sábado, octubre 22, 2011
Cautivos del mal (o ¿estamos locos o qué)
Voy a hacerlo corto. Llevo pegado a la televisión desde ayer; he visto todos los programas televisivos matinales que me ha sido posible. La conclusión es que, excepto las asociaciones de víctimas, Rosa Díez (a la que por cierto se ningunea con descaro) y las llamadas cadenas televisivas de ultraderecha, no ha habido nadie que no se haya mostrado feliz y contento ante el anuncio de la banda armada. Mi sorpresa ante esa sonrisa unánime de periodistas y políticos es monumental. Y no tanto porque pueda ser más o menos escéptico respecto al comunicado, sino porque nadie ha parecido reparar en que el comunicado ha sido llevado a cabo por ¡ENCAPUCHADOS! Sólo, y con mucha tibieza, ha habido algún periodista que ha dado alguna importancia a un hecho que, bajo mi punto de vista, es tan crucial como significativo. Si la banda dice que YA SE HA ACABADO LA VIOLENCIA ¿por qué nos lo dicen con capucha? En definitiva: ha bastado que unos tipejos encapuchados digan (a 30 días de unas elecciones) lo que ya dijeron en otras ocasiones (salvando unas diferencias de matiz derivadas del uso de la corrección política), para que la gente los volviera a creer. Y, repito, no se trata tanto de que nos creamos o no su discurso, cuanto que ese discurso se encuentra dicho, de nuevo y una vez más, por unos ¡ENCAPUCHADOS! Imagine el lector que un pederasta asegurara en televisión haber abandonado su perversión con una revista de pornografía infantil en las manos. Imagine el lector, ahora, que los televisivos etarras, y al más puro estilo cinematográfico, se hubieran quitado la capucha después de leer el comunicado. ¿No habría sido distinto? ¿No habría sido esa una posibilidad que habría hecho palidecer de vergüenza la que nos han ofrecido? Y quien dice ENCAPUCHADOS dice con el trabuco entre las piernas, bien amarrado. Viva Rosa Díez. (Escrito a las 16 h. del 21 de octubre). (Y volver al post anterior)
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