miércoles, abril 18, 2007

Cobarde

Han decretado una Fatwa contra una ministra paquistaní.

La ministra saltó en paracaídas vestida para los efectos y una vez hubo tomado tierra se abrazó a su instructor. Imagen feliz. Natural.

Los musulmanes que lo han hecho han decretado esa Fatwa. Así, ahora, esa ministra que corre con los tiempos que corren va ser perseguida. Esa ministra, que podría representar (significar) la versión más desarrollada de un sistema arcaico e inhabitable, será perseguida en nombre de las ideas (¿) que sustenta ese sistema absolutamente in-humano.

Así ella (la ministra paquistaní amenazada por transgresora y revolucionaria): “no tengo miedo a nadie mas que a Dios”.

Hasta aquí la noticia.

Yo, sin embargo: “tengo miedo casi a cualquiera... menos a Dios”. Y que cada cual haga sus cálculos de lo que puede significar “casi cualquiera” por comparación a Uno sólo”.

Nota. Este texto estuvo a punto de llamarse Alianza de civilizaciones, pero preferí sincerarme y mostrarme como lo que soy: un cobarde. Un cobarde, eso sí, que no teme al según muchos ente (?) más poderoso del universo.

Post Scriptum. Ayer escuché las declaraciones de dos jóvenes políticos vascos que están siendo amenazados a diario por parte de quien ya sabemos. La conversación entre periodistas y políticos no hacía más que insistir en lo difícil que debía ser para los políticos no comulgantes con el nacionalismo vivir en sus tierras. Y volvía, una vez más, a olvidarse del ciudadano de a pie. Ese ciudadano que teme, que vive con miedo; un miedo que no le permite ser libre; que no le permite ni siquiera ser el que de verdad sería sin ese miedo. Yo tengo miedo de pensar cómo sería “yo” si viviera en el país vasco. Pero pienso que, por miedo, sería un cobarde.

1 comentario:

juan diez del corral dijo...

Muy bueno Alberto. Tema esencial el que tocas hoy en el blog: el miedo al otro, el miedo a dios (para disimular el otro) y la cobardía lógica y natural cuando las relaciones nos son desfavorables. Lo importante ahora es no olvidarse del mantenimiento de los aparatos sociales que nos han hecho perder (o disminuir) el miedo, o lo que es lo mismo, que han conseguido que en algunos territorios nos sintamos libres: la ciudad de escala humana, la justicia, el estado, la transferencia del ejercicio de la fuerza (violencia incluso) como legítima defensa, etc. y diferenciar lo que son concesiones a la cobardía o ganancia de libertad.