sábado, septiembre 26, 2015

Peri´odicos: Suplementos Culturales

Hace aproximadamente 4 años que no compraba un periódico, pero por las circunstancias espaciales en las que el otro día me encontraba decidí comprar dos, no importa cuáles, pero por los suplementos culturales que llevan adjuntos, claro. Así fue que después de 4 años me reencontré con la sensación que produce leer la actualidad cultural: últimos libros publicados, lo último en teatro, cine, música y artículos sobre algo que resulta de interés coyuntural por muy genérico que pudiera parecer.

El reencuentro fue simplemente descorazonador, pero sin dramatizar. Y no tanto por la calidad de lo publicado, que no es el caso, sino por la sensación que me deja el leer acerca de lo que en principio es mostrado desde la perspectiva de "lo interesante" actual. No se trata de decir, como aquél, que "ya nada me apasiona". Al revés, se trata de decir que ya sólo me apasiona lo que no resulta actual. En este sentido, las publicaciones culturales adscritas a la prensa diaria me parecen, todas, guías del ocio. Y no tanto debido a una voluntad como debido a una inevitabilidad. Es decir, todo está bien en estos suplementos que sostengo en mis manos, pero nada hay en ellos que justifique el tiempo que requiere su atención. Otra cosa es que uno se viera recompensado con los textos de algún colaborador valioso. Entonces... entonces tendría uno que valorar hasta qué punto compensa tragarse toda esa otra información culturizante y supuestamente culturizadora.

Lo cierto es que echaba mucho de menos leer los artículos de Stefano Russomanno, ese gran analista musical que semanalmente se ocupa, no tanto de escribir acerca de lo último, como de escribir bellos textos. Porque una cosa son los textos que se escriben para hacer referencia a algo y otra los que, con independencia de lo que pretenden se transforman en pura literatura. La mayoría de la prensa escrita se ha decantado por ofrecer a sus lectores lo primero. Ellos sabrán. Supongo que todo será la consecuencia de un estudio de mercado y por eso los periódicos de ahora son cada vez más anodinos. Ya no quedan escritores de prensa a lo Joaquín Vidal, que eran capaces de trascender sus crónicas a partir de su estilo.

Los informadores de lo cotidiano, es decir, los periódicos han elegido preponderar, definitivamente, el contenido sobre la forma. Y por ello han consolidado un tipo de producto que puede resultar interesante. Sólo eso. Pero por ello sórdido. Se podrá alegar en mi contra que es por eso por lo que se caracteriza precisamente el género periodístico y yo les contestaré: claro, pero es por eso por lo que a mí, ahora,  ya no me interesa la prensa, una prensa hecha a la manera de otros tiempos. Y habrá que pensar a cuántos más, sobre todo si nos atenemos a sus quejas, a las quejas de todos los diarios cuando hacen referencia a las caídas en ventas. Además, lo interesante es la categoría estética del siglo XX, no la del XXI. Quizá, como en todo, convendría reflexionar acerca de seguir haciendo las cosas de cierta manera por inercia, porque es posible que esa reflexión nos deparara sorpresas. Lo que pasa es que ya nadie está para la reflexión. Nadie tiene tiempo.

No hay comentarios: