martes, marzo 04, 2008

Terror nocturno

Juro por Dios que es la primera vez que me pasa. Por lo que es absolutamente cierto.
Cada uno es muy libre de imponerse las disciplinas que le vienen en gana. Y yo no iba a ser menos. No se trata de manías, o sí, pero el caso es que yo me impongo una serie de hábitos con el único fin de establecer beneficios saludables. Por ejemplo, tengo por costumbre, o tal vez debiera decir tengo como norma, no dormirme nunca en el sofá viendo la televisión (por la noche). En efecto, creo que lo que me permite dormir relativamente bien y, sobre todo, dormirme con inmediatez una vez pillo el lecho, es el hecho de ir al lecho cuando me vienen los primeros signos de sueño. Sé que hay gente que se duerme en la cama mientras tiene la televisión encendida y omnipresente. Creo que no casualmente eso es lo que les hace dormir malamente, como diría la gente de allí. Yo no, yo sólo me acuesto cuando el sueño hace presencia y me acuesto para dormir. La cama está para ello (salvando otras excentricidades) y no para hacer migas ni leer a Coetzee. Por tanto, juro por Dios que ayer fue la primera vez que me pasa. Intenté sobreponerme con todas mis fuerzas, pero nada. Y utilizando todos los trucos que conozco, pero nada, resultaron infructuosos. Encendí más luces de las que suelo tener encendidas, pero nada; subí el volumen del aparato, pero nada; me levanté a comer algo aun sin hambre, pero nada, llamé a mis padres por teléfono para saber cómo se encontraban, pero nada... No pude evitarlo: me dormí viendo el debate, el gran debate. Me dormí, lo juro por Dios. Cuando acabó me desperté y me alcé como un resorte. Y me dediqué una hora a ver, en zapping, las conclusiones que ofrecían varias cadenas de televisión. Me aterré al comprobar que no fue sueño lo que había tenido una hora antes. Lo juro por Dios.

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