jueves, febrero 26, 2015

ARCO y zombies

Hay quien cree que no ha pasado nada y por eso actúa como si nada hubiera pasado. Visitar ARCO hoy es una experiencia muy parecida a la que podía tenerse cuando se visitaba ARCO hace pongamos 25 años. Demasiado parecida. Es cierto que en su andadura la Feria ha pasado por momentos variopintos en cuanto a su oferta se refiere, pero en cualquier caso, y salvo alguna rara excepción, siempre ha predominado el aspecto comercial, que es por otra parte el que confiere sentido al evento.
Así pues, el ARCO de este año podría ser calificado de sobrio; sí, sobrio; hay quien diría elegante pero yo no llegaría a tanto. Y por sobrio entiendo una disposición de stands muy ordenada y racionalista y una selección de galerías cuya oferta podría calificarse de clásica; entendiendo por clásica esa producción que fundamentalmente se encuentra destinada a cubrir paredes y algún que otro hall exquisito.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la realidad? Y es aquí donde no queda otro remedio que ponerse antipático.
ARCO siempre es el producto de su director y de su equipo. Y cada edición es el resultado de una decisión. Yo lo he visitado y conocido el mismo día de la inauguración (ayer), que como es sabido sólo se encuentra abierto a profesionales. Precisamente es en este punto donde se encuentra la clave de la tesis que quiero plantear, en eso que pueda colegirse del concepto "profesionales".
Para empezar yo diría que hay un sector muy amplio y con muchos intereses dentro del mundo del comercio del arte que sigue creyendo que el arte es lo mismo de hace 30 años. O dicho de otra manera, que sigue sin percatarse de los radicales cambios que se han producido en la sociedad civilizada desde que apareció la primera verdadera promoción de nativos digitales; que además coincide en fecha con la determinante caída de Lehman Brothers.

Para que la feria obtenga un aspecto u otro, lo primero que hace cualquier comité es determinar la interpretación que del concepto Arte hace dicho comité (de hecho las variables que durante su existencia nos ha proporcionado la Feria de Arte se han debido a la diferente forma de interpretar ese concepto; y para eso está el director y el comité de selección, siempre tan controvertido). Pero para que la feria obtenga su sentido la organización debe asumir, en primera instancia, que lo expuesto debe ser vendible. Y entender el arte como un producto elitista (en sus diversos grados, pero elitista), o sea, debe seguir creyendo en el carácter sagrado del producto expuesto que resulta desproporcionadamente caro en comparación a otros productos cuya función se encuentra más clarificada.

Y es aquí donde ARCO me parece una feria absolutamente desfasada. Pero no desfasada por su contenido sino desfasada por su propia existencia en la medida en que nada tiene ya que ver lo allí expuesto y ofrecido con lo que vive toda esa avalancha de nativos digitales que desde 2007 se nos ha venido encima.

Y es que ese carácter lineal que nos inculcó un entendimiento hegeliano de la Historia hacia el despliegue del Espíritu Absoluto ha tocado a su fin. Y muerto el perro se acabó la rabia. Sin Historia no hay posibilidad de Arte. Y por eso la inauguración de ARCO parecía un congreso de gerontología. ARCO ha decidido (o por mera supervivencia, o por puro convencimiento, lo cual sería mucho peor) que el público al que se dirige no puede ser otro que aquel al que su edad no le permite cambiar de hábitos. Es decir, la organización de ARCO ha decidido dirigirse a los que no les queda otro remedio en la vida que creer que no han hecho el primo durante toda su vida. Comprando a precios muy altos lo que muy poca gente estaría dispuesta a comprarle a ellos a precios muy bajos.

Ésta y no otra ha sido la elección de los organizadores: la de atraer a gente que está más cerca de la muerte que de su nacimiento. Así, una feria que exhibe un producto obsoleto (aunque más o menos interesante o decorativo) para gente que está medio muerta.

O por decirlo de otra manera: ARCO se dirige a quien no sólo tiene una casa... sino varias. Sin embargo los jóvenes de hoy ni la tienen ni la quieren, y en sus prioridades no se encuentra la de hipotecar su vida por una casa, sobre todo cuando no saben dónde les va a tocar vivir ni por cuánto tiempo. Su casa es inestable, por lo que sus paredes sólo pueden ser virtuales.

lunes, febrero 23, 2015

Deconstrucción... y nativos digitales


Deconstrucción


...y nativos digitales


La Era Digital, es cierto, nos está proporcionando muchos individuos hábiles y eficaces; inteligentes en definitiva. Al parecer la banda ancha -que en su uso no requiere esfuerzo sino tiempo (libre)- ha jugado un papel muy importante en ello, y los expertos aseguran que parte del éxito se debe a la tecnología en general y a los videojuegos en particular, que han configurado un nuevo sujeto con mayores cualidades en lo que respecta a la gestión cotidiana de problemas y al que consideramos inteligente por su hábil manejo de la información, por sus desarrollados reflejos y por su resolutividad. Antes de continuar sólo me cabría apuntar que unas de las características más relevantes de los psicópatas ha sido siempre su alto grado de inteligencia. Así pues y en principio, la inteligencia es una cualidad bastante neutra por lo que respecta a los beneficios que pudiera proporcionar a una sociedad. Por otra parte los libros de autoayuda llevan cerca de 40 años vendiéndonos el asunto de la inteligencia emocional, que no es otra cosa, desde el punto de vista del best seller, que la reivindicación encubierta del individualismo -egoísmo- a partir de conceptos tan horteras como el de la "autoestima".


La inteligencia por tanto es neutra en la medida en que no necesariamente colabora en la transformación positiva de la sociedad. Otra cosa sería hablar de los usos y aplicaciones de esa inteligencia. Y otra cosa sería preguntarnos cuáles son los beneficios que podría acarrear una inteligencia sin conocimientos generales o sin sentido ético. O por decirlo de otra forma: no es lo mismo aplicar un adjetivo a un sujeto para asignarle una cualidad (Fulanito es inteligente), que además resulta ser neutra, que definir a un sujeto por una forma de ser -estar- en el mundo (Fulanito es un intelectual).


La Era Digital, es cierto, nos está proporcionando muchos individuos ingeniosos, rápidos, resolutivos, informados, listos, inteligentes... pero con una nula capacidad de pensamiento profundo. ¿Y qué sería eso del pensamiento profundo? Pues el poder generar pensamiento a partir de silogismos complejos que requieren algo más que el uso de la información obtenida por multicanal. El pensamiento profundo sólo puede generarse a partir del estudio en profundidad -valga la redundancia- de los "textos"*; un estudio/análisis que necesariamente se alejaría de la metodología fragmentaria y comprometida ideológicamente que la Corrección Política y la Deconstrucción llevan 40 años imponiéndonos.  


La Era Digital, es cierto, nos ha proporcionado muchos individuos hábiles, eficaces, pragmáticos, espabilados, listos, inteligentes... pero extremadamente incultos. ¿Habrá quien se ofenda ante esta descripción de los hechos? ¿Habrá quien después de tanto halago se ofenda ante el señalamiento de una o dos carencias? Pues muy probablemente sí, porque el sentido inmanente que la Era Digital ha inculcado a sus nativos les ha convertido, paradójicamente, en inmortales. Y no es que los inmortales lo quieran todo, sino que se creen con derecho a tenerlo todo. Y para ellos ese derecho los hace de alguna forma usufructuarios del TODO. La culpa no es exactamente suya pero eso no remeda su peligrosa ignorancia. Han sustituido el sentido ético que atiende a los valores e induce a la acción, por el compromiso ideológico que sólo sirve para tranquilizar conciencias. Es precisamente su ignorancia, su incultura, la que les ha llevado a asociar sentido ético con religión y compromiso con solidaridad. Haciéndolo, precisamente, en el momento histórico de máximo apogeo del individualismo. Así pues, una solidaridad de juguete.


Pero la incultura sólo se cura con el desarrollo de dos virtudes: el esfuerzo y el espíritu de sacrificio, éste último tan ligado a un sentido ético de la existencia. Y tan pensado por los nativos digitales como una simple y lamentable reminiscencia castrense. Pero ya digo, ellos no son culpables, al menos en primera instancia; porque un virtuoso sería, en principio, lo contrario de un emprendedor y la sociedad deconstruida -a placer- que habitamos ya sólo se dedica a potenciar dos tipos de individuos: los jóvenes emprendedores y los artistas emergentes. Y no es que los emprendedores no puedan ser virtuosos, sino que un virtuoso es, antes que nada y en principio, un ser sin demasiadas ambiciones económicas. De hecho es por eso por lo que esta sociedad deconstruida -a placer- tuvo que inventarse la figura del artista emergente. Y todo con independencia de que después, TODO sea lo mismo, pues como es bien sabido, los grandes artistas son, antes que otra cosa y desde hace ya muchos años, empresarios de su propia marca (Hirst, Koons).


La Era Digital, es cierto, nos ha proporcionado muchos individuos hábiles, eficaces, ingeniosos, graciosos,pragmáticos, informados, preparados, comprometidos (ideologizados), espabilados, listos, inteligentes... pero deconstruidos.


*Cuando digo textos hago referencia a todo aquello a través de lo cual el ser humano se escribe y se inscribe. Y de paso me hago partícipe de las tesis de Jesús González Requena, del que hablaré en el próximo post a propósito de su último libro. Cerrando así esta trilogía de artículos a él dedicados.

jueves, febrero 05, 2015

Nuevo blog

Nuevo blog:

www.adsuaraalberto.blogspot.com

En cualquier caso este blog sigue su marcha...