Cuando hay verdad
En estos últimos años de bulimia
cultural con fondo anoréxico aparecen, de vez en cuando, eventos culturales que redimen a la Instituciones Programadoras de su estulticia
ideologizada y cansina.
Nada asegura que un proyecto cultural
vaya a funcionar, pero lo que ha quedado claro es que todo depende
generalmente del personaje que se lo inventa, de sus conocimientos y
de su capacidad de trabajo. Podría parecer esta afirmación una
perogrullada innecesaria, y casi lo sería si no fuera porque resulta
del todo necesario reivindicar los proyectos realizados por
verdaderos expertos. Cabe la pregunta, ¿qué sería un verdadero
experto? Pues aquel que no sólo está bien informado. Y también
aquel cuya independencia “natural” le ha mantenido lejos de los
poderes fácticos, o al menos a la distancia justa. Un estudioso, un
ratón de biblioteca, un apasionado, un conocedor y un trabajador
impenitente. De alguna forma y a su manera (la de cada cual) un sabio
que aleja de sus conocimientos toda esa deriva “revolucionaria” que,
paradójicamente demandan las Instituciones. Todo lo contrario, pues,
a un “intelectual orgánico”, por naturaleza mediocre. Si no
directamente incompetente.
Cuando se dan estas cualidades a un
experto sólo le queda explosionar. Cosa que hará sólo y
exclusivamente cuando alguien se lo permita con una simple
contratación basada en la confianza. Acaba de pasar aquí, en
Valencia. El Centro Cultural del Carmen ha contratado a Dani Gascó
para hacer un ciclo de cine en los claustros del Museo. La propuesta
ha sido -y es- excelente debido a una doble imprevisibilidad: 1. la
contratación de un experto de verdad, Dani Gascó, que no era
previsible en un mundo tan burocratizado e ideologizado como el
valenciano (decir cultura valenciana podría ser un perfecto
oxímoron), y 2. la extraña y excelente selección de películas que
el propio Dani Gascó se ha encargado en ocasiones de traducir y
subtitular -en un empeño generoso y atrevido. Un recorrido por la
comedia europea desde el punto de vista de un conocedor
independiente. Y conviene insistir en esto último.
Así, la propuesta de Dani en el Cármen
ha sido posible cuando ciertos planetas se han alineado de una forma
en la que no suelen hacerlo y el resultado, casi azaroso por ello, ha
sido un evento cultural valenciano del todo original, culto y
popular, ameno y culturizante, imprevisible y por ello necesario.
Espero que en ediciones venideras no me valencianicen al bueno de
Dani y lo dejen así, independiente y ciudadano del mundo.
Dicen que las comparaciones son
odiosas. No es exacto: son buenas, al menos, cuando el dinero público
está por en medio.
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