(O el interés por lo interesante)
No siempre las cosas suceden como a uno le gustaría. Ni siquiera las cosas suceden casualmente. Pero el caso es que suceden aún cuando pudieron ser inimaginables.
Yo estaba dispuesto a ver una cosa cuando al parecer me encontré con otra. Llegué a casa aproximadamente quince minutos antes de que comenzara el documental por el que precisamente había llegado a casa 15 minutos antes del horario en el que estaba previsto diera comienzo. Así que encendí la televisión y esperé a que comenzara ese documental, un documental sobre Chillida. Me encontraba realmente interesado.
Sin embargo, curiosamente y en contra de lo previsible, a la hora prevista comenzó otro documental al parecer bien distinto. Un documental por el que yo jamás habría llegado a mi casa quince minutos antes de que éste diera comienzo. Nunca habría mostrado interés en ese documental y por tanto nunca habría tenido interés en llegar a mi casa para ver ese documental. Nunca habría visto ese documental de no ser porque no me lo esperaba. Así, vi ese documental que no me esperaba simplemente porque me lo encontré esperando otro. Pude haber desistido a su inicio, dado que al parecer nada tenía que ver con lo que me esperaba, pero el caso es que acabé viendo ese documental que trataba de esos campos de cultivo que, de la noche a la mañana, aparecen misteriosamente remodelados formando enormes figuras que sólo pueden ser plenamente captadas visualmente desde vistas aéreas.
Lo denominaban fenómeno extraño, y como todos los fenómenos así denominados, se trata de un fenómeno para el que al parecer no hay explicación racional. La cuestión es, como decía la voz en off, que de la noche a la mañana un campo de cultivo, pongamos de trigo, aparecería “dibujado” con enormes y misteriosas figuras; pero no atendiendo a los ciclos del cultivo, ni debido a los efectos de algún factor meteorológico, sino debido a algún tipo de misterio. El Misterio.
Las figuras, decía el locutor, eran demasiado grandes para haber sido ejecutadas en una sola noche. Además eran demasiado perfectas y no se conocían medios humanos que pudieran servir para los efectos, continuaba diciendo el locutor. Todo era un misterio para el narrador de este documental que mostraba el extraño caso de los campos de cultivo como un fenómeno sin explicación; un fenómeno extraño, paranormal. Durante los primeros 40 minutos el documental no hizo otra cosa que hablar de misterio. Se barajaron durante esos 40 minutos varias hipótesis, todas ellas rápidamente descalificadas por inservibles.
Pero entonces, sólo entonces, justo cuando faltaban 10 minutos para que el documental se acabara, el locutor va y da un giro al asunto y se pone a explicar cómo se llegó a pensar en la posibilidad, eso sí, remota, de que después de todo fueran simples seres humanos los que en una irrefrenable travesura hubieran ejecutado las misteriosas formas. Es decir, después de 50 minutos convenciendo al espectador del misterio de lo inexplicable el locutor va y explica cómo se decidieron ubicar unas cámaras infrarrojas ocultas. El video tomado con cámaras provistas de película de alta sensibilidad mostraba a dos personas realizando nuevas figuras en el campo filmado. Es decir demostraba, a 5 minutos de concluir el documental, que dos personas ataviadas con herramientas más bien rústicas habían sido los autores de las misteriosas figuras. Fin del documental de 50 minutos.
Es decir, que aunque me hubiera parecido estar viendo otro documental lo que verdaderamente vi fue el documental sobre Chillida.
lunes, marzo 26, 2012
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