Miedo a la libertad
Poco antes de que pasara nadie sabía
nada al respecto. Poco después de que sucediera no sólo todos
sabían de lo que hablaban sino que, curiosamente, todos pensaban lo
mismo. “¿Cómo es posible?, me dije a mí mismo, ¡a quién si no!
“Cosas de lavadura de cerebro”, me contesté; aunque también
pensé: “cosas del adoctrinamiento ejercido desde las clases
dirigentes en perfecta connivencia con los medios de comunicación”.
Si bien es cierto que poco después acabé reconsiderando mi
conclusión y me dije definitivamente, a mí mismo, claro, a quién
si no: “qué fácil lo tienen los poderes fácticos con tanto
imbécil”. Y ahí me quedé. Insultando por la cuenta que me trae.
Así que volvamos al comienzo, poco
antes de que pasara nadie sabía nada al respecto,
decía. Cierto: antes de que en los telediarios
apareciera la noticia “Hoy comienza a aplicarse la Nueva Ley que
exige fichar a todo trabajador en sus respectivos trabajos” nadie
sabía nada de nada del tema. Pero nada de nada. De ahí el
desconcierto masivo del “personal” en sus puestos de trabajo. Sin
embargo, después de dar esa noticia aparecían, en esos mismos
telediarios, montones de entrevistados que consultados acerca de la
nueva Ley no dudaban en darle la bienvenida e incluso en alabarla.
Así, 1, todos tenían opinión, 2, su opinión era la misma y 3,
además su opinión respecto a la pertinencia de la Ley era muy
positiva. ¿Por qué?, se preguntará más de uno. ¿Cómo es posible
que existiera tanto acuerdo, tanto consenso, sobre todo ante algo de
lo que nadie sabía nada unas horas antes? ¿Algo, además, que
podría haberse entendido fácilmente como un tejemaneje mas bien
incómodo (por no decir pernicioso) para todos?
Pues fácil: porque en la presentación
de la noticia y, claro está, en el cuestionario dirigido a los
azarosos viandantes, existía una explicación previa que
indicaba que la Nueva Ley se había creado “para eliminar por fin
con la indecencia de las horas extras mal (o no) remuneradas”. Es
decir, a la gente entrevistada se le reconducía, desde ese
periodismo basura que se encuentra vendido a la casta política, a
tener una opinión concreta sobre la Nueva Ley que vendría
predeterminada por aquello que la debería justificar... a partir de
una solicitada Justicia Social. O por decirlo de otra forma, me
resulta difícil creer que tanta (toda) gente estuviera encantada con
una medida tan controladora y vigilante si no es porque previamente
se le había lavado el cerebro conculcándole la conveniencia de una
sociedad más justa (sic). Así, a nadie se le ocurrió que podía
tratarse de un -nuevo- Sistema de Control impuesto con el único fin
de constreñir las libertades individuales y por supuesto la libertad
de Lo privado (no olvidemos
que no es sólo una medida creada e impuesta para funcionarios sino
que es de obligada implantación en cualquier empresa privada).
Una medida, una Ley, que gracias a los medios de comunicación estaba
siendo aplaudida desde el principio y por todo el mundo.
Decía,
“qué fácil lo tienen los poderes fácticos con tanto imbécil”.
Cierto.
Ahora
visualicen esta escena por favor:
un
empresario le dice a su trabajador cuando acaba su jornada laboral,
“¿Hace usted el favor de fichar?” A lo que el encantador
trabajador contesta mientras ficha, “Por supuesto, es mi
obligación”. Y acto seguido le dice el empresario a su trabajador
encantado (por liberado de las garras del mal gracias a la Nueva
Ley), “Gracias, y ahora haga usted el favor de volver a su puesto
de trabajo y seguir trabajando 2 horitas más... a no ser, claro, que
prefiera entrar unos minutos en mi despacho”.
Qué
fácil lo tienen los poderes fácticos con tanta gente carente de
pensamiento crítico, con tanta gente alienada por su propia
autoexplotación; con tanto periodismo basura; con tanto imbécil.
Post Scriptum.
Han empezado a cambiar la interfaz de las máquinas que expenden
tickets para poder aparcar en la zona azul. Antes sólo tenías que
poner monedas y salía el ticket por la ranura. Ahora hay que
introducir la matrícula de tu coche y esperar que la máquina haga
“sus comprobaciones”. Seguro que alguien dará una explicación
convincente para que todos los que pierden el tiempo (además del
dinero) con los tejemanejes acaben pensando que lo hacen por nuestro
bien.
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