De verdad es que salgo de
uno y me meto en otro; no sé qué va a ser de mí, porque los
ataques de risa me dejan el cuerpo dolorido. Y además están
sobrevalorados, no son elegantes. Tampoco me gustaría parecer
exagerado pero es que la realidad siempre acaba por superar cualquier
fantasiosa previsión. Lo último es ya hilarante desde el propio
título del artículo. ¿O era una noticia? En fin, que ya no se
puede condensar más gracia en un título a pesar de la
extrema gravedad y seriedad que pretende su abstracto autor*. Veamos
si puedo escribirlo de tirón: “CREACIÓN Y PUEBLO: EL ARTE COMO
RESISTENCIA”. Traduzco: El pueblo unido en la creación sólo
puede dar de sí un arte (decente), el de la resistencia. Bueno,
más o menos. El caso es que es ¡tan marxista! Y no es que tenga
nada en contra del lenguaje marxista más allá de su indiscutible
anacronismo y de su patética autoconsciencia moral, es simplemente
que por todo ello me parece hilarante.
Quizá hiciera falta,
antes de continuar, situar el texto en cuestión, el del
artículo/noticia, en su contexto. Se trata de un texto/noticia
publicado/a en una revista cultural-digital que hace referencia a una
exposición que se exhibe en el Centre del Carme, uno de los Museos
del Consorci de Mueseus, una exposición llamada Creación y
Pueblo. Así pues, y esto resulta tan relevante como definitorio,
se trata de la reseña (?) de una exposición exhibida en un Centro
de Arte Institucional sufragado con dinero público y amparado por el
Gobierno de turno. El director del Consorci lo explica: “Creación
y Pueblo es una exposición producida por el Consorci, de
carácter colaborativo que transgrede el ámbito del centro de arte
para involucrar a toda la ciudadanía desde diferentes perspectivas”.
Aquí no hay nada que traducir, todo es demasiado literal en la
transmisión de su ideología. Otra cosa sería entender realmente el
significado de los conceptos colaborativo, trangresión y
(toda la) ciudadanía. O mejor, otra cosa sería dilucidar la
relación de esos conceptos con la verdad de los hechos. O incluso
con la efectividad.
Parece mentira, pero a
estas alturas de la vida haría falta recordar algo tanto a la
comisaria, como al director del Museo, como a los artistas de la
muestra: que estamos en la era digital, es decir, en la era de la
hiper-información y de la hiper-comunicación. Así, si hay algo que
distingue a un ser analógico de un ser digital es que el primero
podía intuir algo acerca de su alienación mientras que el segundo
sólo puede tener la absoluta certeza de ello. O por decirlo de otra
manera: en la era analógica (en la que habitó esa era del Arte que
duró poco más de 200 años) el problema capital -desde el punto de
vista ideológico- era el de creer o no en la distinción entre Arte
elitista y arte popular, mientras que en la era digital esa
distinción resultaría patética, pues el arte se ha integrado
definitivamente en lo social, se ha, por fin, democratizado. Es
decir, el objetivo último del Arte Moderno, el de igualar el Arte
con la Vida (recuerden: Arte=Vida) se ha hecho realidad, quizá
incluso a su pesar, tal y como intentaremos demostrar. O por decirlo
ahora con un ejemplo: no es lo mismo ser (supuestamente) combativo y
activista cuando TODA la información NO estaba al alcance de
cualquiera (era analógica), que cuando TODO el mundo ya sabe eso que
denuncian y combaten los artistas de forma absolutamente manierista y sofisticada... y además desde una atalaya inevitablemente elitista, la del Museo
Institucional. Así, la ingenuidad de Hans Haacke o la de Joseph
Beuys pudo ser relativamente perdonable porque el Arte podía
concebirse como una vía de información a la que no TODOS podían
acceder, una vía que podía resultar medianamente creíble en la medida en la que fundamentaba su activismo en el rechazo de lo institucional, sin embargo resulta verdaderamente patético que los
artistas se crean hoy en día provocadores de algo. Y ya no tanto por
decir lo que ya TODO EL MUNDO SABE, que también, sino por hacerlo a
rebufo de los mismos requerimientos de la Institución
Político/Ideológica que va y resulta es más radical que ellos, los
artistas. Qué risa.
Para justificar la
exposición su comisaria habla de desequilibrios sistémicos en
nuestra sociedad para concluir: “Desde la idea de que todos estamos
al servicio de un sistema establecido, los artistas invitan al
público a reaccionar” […] “La práctica artística puede ser
definida como un ejercicio de libertad que se opone a la complacencia
generalizada y a la homogeneización de un mundo cada vez más
global. Si el arte transforma la realidad, o trasciende las ideas
desde la marginalidad, el arte resiste creando”.
¿Ven ustedes a lo que me
refiero? Lean de nuevo las explicaciones de la comisaria si no les es
de mucha molestia. No puede ser más hilarante un discurso que sólo
se sostiene desde el voluntarismo buenista y simplón. Supongo que no
haría falta señalar la extrema simplicidad que emana de la idea
explicatoria genérica; que es ésta: porque todos estamos al
servicio de un sistema establecido... los artistas invitan al público
a reaccionar. Así, una vez más y como si no hubiera pasado el tiempo (Lehman Brothers, Internet, Big Data, Redes Sociales), estamos de nuevo ante los artistas como seres iluminados, mesiánicos. Por otra parte ¿por qué aceptar que la práctica
artística es un ejercicio de libertad cuando vemos que la intención
de los artistas coincide a la perfección, ¡oh casualidad!, con la
de los Poderes Fácticos? La Institución Política, es ahora (en la
era digital=Corrección Política) la perfecta abanderada de todas
las causas justas. Que otra cosa distinta a la auto-promoción de los
Poderes Fácticos es lo que hagan después esos Poderes Fácticos en
connivencia con el Mercado. Es precisamente la Instittución Política
la que a través de sus Concejalías de Cultura y sucedáneos se
limpia la deteriorada imagen usando a los artistas, comprándolos, y
los artistas los que acuden raudos con el mocho a limpiarla para que
ésta tenga una buena imagen. Y lo peor es que lo hacen por un puto
plato de lentejas. Y perdón por perder las formas.
Además, ¿por qué
presuponerle al público (al que tanto dicen respetar) una
-intolerable- complacencia generalizada? ¿Acaso no podría ser
abonable la tesis de que al público le proporciona cierto goce la
alienación? ¿Y qué decir de la homogeneización, no es eso lo que
al fin y al cabo pretende todo discurso buenista: homogeneización,
igualdad, recorte de las diferencias? Por otra parte, ¿el arte
transformador de la realidad... existiendo Internet? Me muero de risa
de nuevo, no lo puedo evitar. En vez de decir que el arte resiste
creando, ¿no sería mejor decir que la creación resiste a pesar
de ese ejército de paniaguados engreídos que conforma ese mundillo
del arte que patéticamente se resiste a reconocer el acabamiento del
Arte (que se produjo desde que precisamente el arte se integró en lo
social)? Tal y como decía en el post anterior, nunca en la Historia
se había visto tanto supuesto activista comprometido chupándole el
esfínter al Poder de forma tan perfecta.
*El artículo/noticia se
encuentra en a revista cultural MAKMA y está firmado/a por la misma
editorial. Aquí el enlace para quien lo quiera leer:
https://www.makma.net/creacion-y-pueblo-el-arte-como-resistencia/