Se acerca la Gran Fiesta
del Arte Valenciano. A falta de Feria, Fiesta: Abierto Valencia 2018, Fiesta inaugural de temporada de las galerías de arte valencianas.
¿Qué pensar de todo ello?
Todo el Arte de los dos
últimos siglos hasta aproximadamente 2007 ha evolucionado y se ha
desarrollado en base a los argumentos, a las teorías y a los
discursos. Desde Hegel todo Producto Arte ha devenido, guste ahora o
no, de una Teoría legitimadora que siempre ha tomado forma ideológica
y absolutista: el Zeitgeist. O el progreso. Una Gran Teoría donde se
han ido acurrucando pequeñas teorías subsidiarias: Adorno, Lukács, Plejánov, Antal, Hauser, Francastel, Panofsky y tantos otros... incluido el mismo Danto.
Lo que ha sucedido de unos
años a esta parte (2007) es que esa forma de entendimiento del arte ha
desaparecido. Harald Szeemann dio el pistoletazo de salida, Lehman Brothers el gran empujón y las redes sociales la estocada. El
problema surge, pues, cuando no existiendo las condiciones para
seguir siendo hegeliano hay quien se empeña en seguir siéndolo. Con las consiguientes previsibles y lógicas consecuencias, y la consiguiente inoportuna queja de todos: artistas, galeristas,
directores de museos, comisarios... De todos, menos de los políticos,
que son los grandes beneficiarios de los errores cometidos por tanta
falta de conocimiento objetivo sobre el actual estado de las cosas. Y sobre el pasado.
Para que pudiera irles
bien -a los galeristas- en aquello de lo que se quejan deberían de ser
conscientes al menos de que no existiendo las condiciones para seguir siendo
hegeliano lo mejor es abandonar la idea. O mejor la Idea. Deberían, para empezar, dejar de cometer errores que
además de garrafales resultan contraproducentes para todos (menos
para los políticos, con los que, por cierto, les gusta tontear); así
deberían aceptar y asumir:
-1. Que lo suyo se trata
de un negocio y NO se un Servicio Cultural.
-2. Y que el producto que
venden ya no representa ni siquiera el Espíritu de nuestra Época.
No aceptarlo es,
precisamente, lo que les convierte primero en anacrónicos y segundo
en obsoletos, al menos tal y como están planteados esos negocios.
Lo que resulta de alguna
forma patético es que en un mundo donde ya hay muchos más nativos
digitales que coleccionistas aún sigan publicitando el evento, su
evento, con este espíritu benefactor decadente:
“ABIERTO
VALÈNCIA tiene como objetivo fundamental acercar el arte
contemporáneo a la ciudadanía con una apuesta firme por la difusión
de la cultura de una forma abierta y sencilla” (MAKMA)*. O la
justificación de la propuesta ARCO Gallery Walk (hay que ser
hortera): “el objetivo de hacer accesible la cultura para la
ciudadanía”.
Y con el habitual aire
grandilocuente:
“Abierto
Valencia convierte a València en la capital del arte contemporáneo
y en cita ineludible para coleccionistas nacionales e
internacionales”.
Ya será menos. Lo siento por los
asociados de LaVAL pero creo que no son conscientes del paso del
tiempo (como una anciana que se resiste a envejecer y se pintarrajea como un loro) ni parecen ser sabedores del cambio que se ha producido en la
humanidad desde hace una década.
Podrían empezar a
concienciarse de que hemos cambiado no de época sino de era; hemos
pasado de una era hegeliana (marxista) a una era liberal (pero
políticamente correcta); de una era fundamentalista (Una Historia) a
una era relativista (historias múltiples); de una era analógica
(galerías) a una era digital (red); de una era politizada a una era
ideologizada; de una era de expertos (elitista) a una era de redes
sociales (democrática); de una era literaria (expertos y letra
escrita) a una era numérica y cuantitativa (likes); de una era inestable (política)
a una era controlada (big data); de una era metafísica (a pesar de
su empirismo racionalista) a una era nihilista (a pesar de su fe en la
tecnología); de la era del Art in America a la era del
Instagram; de la era del Arte (la Idea) a la era del arte (las
artes).
Así: ¡ya no hay
posibilidad de usar el concepto FUTURO en las ventas!, argumento
favorito de la era pretérita y que tantos fraudes ha permitido. Eso
es algo que ha quedado exclusivamente adscrito a la tecnología. Y
además, los argumento de las ventas sólo pueden estar fundamentados
en trivialidades (como el gusto o algo similar). Se siente. Ya no queda otra en
un mundo realmente democratizado en lo que concierne a la imagen. Si
lo que en última instancia (y en primera) quieren los galeristas es
revitalizar (sic) las ventas lo mejor que pueden hacer es abandonar
la Idea y sustituirla por nuevas estrategias.
¡Claro que seguirá
habiendo galerías de arte que funcionen bien económicamente, pero
ahora más que nunca serán solo aquellas que trabajen con
coleccionistas superpoderosos, o con narcotraficantes, o con
traficantes de armas de alto nivel, o con brokers desalmados, etc., tal y como lo hacen las
mejores galerías del mundo, que por algo se mantienen y son las
mejores! ¡Y claro que seguirá habiendo Grandes Ferias “Basel”,
pero para dar servicio sólo a los -galeristas- que son capaces de llegar a ellas! El
resto, en un mundo sin Arte pero con mucho arte, se tendrá que
conformar con migajas. No hay otra si lo que quieren los galeristas es dinero y
además estatus. Si lo que quieren es sólo dinero aún están a
tiempo de inventarse algo.
Anécdota: El bueno
de Manolo Escobar de hecho no sólo perdió su carro, sino mucho
dinero “gracias” al arte, pobrecillo y que en paz descanse.
Cuando quiso vender el 90 % de una colección que había sido
adquirida comprando a galeristas que le aseguraban la inversión
(futuro) no encontró a nadie, no ya que le diera lo que se gastó,
sino que le diera siquiera algo. Nada es exactamente lo que le daban por el 90 %
de su colección. El otro 10 % de obra coleccionada que no quiso
vender el bueno de Manolo se correspondió, en mayor o menor medida,
con un cierto éxito de las compras en tanto que inversión, pero ni
en el caso de que las hubiera conseguido vender (cosa improbable por
extremadamente difícil) habría ganado dinero, pues habría que
descontar los costes del fracaso del 90 %. Y eso en los tiempos donde
aún tenía cierto sentido coleccionar, pues la gente tenía casas y por tanto... ¡paredes! Ahora no hay nativo digital que no sea plenamente consciente
de su circunstancialidad laboral, sexual, económica y en definitiva
vital.
*Todos los entrecomillados
están extraídos de una artículo publicado en MAKMA, pero yo estoy
hecho un lío con el nuevo periodismo; ya no sé si los textos
firmados por la propia revista los ha escrito un colaborador de la
misma o son textos realizados por los mismos “anunciantes”. En
cualquier caso es igual para los efectos.
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