Tercera parte
Es claro que Rorty tiene muchas veces razón en lo que dice, a veces debido a su indudable talento, pero otras debido al hecho de expresar su pensamiento más profundo con perogrulladas. Y no tanto por expresar lo que todo el mundo sabe cuanto por expresar lo que toda persona de “buena voluntad” parece que quiere escuchar. Sería lo que bien traído ahora podríamos llamar un filósofo populista, con su propuesta pragmática de la antifilosofía… De hecho uno de sus intereses más conspicuos es el de hacer prevalecer las afirmaciones que se expresan en nombre de la opinión sobre aquellas que lo hacen en nombre del conocimiento.
Tengo para mí que este afán por defender “lo llano” Vs. “lo profundo” no es más que el producto de un resentimiento no superado. Así, gran parte de las ideas que el pensador expresa de forma simple serían, para mí, el producto de una vendeta contra todo el campus universitario anglófono que en su momento estudiantil le hizo pasar por la piedra. Es cierto que el mismo Rorty parte de los insultos de los filósofos analíticos para después darles la vuelta, pero eso es precisamente lo que empequeñece su discurso; hubiera podido aprovechar esa debilidad que siempre contiene el insulto para elevarse y contestar con una elegancia desproporcionada, la que por otra parte podríamos exigirle a todo ideólogo populista.
No puede entonces conformarse con darle la vuelta al aserto. Ciertamente uno podría estar a favor de las opiniones -en tanto que formas de desarrollar el intelecto y por oposición a esa otra forma que sería la del conocimiento profundo- si previamente alguien se encarga de afirmar que el conocimiento profundo es, tal y como apuntó Platón, una creencia cierta y justificada. Pero la cosa es que, excepto algunos analíticos recalcitrantes y obsoletos, ya nadie cree que el conocimiento pueda sólo entenderse de una sola forma. Y la verdad es que las opiniones no pueden ser más que pura cháchara al lado de un Saber que busca aproximarse a la verdad, por muy conscientes que seamos de lo ilusorio de tal pretensión.
De hecho es el propio Rorty quien, cuando se descuida y pierde de vista su estrategia mediática, dice que “entender algo mejor significa tener algo más que decir acerca de ello; ser capaz de engarzar las diversas cosas que se habían dicho previamente de una forma nueva y comprensible”. No puedo estar más de acuerdo con él, pero no veo que los adverbios “más” y “mejor” sean propios de un relativista convencido, más bien al contrario los veo incoherentes. De la diferencia de grado que suponen los adverbios comparativos se colige que esa distinción que opone el estar en lo cierto con el generar lecturas nuevas y más imaginativas responde a una pose, la que él filósofo se ha marcado, precisamente, en base a su estrategia de filósofo profesional. Porque si resulta imposible estar en lo cierto resulta imposible estar más o menos cerca de lo cierto.
También a grandes rasgos estaría de acuerdo con Rorty en lo que respecta al hecho de tener que entenderlo todo como un relato que construímos más con la imaginación que con la ciencia, pero para eso me quedo con el trabajo de Jesús González Requena y su Teoría del Texto. No está mal eso de que en el fondo todo pueda ser relato, pero me seduce más la idea de que todo sea texto y que no cabe otra cosa que hacer que lecturas oportunas de todos los textos, y además de la forma más materialista posible. Creo que es la mejor forma de poder ir conociéndonos.
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