jueves, julio 28, 2011

Fucking pintxo

La verdad es que estoy cansado. Estoy cansado incluso del estar cansado. Estoy cansado de escuchar las mismas frases ingeniosas de club de la comedia y estoy cansado de quienes sólo hablan “en previsible”. Estoy cansado de ir contracorriente aun a mi pesar, cansado de ir a contrapelo sin ganas, de ir al revés sin voluntad, de andar contranatura a desgana, cual personaje de Huysmans pero sin el deseo de ser personaje.

Me sucede irremediablemente cada vez que anuncio que me voy al País Vasco. No hay NADIE que no me diga con cara de panolis excitado “qué suerte, por lo menos comerás estupendamente”*. Y yo, que soy misántropo pero no imbécil les digo invariablemente “Pues claro, eso es lo que te pierdes tú quedándote aquí”, pero para mis adentros me digo a mí mismo, a quién si no, “otro idiota”. Cansado, ya digo, de que la cultura se configure en torno a supervivientes televisivos de códigos da vincis literarios y sobre todo en torno a la autoayuda anti-aging. Cansado de escuchar lo que no admite siquiera un comentario que no parezca prepotente. Porque si alguien no habla “en previsible” es hombre muerto en las sociedades corroídas por la corrección política. Así, si alguien te dice que en el País Vasco se come de puta madre, vale la pena darle la razón. Aunque resulte cansino. Porque mucho más cansino resulta tener que demostrar la veracidad de lo que no es dicho “en previsible”.

Llevo varios años yendo al menos tres veces al año por San Sebastián y puedo hablar con propiedad. Sobre todo si dejamos claro que comer bien en un “lugar” sólo puede significar comer bien en casi cualquier sitio de ese ”lugar” y no comer bien en algún lugar en el que además te vapulean los bolsillos a hostias caramelizadas. Salvando estos sitios exquisitos llenos de reducciones y esferificaciones resulta complicado comer bien si se anda por San Sebastián. Y lo intento cada vez que voy, preguntando (sin cesar) a la gente de allí por algún restaurante en donde comer bien, algo que ya conforma una grosería de la que los ciudadanos de San Sebastián no se percatan. Podrían decirme con el mentón levantado “perdone buen hombre, pero aquí se come bien en cualquier sitio” y girar la cabeza con gesto de indignación. Pero no, la amabilidad del donostiarra así como su irredento chauvinismo les hace darme siempre una explicación cortés y detallada aun cuando la respuesta sea invariable. TODOS me dirigen al centro histórico. Yo les doy las gracias, pero para mis adentros me digo a mí mismo, a quién si no, “¡estoy cansado de comer a mano alzada, hostia-puta!

Y es la pura verdad, los pintxos de allí son extraordinarios pero yo lo que NO quiero es pelearme en una barra con dos docenas de personas hambrientas que pelean por llegar a los palillos con gambas y a las rebanadas con txaka. NO quiero sufrir la ansiedad de no saber qué pintxo me va a gustar más, No quiero comer sin ganas por el hecho de probar más pintxos, No quiero dejar de probar los que me hubieran gustado más, NO quiero comer en 15 minutos y no sabe qué hacer después, en el momento del relax postoperatorio. Y ¡No quiero comer de pie, joder! Ya sé, ya sé que hay también algún restaurante en ese centro en donde se come bastante bien, pero ninguno es mejor que muchos de los restaurantes que hay desde pongamos el Borne hasta Pau Clarís, por poner un ejemplo catalán. Hay más restaurantes aceptables en ese barrio catalán que en todo Donosti. Pero si en vez de en el centro caes por la zona de tiendas “nobles” que hay detrás de la Concha entonces la cosa es para echarse a llorar. Desde el centro al Buen Pastor y desde el Buen Pastor hacia Zurriola por no haber no hay ni cafeterías. En una sola calle de Madrid puedes encontrar más cafeterías de las que hay en dos barrios enteros de Donosti.

Llegando más lejos puedo decir que cuando voy a San Sebastián yo habito en Oiartzun una población que se encuentra antes de llegar a Irún. Lo digo porque podría alguien decirme que en la Gran Ciudad es donde peor se come y que la tradición gastronómica donostiarra se encuentra o en las peñas (que son suyas) o en las “afueras” (que también son suyas). Después de muchos años indagando por Oiartzun, Errentería, Irun, Hondarribia, etc puedo asegurar que se come bien sólo allá donde se come bien. Esto es, como en cualquier sitio. Y si se me apuraran podría llegar a decir que incluso un poquito peor dado el uso antiguo que hacen aún de algunas materias primas. En Requena (población vecina de Valencia) tienen un estupendo embutido y a nadie se le ocurriría decir que se come estupendamente en Requena. Decir paella valenciana es no decir nada si no sabes dónde te la tienes que comer. Por eso nadie dice que se come bien en Valencia, y sin embargo se puede comer bien y variado en Valencia sin tantas complicaciones como en San Sebastián. ¡Menudo coñazo es tener que comer por Donosti! Son cosas que sólo se pueden decir quien, como yo, tiene 74 años y está cansado, cansado del estar cansado. De todas formas estoy muy cansado de Valencia, pero más cansado aún estoy de escuchar los halagos que sobre la ciudad escupen todos los ignorantes que no la conocen.

*Digo estupendamente porque soy muy fino y no me gustan las groserías en literatura.

jueves, julio 07, 2011

Realidad Basura

Hace unos días se decía en El Mundo a propósito de la artista española seleccionada en la última Bienal de Venecia:

“Dora García, representante española en el pabellón de los Giardini, ha resquebrajado la atmósfera conservadora de la bienal con un proyecto de riesgo que ha suscitado un enorme interés entre la comunidad artística. Y lo ha hecho desde algo tan aparentemente sencillo como mantenerse fiel a los presupuestos que le han convertido en la artista española más importante de su generación. Lo inadecuado es un proyecto complejo pero rico en matriz conceptual, un trabajo en el que Dora García concentra todas sus inquietudes y que s expande en el tiempo, desoyendo los férreos dictados del espacio expositivo. Quien visita el pabellón encuentra una serie de elementos que no constituyen obras en sí mismas sino que configuran un apoyo, un atrezzo para las diferentes situaciones que se suceden a lo largo de las veintitantas semanas que dura la bienal. Mucho se concentra en torno a la narración y a la relación entre realidad y representación. Pero tiene que ver, sobre todo, con la voluntad de derribar toda convención formal, toda complacencia, todo lugar común”.

La Realidad, después de todo

“Dora García, representante española en el pabellón de los Giardini, ha resquebrajado la atmósfera conservadora de la bienal…”

Realidad. Quien se haya paseado por los Giardini habrá podido comprobar dos cosas, que la atmósfera veneciana sigue siendo húmeda y que después de todo no hay nadie capaz de resquebrajar tanta humedad. Ni siquiera una española. En cualquier caso no por ello deja de ser, Dora García, la artista que representa a ese país, España, que es ninguneado por el mercado mundial del arte de forma repetitiva y contundente.

“…con un proyecto de riesgo que ha suscitado un enorme interés entre la comunidad artística”

Realidad. El riesgo que han corrido el comisario y la artista con esta obra es un riesgo parecido al que por ejemplo sufre un alpinista paseando por el centro de cualquier ciudad. Y el interés que puede suscitar ese riesgo de cartón piedra sólo puede afectar, en efecto, a los sabihondos. Unos sabihondos internacionales que generalmente ignoran a los artistas españoles debido, precisamente, a que España “no pinta nada” en el mundo del arte.

“… Y lo ha hecho desde algo tan aparentemente sencillo como mantenerse fiel a los presupuestos que le han convertido en la artista española más importante de su generación”

Realidad. Parece ser que en el mundo actual es difícil mantenerse fiel a unos principios, pero la artista ha conseguido suscitar interés en los sabihondos debido, no tanto a unos principios éticos (que pudieran responder a una “buena causa”) cuanto a los principios que le han servido fundamentalmente para lograr el éxito. Algo que al parecer resulta difícil. O resulta difícil en apariencia. (¿) Y más en España donde se hace un arte (¿) que es ignorado por todos sabihondos internacionales con poder en el mundo del arte.

Lo inadecuado es un proyecto complejo pero rico en matriz conceptual, un trabajo en el que Dora García concentra todas sus inquietudes y que se expande en el tiempo, desoyendo los férreos dictados del espacio expositivo”

Realidad. Se trata éste de un proyecto en el que la artista (Dora García) representa nada menos que a España, al arte español, y por eso ha puesto en él algo aparentemente sencillo, pero encomiable: todas sus inquietudes. ¿No es maravilloso? Unas inquietudes, al parecer y por lo que intuyo, muy parecidas a las que pone mi sobrinita en la representación anual del teatro del cole. El resultado: un big bang comunicativo que se debe no tanto a haberse amoldado al espacio expositivo como a haberle contradicho en línea directa.

“Quien visita el pabellón encuentra una serie de elementos que no constituyen obras en sí mismas sino que configuran un apoyo, un atrezzo para las diferentes situaciones que se suceden a lo largo de las veintitantas semanas que dura la bienal”

Realidad. Quien visite el pabellón encontrará lo que a buen seguro no entenderá. A no ser, claro, que decida desayunar todas las mañanas en el propio pabellón y beberse por las tardes unas cuantas cervezas con una mano mientras con la otra lee a Barthes. Veintitantas semanas desayunando en el pabellón me parecen excesivas, así que lo mejor será dedicarse sólo a las cervezas. Y a conseguir esquivar los canales de vuelta al hotel. Lo de Barthes era sólo optativo. Puede en cualquier caso ser sustituido por Focault. O por Lafuente Estefanía.

“Mucho se concentra en torno a la narración y a la relación entre realidad y representación. Pero tiene que ver, sobre todo, con la voluntad de derribar toda convención formal, toda complacencia, todo lugar común”.

Realidad. La (buena) voluntad de derribar convenciones formales era lo propio de los años sesenta. De hecho se derribaron algunas, si bien es cierto que estaban todas que caían con sólo rozarlas con las yemas de los dedos. En el 2011 toda exhibición del producto artístico es PURA complacencia, pura convención, puro espectáculo, puro divertimento. Para exquisitos, es decir, para sabihondos. Los sabihondos que generalmente ignoran al arte español; el que por otra parte carece de representación en el mercado mundial del arte.