Por
cuestiones profesionales tuve que asistir, con mi amigo y compañero
Antonio, a la Gala de los Premios Gráffica que este año se
celebraban en Murcia. Son galas de larga duración que comienzan con
la comida a la altura del esófago -algo que yo particularmente
agradezco porque me gusta que las cosas sucedan siempre antes de la
cena. En cualquier caso la larga duración del evento tiene una
explicación que se encuentra perfectamente justificada y que además
demuestra verdadero respeto a los premiados: a todos ellos se les
otorga la palabra durante 15 minutos para decir lo que estimen
oportuno. Así, se nos insta a llegar sobre las 15,30 con el fin de
que la Gala pueda dar comienzo a las 16 h. Y para que pueda finalizar a las 20,30. Después habrá una cena convocada ya sólo
para una parte restringida de los asistentes, promotores, premiados, esponsors, etc. Cuento todo esto porque resulta de suma importancia
en la historia que les voy a relatar.
Llegamos
al auditorio a las 15,30, claro que no por casualidad, sino más bien
por haber organizado nuestros tiempos en función de ese solicitado
horario. Somos 4 gatos, por lo que tenemos la oportunidad de charlar
de forma más o menos tranquila con los organizadores, que en el
fondo se les ve algo nerviosos ante un evento anual que se toman muy
en serio. Nos cuentan que los ensayos y las pruebas (luces,
intervenciones, presentador, orden, tiempos, proyecciones,
ordenadores...) han salido perfectamente. La mayoría del público,
eminentemente joven, va llegando sobre las 16 h., por lo que la gala
comienza a las las 16,15.
Son
10 los premios que se van a otorgar y los premiados van a recibirlos
de manos de alguien que previamente explicará al público los
motivos por los que el jurado ha considerado adecuado otorgarles este
importante Premio. Así, suben al escenario los tres componentes del
grupo que has sido premiado por su “buen
diseño y una excelente dirección de fotografía e ilustración que
ayudan a comunicar historias íntimas y genuinas”.
Tres jóvenes diseñadores que en 2008 emprendieron su proyecto
empresarial que se tradujo en una revista.
Comienzan
hablando de sus orígenes, sin duda no muy lejanos por motivos tan
lógicos como inevitables. Sin embargo se estiran; parecen tener
mucho que decir. Se turnan los tres con cierta parsimonia en discurso
preparado. Parecen admirarse. Se gustan. A los 5 minutos del comienzo
de su discurso -aproximadamente- comienzan lo que ellos señalan como
el verdadero speech, que es el de explicar su trayectoria (?) a
partir del abecedario. Así, comienzan por la A asignándole un
concepto que de alguna forma les describe y que desarrollarán con
proyección de imágenes. Al cabo de un rato pasan a la B. Cuando ya
habían sobrepasado su tiempo en casi 5 minutos la organización les
lanza sutiles señales para que vayan acortando (los personajes que
se encuentran en el escenario tienen un monitor discreta y
estratégicamente situado), pero ellos hacen caso omiso y siguen con
su abecedario; van por la H y casi llevan 20 minutos. La organización
decide cambiar de estrategia y les hacen luces que ya todo el
público puede ver. Ni caso, continúan como si nada, serios, circunspectos, convencidos, orgullosos de su trabajo y de sus logros.
Cuando unos minutos más tarde van por la L la organización se ve
obligada a lanzar al maestro de ceremonias al escenario y expulsarlos
con el mejor tono y las mejores palabras; e incluso pidiendo
disculpas. No les hace ninguna gracia y bajan cariacontecidos, serios
y casi malhumorados. Es claro que han ignorado perfectamente la
consigna que se les ha dado y que contempla la entrega de 10 premios en cuatro horas y media. Digo ignorado por decirlo finamente.
La Gala continúa y salen otros 5 premiados que recogen su premio y
desarrollan sus respectivos discursos en el tiempo que la
organización ha pactado claramente con todos. Así, esos 5 discursos
duran 15 minutos porque 15 son los minutos que la organización dio a
los premiados para elaborar sus discursos. Fácil. Mientras tanto
se ha producido un descanso de 20 minutos; de hecho el último de
esos 5 es el primero de la segunda parte. La cuestión es que el citado grupo de tres premiados en la primera parte ha desaparecido de sus butacas y ya no se
encuentra en la Gala. Delante de nosotros se encuentra la fila de
premiados (la primera) con las vacantes, pues, de quienes ya no se
encuentran. O por decirlo de otra forma, han recogido su premio y se
han largado.
El
maestro de ceremonias nos anuncia un nuevo premio; sale otro grupo
de tres personas; tres jóvenes que han sido premiados porque “han
entendido el valor de crear marca y de abordar distintos ámbitos del
proyecto generando una estética y un lenguaje propios”.
También se nos dice que llevan tres años en la profesión. La forma
de subir al escenario, es cierto, provoca ya unas ciertas risas
empáticas en el público. Sin embargo a Antonio y a mí esa formas nos
parecen pájaro de mal agüero, qué le vamos a hacer, llevamos
demasiados años en contacto con jóvenes y sabemos calarlos.
El
aspecto de los chicos es desgarbado (¿casual?) y desde luego
el comienzo de su discurso deslabazado y ciertamente inconexo;
parecen estar hablando de cachondeo haciendo de sus lapsus de memoria
chistes de club de la comedia. No recuerdan nombres ni fechas pero
ellos mismos le quitan importancia con gestos de pasotismo cachondo.
Se quitan la palabra unos a otros para hacer la gracia de turno,
gracia sin gracia que sin embargo engancha con una buena parte del
público, que como ya he apuntado es mayoritariamente joven. Después
de la intro nos anuncian la proyección de un vídeo, concretamente
el primer vídeo que hicieron antes de ese éxito en el que viven
inmersos. El vídeo, feo y malo sin paliativos (y afirmo esto sin las
dudas que suele generar un entendimiento mostrenco del relativismo
estético/populista) dura ya más de 5 minutos. Son ellos los que han
elegido ponerlo y está claro que no han querido renunciar a él.
Cuando acaba su proyección piden jocosamente que a ellos no les
corten el discurso porque tienen muchas cosas que decir y continúan
diciéndolas con el desparpajo (impostado) que tanta gracia parece
hacer al respetable (?). Bien pasados los 15 minutos de rigor
comienzan a pedir que no les corten alegando que eso no tendría
gracia (?). La organización parece cederles un margen, pero ellos,
en vez de agradecer la generosidad deciden seguir siendo graciosos
(?) y lo que es peor... pesados. Aunque fuera por respeto a los otros
premiados (los que faltan por subir y los que cumplieron con los
requerimientos internos; en unos tiempos estrictamente programados por la organización). No les importa que les hagan luces desde
control, de hecho juegan verbalmente con ello, no les importa lo que
el monitor (que sólo ellos ven) les dice, de hecho lo lee uno de
ellos mientras otro va a la suya, que es seguir explicando cómo
hicieron tal o cual vídeo. Parecen niños suplicando a sus padres
que les den más margen de tiempo en el retorno a casa. Patético. La
gente ríe (?), pero el maestro de ceremonias tiene que volver a
salir para instarles amablemente a retirarse. Ellos aún continúan
hablando rápido como si les faltara por decir lo más importante del
discurso ya interrumpido... y salen del escenario haciendo gracias (?), que el público les ríe. Bajan y no se sientan, se van del auditorio. Je, je.
Excepto
una de las premiadas, todos los demás ya no son tan jóvenes
(algunos incluso bastante mayores). Todos han hecho discursos,
primero agradecidos y luego generosos. Todos sin excepción han
hablado del honor que les supone estar al lado de los otros
premiados, gente con curriculums intachables y meritorios.
Todos sin excepción se han ajustado al tiempo que se les ha
otorgado; por seriedad y por respeto. Y todos los que han venido han permanecido durante el transcurso de la Gala. Sin embargo nuestros dos grupos
de jóvenes empresarios/diseñadores premiados no sólo han ignorado
a sus colegas premiados, todos con muchos más méritos que ellos
aunque sólo fuera por su inmenso trabajo y méritos incuestionables
(cosa que aún no puede decirse ellos), sino que se han permitido el
lujo de abandonar el propio auditorio con excusas baratas (como después pudo verse).
Cuatro horas y media es demasiado tiempo para gente que sobrepone su
libertad, entendida como forma de satisfacción inmediata, a los límites que se encuentran
marcados por la aceptación de normas. Porque en efecto la educación
y la cortesía no son necesarias cuando alguien hace prevalecer la
transgresión más creativa (?) y libre (?) sobre la disciplina, la responsabilidad y el respeto.
Son, estos transgresores creativos y libres, quienes precisamente no
se han enterado aún que el más alto grado de libertad se da en
quienes previamente ponen en marcha el concepto de responsabilidad.
El
caso es que acabada la Gala los hechos aludidos se convierten en la
comidilla del grupo con el que nos encontramos hablando Antonio y yo,
todos de una generación digamos que menos joven. Alguien dice
incluso, “espero que no tengan la desfachatez de presentarse a la
cena después de haberse ido del auditorio y haber demostrado tan
poco respeto a los organizadores y sobre todo a sus colegas”.
Muchos asienten, uno en concreto añade “igual se han tenido que ir
por motivos de trabajo; como son de fuera...”. Pero otro dice “pues
viendo lo visto no me extrañaría que aparecieran, a estos tipos les
importa todo una higa, sólo saben de sus ombligos”. Allí estaban en el restaurante poco después,
claro, perfectamente arremangados para engullir gambas y solomillos.
Ah, otra cosa, fueron los últimos en llegar a la cena.
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