miércoles, marzo 20, 2013

Ideología


Quien sigue este blog sabe de mi pertinaz encono contra la Corrección Política, esa perversa forma de censura que tiene por único cometido perpetuar los problemas que dice querer erradicar. Pienso que se trata del verdadero cáncer de esta nueva era tecnificada hasta las gónadas, sobre todo en España, donde las consecuencias de la Cultura de la Queja y del Victimismo por ella propiciado, han corroído su médula espinal.

Creo que se equivocan quienes se empeñan en achacar a la crisis ética, económica y política un exceso de ideología. Yo sostendría que la ideología no es en sí misma la causa del derrumbe que estamos viviendo. Pienso, por ejemplo, que ni siquiera los gestores –políticos y culturales- más políticamente correctos se mueven por la ideología que emana de la misma Corrección Política que practican sin piedad. La censura que ejerce la casi práctica totalidad de esos gestores (técnicos) NO es la consecuencia de una férrea ideología militante, sino más bien, el producto del miedo que se derivaría del incumplimiento de la normativa impuesta por la perversa Corrección Política. Además de por ambición, una ambición que precisamente crece de forma inversamente proporcional a la falta de ideología.

Por ir al grano: creo que el problema reside, más bien, en que ya NO hay verdadera ideología; en que no puede haber ideología allá donde la Corrección Política se incrusta de forma inevitable. La consecuencia de aplicar a TODO una constante censura (de la que todo el mundo se desentiende) y de aplicarla además sin verdadera convicción (pero sin piedad), ha sido el verdadero motivo por el que ha resultado tan fácil corromper a los gestores. No pudiendo conseguir nada por el lado de una mayoría relativa los gestores prefirieron al barco sin honra que la honra sin barco.

Así, han sido las minorías quejicas propiciadas por la Cultura de la Queja (tan políticamente correcta ella) las que se han aprovechado de esa ambición que es, fundamentalmente, el producto de la falta real de ideología. O por decirlo con un ejemplo de entre los muchos posibles: desde que comenzara la democracia en España, ha sido un puñado de votantes ¡quienes de alguna forma han gobernado España!, unos cientos de miles de personas los que han ido gobernando a 50 millones; algo que llegó a su éxtasis con el Tripartito, donde Carod Rovira sentó las premisas de la España del Hoy. 

La desafección hacia la política deviene, precisamente, de que la mayoría de los votantes están asqueados con las políticas de “sus” dos partidos mayoritarios. Que se venden a cualquier minoría para conseguir el Poder, aunque ello traicione totalmente la ideología por la que sus votantes se lo otorgaron. Pero como también he dicho más de una vez, el éxito de la Corrección Política consiste en que ha involucrado a todos los ciudadanos en su ejercicio, y no solo a los que detentan poder.
Y no hay más que remitirse a las pruebas: las que obtenemos en todas las elecciones. Y si no, esperen a las próximas y verán. 

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