Hace unos días se decía en El Mundo a propósito de la artista española seleccionada en la última Bienal de Venecia:
“Dora García, representante española en el pabellón de los Giardini, ha resquebrajado la atmósfera conservadora de la bienal con un proyecto de riesgo que ha suscitado un enorme interés entre la comunidad artística. Y lo ha hecho desde algo tan aparentemente sencillo como mantenerse fiel a los presupuestos que le han convertido en la artista española más importante de su generación. Lo inadecuado es un proyecto complejo pero rico en matriz conceptual, un trabajo en el que Dora García concentra todas sus inquietudes y que s expande en el tiempo, desoyendo los férreos dictados del espacio expositivo. Quien visita el pabellón encuentra una serie de elementos que no constituyen obras en sí mismas sino que configuran un apoyo, un atrezzo para las diferentes situaciones que se suceden a lo largo de las veintitantas semanas que dura la bienal. Mucho se concentra en torno a la narración y a la relación entre realidad y representación. Pero tiene que ver, sobre todo, con la voluntad de derribar toda convención formal, toda complacencia, todo lugar común”.
La Realidad, después de todo
“Dora García, representante española en el pabellón de los Giardini, ha resquebrajado la atmósfera conservadora de la bienal…”
Realidad. Quien se haya paseado por los Giardini habrá podido comprobar dos cosas, que la atmósfera veneciana sigue siendo húmeda y que después de todo no hay nadie capaz de resquebrajar tanta humedad. Ni siquiera una española. En cualquier caso no por ello deja de ser, Dora García, la artista que representa a ese país, España, que es ninguneado por el mercado mundial del arte de forma repetitiva y contundente.
“…con un proyecto de riesgo que ha suscitado un enorme interés entre la comunidad artística”
Realidad. El riesgo que han corrido el comisario y la artista con esta obra es un riesgo parecido al que por ejemplo sufre un alpinista paseando por el centro de cualquier ciudad. Y el interés que puede suscitar ese riesgo de cartón piedra sólo puede afectar, en efecto, a los sabihondos. Unos sabihondos internacionales que generalmente ignoran a los artistas españoles debido, precisamente, a que España “no pinta nada” en el mundo del arte.
“… Y lo ha hecho desde algo tan aparentemente sencillo como mantenerse fiel a los presupuestos que le han convertido en la artista española más importante de su generación”
Realidad. Parece ser que en el mundo actual es difícil mantenerse fiel a unos principios, pero la artista ha conseguido suscitar interés en los sabihondos debido, no tanto a unos principios éticos (que pudieran responder a una “buena causa”) cuanto a los principios que le han servido fundamentalmente para lograr el éxito. Algo que al parecer resulta difícil. O resulta difícil en apariencia. (¿) Y más en España donde se hace un arte (¿) que es ignorado por todos sabihondos internacionales con poder en el mundo del arte.
“Lo inadecuado es un proyecto complejo pero rico en matriz conceptual, un trabajo en el que Dora García concentra todas sus inquietudes y que se expande en el tiempo, desoyendo los férreos dictados del espacio expositivo”
Realidad. Se trata éste de un proyecto en el que la artista (Dora García) representa nada menos que a España, al arte español, y por eso ha puesto en él algo aparentemente sencillo, pero encomiable: todas sus inquietudes. ¿No es maravilloso? Unas inquietudes, al parecer y por lo que intuyo, muy parecidas a las que pone mi sobrinita en la representación anual del teatro del cole. El resultado: un big bang comunicativo que se debe no tanto a haberse amoldado al espacio expositivo como a haberle contradicho en línea directa.
“Quien visita el pabellón encuentra una serie de elementos que no constituyen obras en sí mismas sino que configuran un apoyo, un atrezzo para las diferentes situaciones que se suceden a lo largo de las veintitantas semanas que dura la bienal”
Realidad. Quien visite el pabellón encontrará lo que a buen seguro no entenderá. A no ser, claro, que decida desayunar todas las mañanas en el propio pabellón y beberse por las tardes unas cuantas cervezas con una mano mientras con la otra lee a Barthes. Veintitantas semanas desayunando en el pabellón me parecen excesivas, así que lo mejor será dedicarse sólo a las cervezas. Y a conseguir esquivar los canales de vuelta al hotel. Lo de Barthes era sólo optativo. Puede en cualquier caso ser sustituido por Focault. O por Lafuente Estefanía.
“Mucho se concentra en torno a la narración y a la relación entre realidad y representación. Pero tiene que ver, sobre todo, con la voluntad de derribar toda convención formal, toda complacencia, todo lugar común”.
Realidad. La (buena) voluntad de derribar convenciones formales era lo propio de los años sesenta. De hecho se derribaron algunas, si bien es cierto que estaban todas que caían con sólo rozarlas con las yemas de los dedos. En el 2011 toda exhibición del producto artístico es PURA complacencia, pura convención, puro espectáculo, puro divertimento. Para exquisitos, es decir, para sabihondos. Los sabihondos que generalmente ignoran al arte español; el que por otra parte carece de representación en el mercado mundial del arte.
jueves, julio 07, 2011
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