miércoles, agosto 30, 2017

Periodismo basura (que es prácticamente todo)

(Aclaración: periodismo basura como podríamos decir televisión basura porque lo es en su práctica totalidad, así que periodismo basura no tanto para hablar de ese periodismo que es basura cuanto para decir que el periodismo de hoy es basura –en su práctica totalidad)

No hay ninguna duda: todo aquello que haga referencia al asunto de los géneros y sexos y tenga que ser tratado a través de la Opinión Pública deberá ser políticamente correcto. ¿Y en que consiste esa Corrección Política? Pues entre otras pocas cosas en tener que hablar partiendo siempre, de forma explícita o implícita, de Igualdad, de la Igualdad en tanto que concepto indiscutible, porque esa es la máxima del discurso feminista reivindicador cuyo activismo es descomunal.

¿Y cómo se hace efectiva esa Corrección Política que siempre parte de la Igualdad en tanto que concepto (previo) indiscutible? Pues muy fácil: primero culpabilizando, si no criminalizando al varón de todos los males –entre ellos la carencia de Igualdad, aún presente, entendida como una lacra-, segundo señalando las carencias, ineptitudes, minusvalías, incapacidades y sobre todo defectos de los hombres, y tercero poniendo de relevancia todas las virtudes de las mujeres que más que muchas van a ser infinitas. Así, degradación del hombre y ensalzamiento de la mujer. No hay otra, y es aquí cuando toma pleno sentido el inicio del post: “no hay ninguna duda…”.

[A modo de paréntesis, así se expresaba el gran Javier Cercas hace unos días describiendo a los hombres en El País Semanal (13-8-2017):

“En lo esencial, una panda de descerebrados borrachos de testosterona y únicamente ocupados por beber cerveza y averiguar quién es más macho mientras provocamos catástrofes”]

Así pues, en la Opinión Pública (que más bien sería Opinión Publicada) el precepto previo y fundamental y por tanto indiscutible es la Igualdad, pero después esa misma Opinión señala, de forma perfectamente psicópática, las enormes diferencias que existen entre un género/sexo digamos que estupendo y un género/sexo digamos que inferior y maléfico (y quien dude de este aserto tan excesivo como real que haga el esfuerzo de investigar seriamente y si no lo hace que calle para siempre).

[“Desengañémonos: los hombres de mi generación somos machistas por defecto. Los de mi generación y los de la anterior y los de la anterior a la anterior, y así hasta el infinito… No sé cómo serán los chicos de ahora… a juzgar por las estadísticas, iguales o peores. Por una vez seguro que tienen razón las estadísticas” Javier Cercas].

De esta forma no podrá haber noticia que respecto al asunto que nos ocupa –el de los géneros/sexos y su Igualdad- que no acabe cumpliendo esos tres preceptos señalados. Se toque el tema desde el prisma que se toque y, sobre todo, haga falta o no, toda Opinión Publicada contendrá inevitablemente esos tres componentes ideologizados  ad-nauseam:

1. Sobreentender, cara al lector y de forma previa, (los escritores tiene un pánico desmedido a caer en cualquier pequeño atisbo de incorrección) la Igualdad al tiempo que se la reivindica (por ejemplo, si el artículo va a hablar de deseo, del deseo, el escritor debe partir con el previo de la absoluta igualdad respecto a él por parte de ambos sexos; nunca podrá presuponer que hombres y mujeres puedan desear de forma distinta)
2. Señalar ciertas “diferencias” que impiden la necesaria y requerida Igualdad culpabilizando al varón de las mismas, “diferencias”, eso sí, que siempre son el resultado de su carácter despótico y autoritario (es decir, que si a pesar de todo resulta que aún existen diferencias en la forma de entender el deseo por parte de los géneros eso se debe, sin duda, al carácter déspota, patriarcal y machista del varón que no ha entendido aún que ¡somos iguales!), y
3. Señalar esas grandes cualidades/virtudes sólo propias de la mujer que nos muestran esa Gran Diferencia entre el género masculino y el femenino (esto es, que el varón déspota, patriarcal y machista sigue sin entender que somos iguales… pero siendo las mujeres más sensibles, empáticas, imaginativas, generosas, comprensivas, contemporizadoras, etc.).

En esta ocasión el artículo de investigación trataba de las relaciones sexuales rápidas con el original título “Aquí te pillo…” y con el explicativo subtítulo “Si breve, ¿dos veces bueno? Sube la fiebre por el sexo rápido aupada por las apps de contactos”. Todo el texto plagado de referencias entrecomilladas extraídas de expertos psicólogos analistas del concreto tema, como las del libro de Joel Block El arte del sexo rápido: “muy inspirador –según el firmante del artículo- para conseguir el clímax en un tiempo récord”.

Así que ya conocemos la primera intención del artículo de investigación (¿): la de dar por saludable, bueno y normal un tipo de sexo que siempre fue puesto en entredicho por… ¡todas esas millones de mujeres que siempre se quejaron de la rapidez con la que sus novios o maridos intentaban cumplir! sin éxito, por supuesto. No había más que leer el enorme Informe Hite (cosa que yo hice para escribir mi libro El lacónico, un hombre de cine) para comprobar que el nivel de insatisfacción de la práctica totalidad de las miles de mujeres encuestadas provenía del poco tiempo que sus partenaires dedicaban a la relación sexual.

Pero no es este el asunto que me mueve a escribir, que daría para otro estudio, sino el de las formas con las que estos periodistas de investigación estructuran sus artículos divulgativos: titular supuestamente ingenioso, subtitular explicativo pero con un toque de cultismo, referencias entrecomilladas de expertos respecto al tema, referencia a un libro best seller (generalmente de tapa repujada), fotos horteras ad hoc y, cómo no, una comparativa por género/sexo. Pero cumpliendo, eso desde luego, con los tres preceptos citados.

¿Y cuál podría ser el resultado de esa comparativa* en el asunto del “aquí te pillo…”? ¿Cuál creen ustedes que podría ser, lectores míos? Piensen, piensen, antes de continuar leyendo: ¿cuál podría ser el resultado en la comparativa si tenemos en cuenta que estamos hablando de relaciones sexuales de 3 minutos de duración?** Sí, 3 minutos, que de eso es de lo que estamos hablando según el artículo de la revista, de sexo rápido, eso que está de moda “aupado por las apps de contactos”. Y esto resulta importante dejarlo claro, porque si hablamos de sexo rápido (“aquí te pillo…”) hablamos de un sexo que no puede requerir ni de prolegómenos ni de calentamientos. Tan claro como tener que aceptar como indiscutible, tal y como hace el artículo en cuestión, que ambos sexos se enfrentan al sexo rápido en las mismas condiciones de deseo y con el mismo interés por él (¿). ¿Cuál podría ser, entonces, el resultado de esa comparativa que lógicamente trata de constatar o encontrar… diferencias?

Muy, muy fácil:

  1. “Sucede muy a menudo que cada uno, y más él, tiene la atención más centrada en satisfacer su propio placer en un tiempo record”.
  2. “La mujer disfruta más del sexo rápido, dado que su cerebro, el órgano más poderoso de la sexualidad, consigue de antemano que el encuentro resulte excitante”.

Y tal y como puede verse, y con independencia de lo que pudiéramos aceptar como Verdad (que si fuera verdadera nos eximiría hablar tanto de Igualdad), la mujer es siempre más y mejor aun a pesar de la manifiesta incompetencia (por egoísmo ¿innato”?) del varón, que siempre es el malo en todo.

Y como también puede verse la cosa va, ya como en todo, de récords… y de amor, mucho amor.

[En su artículo, el gran Javier Cercas dice en negrita:

No entiendo que después de siglos de maltratos y explotación despiadados, las mujeres sigan aguantándonos, queriéndonos y cuidándonos”

Ante su manifiesta ignorancia respecto al conocimiento de la mujer, yo le contesto:

*Comparativa que resultaría innecesaria en caso de que se creyera verdaderamente en la Igualdad.


**Sí, 3 minutos, que de eso es de lo que estamos hablando, según el artículo de la revista: de sexo rápido, eso que está de moda “aupado por las apps de contactos”. 3 minutos es el tiempo considerado para hablar de sexo rápido por comparación al que los expertos determinan que es el habitual de una relación sexual normal, que según ellos es de entre 7 y 13 minutos. Lo que sin duda daría para otro análisis.

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