Sobre la igualdad
Hoy he comido con mi
familia directa, esto es, con mi madre, mi hermano y mis dos sobrinos
mellizos de 17 años. Ha salido el tema del sexo, la sexualidad y,
lógicamente el de las relaciones sexuales y sentimentales. También
lógicamente ha salido el asunto de la igualdad entre sexos. Así mi
sobrina para zanjar una conversación que le aburría: “la verdad
es que los chicos y las chicas somos muy diferentes... y además eso
lo sabemos todas”. Y su hermano apostilla: “Eso es verdad,
nosotros también lo sabemos todos, es que salta a la vista”. Por lo que, al parecer, saben a su corta edad lo que no saben los cientos de miles de adultos (?) que se expresan y opinan públicamente. Yo,
que estaba allí, puedo asegurar que ambos eran plenamente conscientes
de que sus palabras sólo tenían que ver con aquello a lo que esas
palabras referían. Estaban hablando, sólo, de sexualidad y de
predisposición hacia el otro en tanto que posible partenaire; de
deseo, del tipo de deseo y de la forma de gestionar ese deseo.
Nota. No haría falta
añadir que mis sobrinos distinguen perfectamente la necesaria
igualdad de derechos que tienen las personas con independencia de su
condición sexual de aquello que a ellos les resulta evidente: que
“en eso otro” los chicos son muy distintos de las chicas. Y viceversa. Estos
es, diferentes: desiguales. Y no haría falta añadir que mis
sobrinos están absolutamente en contra de toda posible forma de violencia.
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