En Valencia, es sabido,
tenemos un Consorci de Museus, que vendría a ser algo así como
un... Consorcio de Museos... pero netamente propio, decididamente
nuestro, necesariamente autóctono. Y por tanto y por eso más
dispuesto a ayudar a (uno de) “los nuestros” en sus políticas
culturales y a hacerlo, claro, en una lengua algo menos internacional
que la que usa el 90 % de los ciudadanos valencianos y algo menos
internacional que la que usan TODOS lo turistas extranjeros. Así
pues, un consorcio que, entre otras cosas, entona un reivindicativo
Vixca Valencia en su ambiciosa programación. Al menos lo
entona en relación en un porcentaje muy importante de lo exhibido.
La última del Consorci es
una actividad llamada Transversalia, y cuyo objetivo se cifra según
ellos mismos en “la educación por el arte”. Según leo “un
proyecto educativo realizado en colaboración con CEFIRE, que
pretende introducir las prácticas contemporáneas en el ámbito
educativo ofreciendo herramientas pedagógicas al profesorado sobre
el arte actual como la forma de implementarlo en su labor educativa
con los jóvenes”. Ante lo que yo me pregunto, ¿qué es una
práctica contemporánea? No lo sé, no lo sé. Pero para despejar la
duda quizá sirva, al menos como pista, la foto que los mismos
organizadores dan a la prensa para ilustrar la propuesta. En ella se
ve a un grupo de mujeres (?) (entre 15 y 20) sentadas con fotos,
cartulinas, tijeras y pegamento de barra. (De todas formas yo antes
me preguntaría al más puro estilo pujoliano “¿qué coño es eso
del CEFIRE?)
El director del Consorci
de Museos se explica, “Tansversalia busca potenciar y generar un
alcance mayor en las transformaciones que se están realizando en el
ámbito de la educación artística, tanto mejorando el conocimiento
que tiene el profesorado sobre el arte actual como la forma de
implementarlo en su labor educativa con los jóvenes”. Ahora la
pregunta puede ser ¿cuando hablamos de jóvenes de qué estamos
hablando: de esos que van del Netflix al Instagram y del Instagram al
Arenal Sound? ¿De esos que saben de “arte actual” más que sus
profesores en la medida en la que saben lo que les gusta (“me
gusta”) ante un maremágnum de casi infinitas posibilidades que le
ofrece una ventana al mundo con la que interactúan más de 2 horas
al día? ¿De esos que por tanto se descojonan de cualquier
Institución que les intente inculcar una idea fija, que es la
que al fin y al cabo propone un (cualquier) Centro Oficial o la que
propone un (Gran) Relato Oficial por muy ecléctico que pretenda ser?
Porque sólo un inútil creería que por ofrecer cosas variopintas no
existe un claro común denominador en todo lo exhibido desde un
Centro de Arte Contemporáneo, siempre perfectamente ideologizado,
precisamente desde que Internet sustituyera al Gran Relato y las
Consejerías de Cultura tuvieran más poder que los mismos
comerciantes de productos supuestamente artísticos y muy
comprometidos (con el problema de la identidad, del lenguaje, del
acoso, del poder, del género, de la alienación, de la realidad,
comprometidos en definitiva con “nuestro tiempo”); común
denominador que por tanto es previo y mandatado, o sea, común
denominador que en la experiencia estética hace prevalecer la
presencia colosal del continente por encima de la nimia, anecdótica
y coyuntural del contenido.
Lo
que hicieron los artistas modernos fue precisamente reivindicar la
Libertad en la creación frente al Poder autoritario que suponía el
Antiguo Régimen (repleto de Reyes, aristócratas y otro déspotas).
Y los contemporáneos fueron (son) quienes en teoría deben
reivindicar esa Libertad (ya) Plena frente a las instancias del
Poder, siempre necesariamente contaminadas de ideología cuando no de
pura putrefacción, ¿no? Pues bien, no he visto nunca tanto artista
(y ahora me remito a Tarantino) comiéndole la polla a los poderes
fácticos de forma tan descarada, y dejándose comprar por un miserable
plato de lentejas. Precisamente, ya digo, mientras se presentan como
los abanderados de la denuncia y el activismo. Y mientras se creen
luchadores éticamente comprometido por causas justas. En fin, que
una vez más me da la risa. Soy un flojo, qué le vamos a hacer.
Post
Scriptum. Tengo un amigo fotógrafo que ha renunciado a exponer en la
mejor sala expositiva del Centro del Carmen, renunciando por tanto y
entre otras cosas al dinero que le reportaría y a los beneficios que le proporcionaría tener un montón de obra producida
gratuitamente. Y lo ha hecho precisamente porque no se cree nada de
este asunto del Arte Contemporáneo. Nunca nadie lo sabrá salvo él
y yo. Mi genuflexión ante él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario