martes, diciembre 18, 2018

Jóvenes (y) psicóticos


Por cuestiones profesionales tuve que asistir, con mi amigo y compañero Antonio, a la Gala de los Premios Gráffica que este año se celebraban en Murcia. Son galas de larga duración que comienzan con la comida a la altura del esófago -algo que yo particularmente agradezco porque me gusta que las cosas sucedan siempre antes de la cena. En cualquier caso la larga duración del evento tiene una explicación que se encuentra perfectamente justificada y que además demuestra verdadero respeto a los premiados: a todos ellos se les otorga la palabra durante 15 minutos para decir lo que estimen oportuno. Así, se nos insta a llegar sobre las 15,30 con el fin de que la Gala pueda dar comienzo a las 16 h. Y para que pueda finalizar a las 20,30. Después habrá una cena convocada ya sólo para una parte restringida de los asistentes, promotores, premiados, esponsors, etc. Cuento todo esto porque resulta de suma importancia en la historia que les voy a relatar.

Llegamos al auditorio a las 15,30, claro que no por casualidad, sino más bien por haber organizado nuestros tiempos en función de ese solicitado horario. Somos 4 gatos, por lo que tenemos la oportunidad de charlar de forma más o menos tranquila con los organizadores, que en el fondo se les ve algo nerviosos ante un evento anual que se toman muy en serio. Nos cuentan que los ensayos y las pruebas (luces, intervenciones, presentador, orden, tiempos, proyecciones, ordenadores...) han salido perfectamente. La mayoría del público, eminentemente joven, va llegando sobre las 16 h., por lo que la gala comienza a las las 16,15.

Son 10 los premios que se van a otorgar y los premiados van a recibirlos de manos de alguien que previamente explicará al público los motivos por los que el jurado ha considerado adecuado otorgarles este importante Premio. Así, suben al escenario los tres componentes del grupo que has sido premiado por su “buen diseño y una excelente dirección de fotografía e ilustración que ayudan a comunicar historias íntimas y genuinas”. Tres jóvenes diseñadores que en 2008 emprendieron su proyecto empresarial que se tradujo en una revista.

Comienzan hablando de sus orígenes, sin duda no muy lejanos por motivos tan lógicos como inevitables. Sin embargo se estiran; parecen tener mucho que decir. Se turnan los tres con cierta parsimonia en discurso preparado. Parecen admirarse. Se gustan. A los 5 minutos del comienzo de su discurso -aproximadamente- comienzan lo que ellos señalan como el verdadero speech, que es el de explicar su trayectoria (?) a partir del abecedario. Así, comienzan por la A asignándole un concepto que de alguna forma les describe y que desarrollarán con proyección de imágenes. Al cabo de un rato pasan a la B. Cuando ya habían sobrepasado su tiempo en casi 5 minutos la organización les lanza sutiles señales para que vayan acortando (los personajes que se encuentran en el escenario tienen un monitor discreta y estratégicamente situado), pero ellos hacen caso omiso y siguen con su abecedario; van por la H y casi llevan 20 minutos. La organización decide cambiar de estrategia y les hacen luces que ya todo el público puede ver. Ni caso, continúan como si nada, serios, circunspectos, convencidos, orgullosos de su trabajo y de sus logros. Cuando unos minutos más tarde van por la L la organización se ve obligada a lanzar al maestro de ceremonias al escenario y expulsarlos con el mejor tono y las mejores palabras; e incluso pidiendo disculpas. No les hace ninguna gracia y bajan cariacontecidos, serios y casi malhumorados. Es claro que han ignorado perfectamente la consigna que se les ha dado y que contempla la entrega de 10 premios en cuatro horas y media. Digo ignorado por decirlo finamente.

La Gala continúa y salen otros 5 premiados que recogen su premio y desarrollan sus respectivos discursos en el tiempo que la organización ha pactado claramente con todos. Así, esos 5 discursos duran 15 minutos porque 15 son los minutos que la organización dio a los premiados para elaborar sus discursos. Fácil. Mientras tanto se ha producido un descanso de 20 minutos; de hecho el último de esos 5 es el primero de la segunda parte. La cuestión es que el citado grupo de tres premiados en la primera parte ha desaparecido de sus butacas y ya no se encuentra en la Gala. Delante de nosotros se encuentra la fila de premiados (la primera) con las vacantes, pues, de quienes ya no se encuentran. O por decirlo de otra forma, han recogido su premio y se han largado.

El maestro de ceremonias nos anuncia un nuevo premio; sale otro grupo de tres personas; tres jóvenes que han sido premiados porque “han entendido el valor de crear marca y de abordar distintos ámbitos del proyecto generando una estética y un lenguaje propios”. También se nos dice que llevan tres años en la profesión. La forma de subir al escenario, es cierto, provoca ya unas ciertas risas empáticas en el público. Sin embargo a Antonio y a mí esa formas nos parecen pájaro de mal agüero, qué le vamos a hacer, llevamos demasiados años en contacto con jóvenes y sabemos calarlos.

El aspecto de los chicos es desgarbado (¿casual?) y desde luego el comienzo de su discurso deslabazado y ciertamente inconexo; parecen estar hablando de cachondeo haciendo de sus lapsus de memoria chistes de club de la comedia. No recuerdan nombres ni fechas pero ellos mismos le quitan importancia con gestos de pasotismo cachondo. Se quitan la palabra unos a otros para hacer la gracia de turno, gracia sin gracia que sin embargo engancha con una buena parte del público, que como ya he apuntado es mayoritariamente joven. Después de la intro nos anuncian la proyección de un vídeo, concretamente el primer vídeo que hicieron antes de ese éxito en el que viven inmersos. El vídeo, feo y malo sin paliativos (y afirmo esto sin las dudas que suele generar un entendimiento mostrenco del relativismo estético/populista) dura ya más de 5 minutos. Son ellos los que han elegido ponerlo y está claro que no han querido renunciar a él. Cuando acaba su proyección piden jocosamente que a ellos no les corten el discurso porque tienen muchas cosas que decir y continúan diciéndolas con el desparpajo (impostado) que tanta gracia parece hacer al respetable (?). Bien pasados los 15 minutos de rigor comienzan a pedir que no les corten alegando que eso no tendría gracia (?). La organización parece cederles un margen, pero ellos, en vez de agradecer la generosidad deciden seguir siendo graciosos (?) y lo que es peor... pesados. Aunque fuera por respeto a los otros premiados (los que faltan por subir y los que cumplieron con los requerimientos internos; en unos tiempos estrictamente programados por la organización). No les importa que les hagan luces desde control, de hecho juegan verbalmente con ello, no les importa lo que el monitor (que sólo ellos ven) les dice, de hecho lo lee uno de ellos mientras otro va a la suya, que es seguir explicando cómo hicieron tal o cual vídeo. Parecen niños suplicando a sus padres que les den más margen de tiempo en el retorno a casa. Patético. La gente ríe (?), pero el maestro de ceremonias tiene que volver a salir para instarles amablemente a retirarse. Ellos aún continúan hablando rápido como si les faltara por decir lo más importante del discurso ya interrumpido... y salen del escenario haciendo gracias (?), que el público les ríe. Bajan y no se sientan, se van del auditorio. Je, je.

Excepto una de las premiadas, todos los demás ya no son tan jóvenes (algunos incluso bastante mayores). Todos han hecho discursos, primero agradecidos y luego generosos. Todos sin excepción han hablado del honor que les supone estar al lado de los otros premiados, gente con curriculums intachables y meritorios. Todos sin excepción se han ajustado al tiempo que se les ha otorgado; por seriedad y por respeto. Y todos los que han venido han permanecido durante el transcurso de la Gala. Sin embargo nuestros dos grupos de jóvenes empresarios/diseñadores premiados no sólo han ignorado a sus colegas premiados, todos con muchos más méritos que ellos aunque sólo fuera por su inmenso trabajo y méritos incuestionables (cosa que aún no puede decirse ellos), sino que se han permitido el lujo de abandonar el propio auditorio con excusas baratas (como después pudo verse). Cuatro horas y media es demasiado tiempo para gente que sobrepone su libertad, entendida como forma de satisfacción inmediata, a los límites que se encuentran marcados por la aceptación de normas. Porque en efecto la educación y la cortesía no son necesarias cuando alguien hace prevalecer la transgresión más creativa (?) y libre (?) sobre la disciplina, la responsabilidad y el respeto. Son, estos transgresores creativos y libres, quienes precisamente no se han enterado aún que el más alto grado de libertad se da en quienes previamente ponen en marcha el concepto de responsabilidad.

El caso es que acabada la Gala los hechos aludidos se convierten en la comidilla del grupo con el que nos encontramos hablando Antonio y yo, todos de una generación digamos que menos joven. Alguien dice incluso, “espero que no tengan la desfachatez de presentarse a la cena después de haberse ido del auditorio y haber demostrado tan poco respeto a los organizadores y sobre todo a sus colegas”. Muchos asienten, uno en concreto añade “igual se han tenido que ir por motivos de trabajo; como son de fuera...”. Pero otro dice “pues viendo lo visto no me extrañaría que aparecieran, a estos tipos les importa todo una higa, sólo saben de sus ombligos”. Allí estaban en el restaurante poco después, claro, perfectamente arremangados para engullir gambas y solomillos. Ah, otra cosa, fueron los últimos en llegar a la cena.

No hay comentarios: