo…” y con el
explicativo subtítulo “Si breve, ¿dos veces bueno? Sube la fiebre por el sexo
rápido aupada por las apps de contactos”. Todo el texto plagado de referencias entrecomilladas
extraídas de expertos psicólogos analistas del concreto tema, como las del
libro de Joel Block El arte del sexo
rápido: “muy inspirador –según el firmante del artículo- para conseguir el
clímax en un tiempo récord”.
Así que ya conocemos la primera intención del artículo de
investigación (¿): la de dar por saludable, bueno y normal un tipo de sexo que
siempre fue puesto en entredicho por… ¡todas esas millones de mujeres que
siempre se quejaron de la rapidez con la que sus novios o maridos intentaban
cumplir! sin éxito, por supuesto. No había más que leer el enorme Informe Hite (cosa que yo hice para
escribir mi libro El lacónico, un hombre
de cine) para comprobar que el nivel de insatisfacción de la práctica
totalidad de las miles de mujeres encuestadas provenía del poco tiempo que sus partenaires dedicaban a la relación
sexual.
Pero no es este el asunto que me mueve a escribir, que daría
para otro estudio, sino el de las formas con las que estos periodistas de
investigación estructuran sus artículos divulgativos: titular supuestamente
ingenioso, subtitular explicativo pero con un toque de cultismo, referencias
entrecomilladas de expertos respecto al tema, referencia a un libro best seller (generalmente de tapa
repujada), fotos horteras ad hoc y,
cómo no, una comparativa por género/sexo. Pero cumpliendo, eso desde luego, con
los tres preceptos citados.
¿Y cuál podría ser el resultado de esa comparativa* en el
asunto del “aquí te pillo…”? ¿Cuál creen ustedes que podría ser, lectores míos?
Piensen, piensen, antes de continuar leyendo: ¿cuál podría ser el resultado en
la comparativa si tenemos en cuenta que estamos hablando de relaciones sexuales
de 3 minutos de duración?** Sí, 3 minutos, que de eso es de lo que estamos
hablando según el artículo de la revista, de sexo rápido, eso que está de moda “aupado por las apps de
contactos”. Y esto resulta importante dejarlo claro, porque si hablamos de sexo rápido (“aquí te pillo…”) hablamos
de un sexo que no puede requerir ni de prolegómenos ni de calentamientos. Tan
claro como tener que aceptar como indiscutible, tal y como hace el artículo en
cuestión, que ambos sexos se enfrentan al sexo
rápido en las mismas condiciones de deseo y con el mismo interés por él
(¿). ¿Cuál podría ser, entonces, el resultado de esa comparativa que lógicamente
trata de constatar o encontrar… diferencias?
Muy, muy fácil:
- “Sucede muy a menudo que cada uno, y más él, tiene la atención más centrada en satisfacer su propio placer en un tiempo record”.
- “La mujer disfruta más del sexo rápido, dado que su cerebro, el órgano más poderoso de la sexualidad, consigue de antemano que el encuentro resulte excitante”.
Y tal y como puede verse, y con independencia de lo que
pudiéramos aceptar como Verdad (que si fuera verdadera nos eximiría hablar
tanto de Igualdad), la mujer es siempre
más y mejor aun a pesar de la manifiesta incompetencia (por egoísmo
¿innato”?) del varón, que siempre es el
malo en todo.
Y como también puede verse la cosa va, ya como en todo, de
récords… y de amor, mucho amor.
[En su artículo, el gran
Javier Cercas dice en negrita:
“No entiendo que después de siglos de
maltratos y explotación despiadados, las mujeres sigan aguantándonos,
queriéndonos y cuidándonos”
Ante su manifiesta ignorancia respecto al conocimiento de la
mujer, yo le contesto:
*Comparativa que resultaría innecesaria en caso de que se
creyera verdaderamente en la Igualdad.
**Sí, 3 minutos, que de eso es de lo que estamos hablando,
según el artículo de la revista: de sexo
rápido, eso que está de moda “aupado por las apps de contactos”. 3 minutos
es el tiempo considerado para hablar de sexo
rápido por comparación al que los expertos determinan que es el habitual de
una relación sexual normal, que según ellos es de entre 7 y 13 minutos. Lo que
sin duda daría para otro análisis.
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