¡Cuidado Albert Rivera, que las altas instancias son difíciles de lidiar y juegan malas pasadas a poco que parpadees un poquito más de la cuenta!
A. La conocí a partir de dos entrevistas televisivas casi consecutivas. La presentaban, en ambas, como la última revelación de voz femenina cantando una suerte de flamenco intimista. Antes de escuchar su arte ya me llamó la atención la inteligencia y la serenidad que desprendían sus casi siempre poéticas respuestas. Concha Buika, que así se llama, iba contestando todas y cada unas de las preguntas que le hacía el loco de la colina con la misma especular parsimonia del ínclito entrevistador. En definitiva, daba gusto escuchar a esa mujer, desprendiendo sensibilidad con gestos tímidos pero seguros. Buen rollo, que diría un jovenzuelo. El buen rollo de que desprende quien antes que nada demuestra transigencia a raudales proponiendo como válida cualquier respuesta mientras sea sincera. Después cantó y me convertí en un fan suyo. Y todo al tiempo que incrementaba el número de ventas y se hacía famosa. Ahora, los negros de la costa valenciana proponen sus pirateados CDs como la joyas de la corona de su arsenal.
Ceno ayer con una amiga coordinadora de eventos musicales, le comento mi devoción por Concha y ella tuerce el gesto. No tarda en comentarme los motivos por los que a ella Concha le parece despreciable. “Concha Buika es una imbécil -me dice para empezar. Yo ya he tenido dos problemas con ella en lo relativo a dos de sus conciertos. Cuando no ha maltratado al público en uno, ha tomado en otro decisiones que perjudicaban a todos lo que precisamente había acudido a escucharla. Su sensibilidad es realmente tan enorme que no quiere renunciar al lujo de cantar sólo cuando las musas hacen acto de presencia”. Así, según mi amiga, que no interpreta los hechos (sólo los narra y lo hace además con la inestimable ayuda de las declaraciones de la propia cantante), Concha se negó a cantar a partir de cierto momento porque su sensibilidad no se encontraba lo suficientemente expandida dentro de su ser creativo.
Conclusión. La cantante más enrollada de todas las cantantes había actuado EXACTAMENTE como todas las divas que son por definición la antítesis del buen rollo progresillo. Y seguro que estará convencida que el buen arte, y más concretamente el suyo, sólo puede darse en condiciones de libertad y sinceridad. Por eso, paradójicamente, le ha dejado de importar el público.
¡Cuidado Albert Rivera, que cuando uno menos se los espera, uno mismo es quien le da la vuelta al ciclo!
A. Me lo contaba con la ingenuidad que le caracteriza. Esa ingenuidad que le hace expresarse con extraños giros verbales y con un creativo uso del lenguaje. Le había preguntado por un amigo común al que hacía tiempo no veía. Sin ser plenamente consciente de sus palabras y con la espontaneidad que caracteriza a los ingenuos, me dijo: “Está bien, pero se siente raro. Se acuesta tan tan tarde que se acuesta todos los días a las diez y media de la noche. Ha ido estirando tanto la hora de retirarse a dormir que se está acostando incluso demasiado tarde. ¿Sabes?: le ha dado la vuelta al ciclo”. Yo me reí, pero él no pareció entender la risa.
A. La conocí a partir de dos entrevistas televisivas casi consecutivas. La presentaban, en ambas, como la última revelación de voz femenina cantando una suerte de flamenco intimista. Antes de escuchar su arte ya me llamó la atención la inteligencia y la serenidad que desprendían sus casi siempre poéticas respuestas. Concha Buika, que así se llama, iba contestando todas y cada unas de las preguntas que le hacía el loco de la colina con la misma especular parsimonia del ínclito entrevistador. En definitiva, daba gusto escuchar a esa mujer, desprendiendo sensibilidad con gestos tímidos pero seguros. Buen rollo, que diría un jovenzuelo. El buen rollo de que desprende quien antes que nada demuestra transigencia a raudales proponiendo como válida cualquier respuesta mientras sea sincera. Después cantó y me convertí en un fan suyo. Y todo al tiempo que incrementaba el número de ventas y se hacía famosa. Ahora, los negros de la costa valenciana proponen sus pirateados CDs como la joyas de la corona de su arsenal.
Ceno ayer con una amiga coordinadora de eventos musicales, le comento mi devoción por Concha y ella tuerce el gesto. No tarda en comentarme los motivos por los que a ella Concha le parece despreciable. “Concha Buika es una imbécil -me dice para empezar. Yo ya he tenido dos problemas con ella en lo relativo a dos de sus conciertos. Cuando no ha maltratado al público en uno, ha tomado en otro decisiones que perjudicaban a todos lo que precisamente había acudido a escucharla. Su sensibilidad es realmente tan enorme que no quiere renunciar al lujo de cantar sólo cuando las musas hacen acto de presencia”. Así, según mi amiga, que no interpreta los hechos (sólo los narra y lo hace además con la inestimable ayuda de las declaraciones de la propia cantante), Concha se negó a cantar a partir de cierto momento porque su sensibilidad no se encontraba lo suficientemente expandida dentro de su ser creativo.
Conclusión. La cantante más enrollada de todas las cantantes había actuado EXACTAMENTE como todas las divas que son por definición la antítesis del buen rollo progresillo. Y seguro que estará convencida que el buen arte, y más concretamente el suyo, sólo puede darse en condiciones de libertad y sinceridad. Por eso, paradójicamente, le ha dejado de importar el público.
¡Cuidado Albert Rivera, que cuando uno menos se los espera, uno mismo es quien le da la vuelta al ciclo!
A. Me lo contaba con la ingenuidad que le caracteriza. Esa ingenuidad que le hace expresarse con extraños giros verbales y con un creativo uso del lenguaje. Le había preguntado por un amigo común al que hacía tiempo no veía. Sin ser plenamente consciente de sus palabras y con la espontaneidad que caracteriza a los ingenuos, me dijo: “Está bien, pero se siente raro. Se acuesta tan tan tarde que se acuesta todos los días a las diez y media de la noche. Ha ido estirando tanto la hora de retirarse a dormir que se está acostando incluso demasiado tarde. ¿Sabes?: le ha dado la vuelta al ciclo”. Yo me reí, pero él no pareció entender la risa.
2 comentarios:
Alberto, yo no la conocía de nada antes de leer una entrevista, en El País Semanal creo que era, hace un par de meses o poco más, y me quedé pegada al papel. Me encantó su forma de responder las preguntas, tan fresca, en el sentido de no contaminada,
y las respuestas tan inteligentes. La verdad es que sentí envidia de esa mujer.
Claro que en disco nunca falla.
El amigo trasnochador duerme pues normal un dia de cada dos
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