domingo, julio 12, 2015

Slow Blues

Slow Blues

No es que lo aconseje, pero no estaría mal que le echaran una ojeada. Está en youtube, como ya casi todo, pero, ya digo, no es que lo aconseje.

Como en todo, la música sirve muy bien para definir caracteres y personalidades. Al menos por cuanto a su gustar se refiere. El blues sería un género que gusta, casi exclusivamente, a quienes disfrutan de los ritmos basados en las variaciones. No hay entendimiento del blues sin un sentido melancólico de la existencia. Y la melancolía es un estado de ánimo que depende de la inevitable necesidad de repetir lo mismo con ligeras variaciones. Así, un género que se opone a la cada vez más extendida forma de vida que necesita reinventarse (palabreja, por cierto, muy de moda estos últimos años) permanentemente.

No es que lo aconseje, pero no estaría mal que le echaran una ojeada al vídeo musical de James Cotton. Está en youtube, como ya casi todo, pero no es que lo aconseje.

El blues es un género musical que se fundamenta sobre un patrón repetitivo a partir de una estructura de 12 compases. El resultado se encuentra impregnado de eso que pretende, de tristeza, de melancolía. Pero de una melancolía luminosa, emocionante, vivificadora en contra de lo que pudiera parecer. Dentro de este género musical tan peculiar existe un subgénero que incrementa eso que es propio de su esencia, y por ello se puede con él alcanzar lo sublime. Por intensificación de la esencia: el slow blues.

Así que no es que lo aconseje, pero no estaría mal que echaran una ojeada a un vídeo musical que se obtiene colocando en búsqueda las palabras James Cotton-Slow Blues (Angel of Mercy-Blues in my sleep)

James Cotton es un maestro de la armónica, ese instrumentito que no alcanza ni a tener el tamaño de la palma de una mano. Pero un sentimiento inevitable es un sentimiento caracterizado por eso, por ser inevitable, y nada hay en la interpretación de esta pieza que no sea la expresión de ese sentimiento excesivo. Los primeros fraseos dejan claro un estado de ánimo; el que desgarra sentimientos que se regeneran cuando parecen estar a punto de desvanecer. Una tristeza existencial que se resiste y recompone al final de cada frase. Cotton comienza sus fraseos slow con las formas propias de la tristeza (blues) y poco a poco va incrementando su sentimiento hasta convertirlos en un grito amargo. Pero cuando todo parece acabar con ese cénit de grito desesperado típico de los crescendo del blues Cotton da entonces un giro a su fraseos y los estira -inesperadamente- hasta convertirlos, de nuevo, en sollozos, pero esta vez cargados de esperanza, ilusión y alegría. Y por eso Cotton se ríe; se ríe porque ha asumido el blues. Un blues, ya, que contendrá gritos, susurros, risas y silencios repartidos por un estado de ánimo que se recrea en la autoconsciencia de la inevitable melancolía. Una obra maestra del slow blues al que podrían ustedes echarle una ojeada. Aunque yo no me atrevería a aconsejarlo.

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