miércoles, junio 07, 2017

Goytisolo

Cuánto amor ha mostrado siempre Goytisolo por África en general y por el norte de África en particular; cuánto amor mostrado hacia el norte de África en general y hacia Marrakech y Tánger en particular; cuánto. Cuánto amor ha destilado siempre Goytisolo hacia la cultura islámica en general y hacia sus amigos islámicos en particular, todos ellos amigos de buena fe, amigos con buena fe. Cuánto amor ha demostrado tener siempre Goytisolo hacia “un lugar”, el norte de África, ese lugar adonde se trasladó a vivir allá por principios de los ochenta; amor inversamente proporcional al que sentía por cierta parte de España, que no por toda ella, aunque también. De hecho, multiplicando el amor que sentía hacia Marrakech por cualquier número Goytisolo dividía por el mismo número el amor que sentía hacia buena parte de España, que no de toda, pero sí hacia aquella a la que consideraba “retrasada”. Cuánto amaba a todo el norte de África y cuanto rencor sentía hacia buena parte de España el bueno de Goytisolo. Cuánto amaba Goytisolo el norte de África y cuánto amaba su cultura que tanto defendió, aunque fuera a costa de que naciera en él cierto desprecio hacia la parte “ignorante” y por ello “retrasada” del país que le vio nacer. Pero el pobre Goytisolo ha muerto. Al parecer tenía pocas últimas voluntades, pero una de ellas la había dejado clara a sus amigos, esos vecinos, amigos y compadres con los que departía a diario allí en esas fantásticas ciudades en las que vivió  y que tanto amó... en el norte de África. Sí, pocas cosas había dejado tan claras a sus amigos, vecinos y compadres como la de que no quería ser enterrado sino incinerado. Así, ser incinerado era una de sus últimas voluntades, quizá la verdaderamente última. Por eso, sus amigos, vecinos y compadres se han pasado su última voluntad por el arco de triunfo y lo han enterrado. Con el mismo ímpetu que Goytisolo dejó claro que quería ser incinerado sus amigos, vecinos y compadres lo han enterrado debido a las creencias de ese país en el que le sobrevino la muerte y de donde son esos amigos, vecinos y compadres que se han pasado por el forro su última voluntad, quizá debido a las creencias de esas ciudades africanas que tanto amaba Goytisolo. Sí, las creencias. 

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