A. Sucedía, si no recuerdo mal, en un capítulo de la serie Canción triste de Hill Street. Si sigo sin recordar mal, fue la primera serie en donde los personajes eran anormalmente (¿) humanos: los buenos no eran tan buenos y por tanto los protagonistas podían ser incluso odiosos. Me acuerdo por ejemplo de Renko, el policía egoísta. Había otro que era hasta desagradable: Buth, mi favorito.
Secuencia
Dos policías (uno de ellos Buth) se encuentran maniatados en una mesa, uno enfrentado al otro, los dos, pues, de perfil, y sus perfiles en plano frontal al espectador. Por detrás de ellos se mueve el psicópata soltándoles el discursito típico del malo de la película. Los policías muestran magulladuras de los golpes propinados por el susodicho en secuencia no mostrada. El canalla les amenaza constantemente y con grandes dosis de saña. En un increscendo notable el malo aproxima el momento de llevar a cabo su cometido, el de matarlos. Pero conforme se acerca ese momento, ese clímax, uno de los policías se va poniendo cada vez más nervioso. Tanto que comienza a desmoronarse.
El otro policía (Buth), viendo el estado de debilidad de su compañero, y viendo sobre todo lo que debido a ello se avecina, insta a su compañero a no suplicar, a no mostrar debilidad alguna. Le dice que eso es exactamente lo que excita al canalla, que cuanto más suplique más probabilidades existen de que estalle. Pero el poli fuerte no consigue su propósito. Y no resulta del todo incomprensible, pues lo difícilmente comprensible, en una situación de amenaza real, es creer que el asesino pueda debilitarse ante la actitud que combina valor y desprecio. En secuencia clímax el poli duro le pide encarecidamente (y con el asesino en off) a su compañero que no ceda. Es demasiado tarde, el poli blando se derrumba y suplica que le deje vivir. El canalla, evidentemente excitado, carga, apunta y dispara.
De esta forma, el asesino no se vale de la diferencia moral (entre lo bueno y lo malo, entre la norma y lo anormal) para ultimar su particular apuesta vital, sino de la superioridad que confiere la debilidad del “otro”, la debilidad que muestra al suplicarle a un ser que se muestra irracional en la amenaza, la amenaza que confiere su superioridad.
B. Dice Aurelio Arteta que hoy en día se confunde “lo valioso” con “lo válido” y que por tanto lo legal se ha tragado a lo moral. En una estupenda entrevista que todo el mundo debería leer al menos una vez al mes dice respecto al miedo:
“El nacionalista de ETA funciona con el apoyo de una parte de la sociedad en que habita y a través de redes que abarcan círculos múltiples y a menudo bien subvencionados de la vida pública vasca. Eso sin contar con la complicidad más diluída, implícita pero eficiente, de esa mayoría de espectadores silenciosos. Formamos parte de una cadena en la que el eslabón final es el criminal, pero en los eslabones intermedios hay gente como nosotros...”
“Más que miedo ha habido cobardía. El miedo es una emoción natural que despierta ante lo temible y nos ayuda a prevenirlo. Pero la cobardía es un comportamiento indebido ante ese miedo, y eso ya es un vicio, igual que la valentía es una virtud”.
“He sentido miedo al decir o escribir ciertas cosas. El tópico repite que aquí te matan por pensar de manera diferente; pero no, ese riesgo sólo lo corres por decir en voz alta eso diferente que piensas... [se es enemigo de ETA] por argumentar en público contra las sinrazones nacionalistas; por ejemplo, contra la legitimidad de su política lingüística. Te la juegas por este tipo de cosas, no por insultar a Txapote”.
“Aquí el problema es que demasiados no se atreven a hablar con el vecino porque no saben qué puede pensar y nos puede señalar. El problema es que en la Universidad pasa lo mismo que en el resto de la sociedad, que predomina el silencio y las cesiones”“Puedo esperar que, más pronto o más tarde ETA desaparezca, pero eso que a muchos les puede satisfacer a mí no me parece suficiente. No vale reestablecer la convivencia sin renegar de las premisas que han causado tantas víctimas”.
Secuencia
Dos policías (uno de ellos Buth) se encuentran maniatados en una mesa, uno enfrentado al otro, los dos, pues, de perfil, y sus perfiles en plano frontal al espectador. Por detrás de ellos se mueve el psicópata soltándoles el discursito típico del malo de la película. Los policías muestran magulladuras de los golpes propinados por el susodicho en secuencia no mostrada. El canalla les amenaza constantemente y con grandes dosis de saña. En un increscendo notable el malo aproxima el momento de llevar a cabo su cometido, el de matarlos. Pero conforme se acerca ese momento, ese clímax, uno de los policías se va poniendo cada vez más nervioso. Tanto que comienza a desmoronarse.
El otro policía (Buth), viendo el estado de debilidad de su compañero, y viendo sobre todo lo que debido a ello se avecina, insta a su compañero a no suplicar, a no mostrar debilidad alguna. Le dice que eso es exactamente lo que excita al canalla, que cuanto más suplique más probabilidades existen de que estalle. Pero el poli fuerte no consigue su propósito. Y no resulta del todo incomprensible, pues lo difícilmente comprensible, en una situación de amenaza real, es creer que el asesino pueda debilitarse ante la actitud que combina valor y desprecio. En secuencia clímax el poli duro le pide encarecidamente (y con el asesino en off) a su compañero que no ceda. Es demasiado tarde, el poli blando se derrumba y suplica que le deje vivir. El canalla, evidentemente excitado, carga, apunta y dispara.
De esta forma, el asesino no se vale de la diferencia moral (entre lo bueno y lo malo, entre la norma y lo anormal) para ultimar su particular apuesta vital, sino de la superioridad que confiere la debilidad del “otro”, la debilidad que muestra al suplicarle a un ser que se muestra irracional en la amenaza, la amenaza que confiere su superioridad.
B. Dice Aurelio Arteta que hoy en día se confunde “lo valioso” con “lo válido” y que por tanto lo legal se ha tragado a lo moral. En una estupenda entrevista que todo el mundo debería leer al menos una vez al mes dice respecto al miedo:
“El nacionalista de ETA funciona con el apoyo de una parte de la sociedad en que habita y a través de redes que abarcan círculos múltiples y a menudo bien subvencionados de la vida pública vasca. Eso sin contar con la complicidad más diluída, implícita pero eficiente, de esa mayoría de espectadores silenciosos. Formamos parte de una cadena en la que el eslabón final es el criminal, pero en los eslabones intermedios hay gente como nosotros...”
“Más que miedo ha habido cobardía. El miedo es una emoción natural que despierta ante lo temible y nos ayuda a prevenirlo. Pero la cobardía es un comportamiento indebido ante ese miedo, y eso ya es un vicio, igual que la valentía es una virtud”.
“He sentido miedo al decir o escribir ciertas cosas. El tópico repite que aquí te matan por pensar de manera diferente; pero no, ese riesgo sólo lo corres por decir en voz alta eso diferente que piensas... [se es enemigo de ETA] por argumentar en público contra las sinrazones nacionalistas; por ejemplo, contra la legitimidad de su política lingüística. Te la juegas por este tipo de cosas, no por insultar a Txapote”.
“Aquí el problema es que demasiados no se atreven a hablar con el vecino porque no saben qué puede pensar y nos puede señalar. El problema es que en la Universidad pasa lo mismo que en el resto de la sociedad, que predomina el silencio y las cesiones”“Puedo esperar que, más pronto o más tarde ETA desaparezca, pero eso que a muchos les puede satisfacer a mí no me parece suficiente. No vale reestablecer la convivencia sin renegar de las premisas que han causado tantas víctimas”.
1 comentario:
Te leo de tiempo en tiempo desde que di con tu blogg cautivado por la contundencia de tus opiniones. A pesar de la causticidad derramada sin misericordia que tu mismo a menudo temes, hoy percibí que no por esto deja de ser una cuestión puramente formal. Agarrado al mundo del arte que sé que amas formulé, impactado por un clip de animación con carne cruda visionado en el Café de Ocata, que somos; y entonces lo ví; que somos un cubo de carne sangrante pegada a un trozo de piel, con la particularidad que sólo vemos el trozo de piel y para mas INRI decorosamente tapada con algún tejido de moda. Nos encontramos así luchando contra unos formulismos con otras formalidades que dejan siempre intacta y a salvo este pedazo de carne cruda al que estamos sometidos.
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