A.Están los integrados, por ahí. Con sus malditas redes sociales. Errando por ese pseudomundo de cursi y elemental denominación. Viviendo pues (en) el instante del ciberespacio. Todos usuarios. Atontados ante la necesidad de de ser reactivos, veloces: oportunos. Porque el don de la ubicuidad alienta al sujeto del hoy a tener que ser ocurrente pero también oportuno. Enganchados, todos. Con sus malditas arrobas, con sus nicks malditos, encubridores. La velocidad y la fugacidad como puesta en escena necesaria. Sin momentos privilegiados. La velocidad y la fugacidad homogeneizando el tiempo acrónico. Sin pasado y sin futuro. O mejor, sin pasado pero sobre todo sin futuro.
B.Los integrados con sus redes, jugando al ingenio. Creyendo. Sintiéndose afortunados por ser protagonistas de las maravillosas consecuencias logradas por el cambio de paradigma: los antiguos medios de comunicación unidireccionales y dictatoriales se han quedado por fin obsoletos gracias a la Revolución informática. Creen. Creen los usuarios de las redes sociales, los integrados. Creyendo pues en la Verdad que para ellos emana de toda interacción comunicativa, creyendo que toda interacción es por tanto un signo de libertad. Los integrados se creen libres ahora porque la comunicación no es ya unidireccional, esto es capitalista, o sea porque pueden comunicarse (sic) directamente con, digamos Rubalcaba o Rajoy (¡ay el twitter!). Y quien dice esos dice Bisbal, o Sánchez Dragó, o Ronaldo. Ilusionados, pues, millones de personas por poderse comunicar con la cúpula (los dioses). Creyendo por ello en su libertad, la que representa a la Libertad. Los integrados están encantados con el “tiempo real”. Con el instante del “tiempo real” y con su trato directo con los dioses. Y por eso son integrados… porque les gusta estar encantados. Enganchados pues ante la necesidad de estar encantados. A perpetuidad. Mientras, todo se ha de decir, los dioses llenan su panza de caviar.
A+B.Están los integrados por ahí, encantados. Quizá indignados, pero encantados. Creyendo que la comunicación es, por aparente, real. Creyendo en la comunicación, pues. Creyendo que el signo de nuestro tiempo es la comunicación y encantados de que la para ellos verdadera comunicación (la que es interactiva) les permita expresarse sin necesidad de formar parte de la cúpula. Y lo que es definitivo: encantados de comunicarse directamente con ella… y a tiempo real. Viviendo pues a tiempo real, esto es, a velocidad vertiginosa. Porque vivir sólo a tiempo real conlleva una forma de vida necesariamente apresurada. Para el interconectado (integrado) no existen la lentitud y la parsimonia porque no existe ni el pasado ni el futuro, sólo existe el movimiento. El presente continuo ya no se estira "hacia atrás" para recordar porque nada hay que recordar ya; y no se prolonga "hacia delante" porque no hay nada en lo que confiar ni nada que temer ni nada que esperar. El espacio ha sido devorado por el tiempo. Y un tiempo sin espacio, que además es necesariamente veloz, es un tiempo sin ética.
A-B + B-A.En 1971 el nada sospechoso Hans Magnus Enzensberger escribió un librito al que llamó Elementos para una teoría de los medios de comunicación. Cuando aún se hablaba de computadoras y no de ordenadores Magnus Enzensberger decía que la “libertad de opción de las masas ha sido siempre una ficción, dado que desde un principio se las alejaba sistemáticamente de los medios de producción y en consecuencia de la opinión pública liberal”. Y Bertolt Brecht decía 40 años antes que “la radiodifusión han de ser transformada de aparato de distribución en un aparato de comunicación”. Pues bien, hasta aquí hemos llegado. El voluntarismo de los antaño pensadores más sagaces y lúcidos se ha hecho realidad. Las redes sociales han servido, claro, para que las masas (que diría aquel) puedan expresar su sentir libremente y puedan comunicárselo al mundo entero. A tiempo real. Pero también se equivocaron porque sirven, sobre todo, para eliminar la pausa y el recreo. El Aquiles del hoy ha comprendido que muerto el perro se acabó la rabia, y por eso se ha cargado a la tortuga. La manipulación ya es, por fin, multidireccional. Y el caos absoluto porque el hipervínculo, puesto en manos de un Aqulies sin tortuga, es devastador.
A=B.1971 es el pleistoceno para un nativo informático. Y en 2011 unos cuantos millones de nicks se creen libres porque pueden comunicarse (sic) con unos avatares. Cuánta ingenuidad. O cuánta idiotez. Y a las pruebas me remito: así nos va.
martes, noviembre 22, 2011
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1 comentario:
estamos sumidos en la decadencia... y para más INRI se inventan esa cosa infame y poligonera llamada "POwer snooker".. pero ¿¡qué mierda es esa tío!?
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