No hace mucho, uno de esos políticos con ínfulas intelectuales decía en una entrevista que deberíamos dejarnos de tanta creencia y empezar a hablar de convicciones. Su propuesta, dicha así, fuera de contexto, podría parecer sensata. Sobre todo a quienes pudieran asociarla a una defensa del laicismo. Y en ese sentido, efectivamente, lo hubiera sido. Pero el personaje era político y lo único que pretendía con su propuesta era parecer sensato, bueno y progresista. Parecerlo, no serlo. Y no serlo por no poder: la tontería es incompatible con la sensatez. Mejor: es su enemigo más peligroso. Yo creo, por tanto, que el citado político es tonto y que siendo tonto no puede ser sensato.
Asociar creencia a religión y convicción a laicidad es, sin duda un truco; un truco que convencerá, sólo, a quienes estén convencidos de que toda forma de creencia es superstición. En este sentido yo creo que quienes defienden tanto las convicciones profundas están equivocados, y además lo están por definición. Lo que pretende este político que se esfuerza por parecer sensato es que interpretemos como religiosa una simple creencia; lo que hace es ver una religión allá donde puede haber una simple dosis de humildad. Así, yo creo que está equivocado; él está convencido de que lo estoy yo. Por creer, claro.
El político que pretende parecer sensato no se da cuenta de que asociar creencia a magia y superstición, y convicción a razón y verdad, es de un anacronismo rancio. En estos momentos de relativismo cachondo, relativismo instigado y promovido por los defensores de las convicciones (Vs. las creencias), es una perfecta majadería pretender parecer sensato a través de convicciones profundas. Yo nunca podría fiarme de quien me dijera que está plena y profundamente convencido de que el problema vasco se soluciona con el diálogo. Sin embargo, me haría concebir ciertas ilusiones que alguien me dijera que cree conocer la solución. Lo siento, si hay algo que asocio al fascismo es la profunda convicción. Kant decía que la creencia es una cosa intermedia entre opinar y saber. Y añadía “La creencia es un suceso de nuestro entendimiento, y puede basarse en fundamentos objetivos, pero requiere también causas subjetivas en el psiquismo del que formula el juicio". Pues eso.
Pues eso, el verdadero problema es que los políticos pierdan el juicio. No hay que atribuir a uno o a otro el desprestigio que sufren ahora los políticos. Se lo han ganado todos a pulso. Para ellos todo lo que sea contravenencia es accidente. No hay que cebarse con Zapatero porque se equivocara a la hora de llamar accidente a un atentado. Para ellos, para todos ellos, toda contravenencia es accidente. Son unos insensatos. Todos.
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