Es precisamente la Corrección Política la causante de que los problemas no se solucionen. Claro: ese es, al fin y al cabo, su principal y más siniestro cometido. La queja es lo rentable, y la única forma de garantizarla es evitando las soluciones a los problemas que la originan. La cultura de la queja es, de esta forma, el antídoto creado por un sistema que previamente ha inoculado el virus que lo necesita.
Cada sábado compro tres periódicos. Con ellos tres me vienen dados tres sendos magazines, pero con couche: Yo dona con uno, Mujer hoy con otro y una revista del corazón con el tercero. Ante ello me pregunto, ¿será que los periódicos son para ellos y los magazines para ellas? A lo que rápidamente me contesto. “que va, eso es imposible, ¿no?”. ¿Entonces?, ¿será que las mujeres necesitan más que un simple periódico? Yo, por si acaso, los leo y a veces hasta los guardo.
Sólo quiero analizar el magazine Yo dona, que me parece el más contemporáneo de los tres. Y digo más contemporáneo porque es el más políticamente correcto. Hay quien se quejaría antes de los otros dos porque hablan de viscerillas cardíacas y cosas así, pero en realidad son tan infantiles y primitivos que resultan despreciables. No, el verdaderamente contemporáneo es el verdaderamente inquietante por cuanto representa la Corrección en estado puro. Es Yo dona el magazine que representa todo aquello que “somos” en la actualidad. Es una revista para mujeres, todo va dirigido a ellas, sólo a ellas. Y no cuesta dinero (no como el ELLE, o el Vogue, o el Cosmopolitan, o el Única, o el Marie Claire, o el de Ana Rosa, o el Amiga...), va gratis con el periódico, que a saber quién lo compra.
Su nivel intelectual es, sin duda, el previsible: puede ser leído igual por una madre que por su adolescente hija. Además no hace falta que estén ebrias. No hay brecha por edad, pues, sólo hace falta sentirse mujer para formar parte del target del Yo dona, una revista hecha por 30 mujeres y siete hombres. El editorial de el último número del año da cuenta de eso por los que sus colaboradores están tan orgullosos y contentos. Y explica que haya un público femenino para el ínclito, ya que de otra forma no sería una publicación dirigida sólo a mujeres.
Comienza así el último y por ello más importante editorial del año escrito por la propia directora: “Poco entiendo de vinos, a pesar de que acabo de estar con un hombre que lo hace (el vino) y que lo hace muy bien. Yo le admiro. Roberto Verino, que como dice mi madre es el amigo de muchas españolas que, aunque no le conozcan, les ha salvado la vida en su faceta armario, además de gran diseñador es gran creador de vino. La otra noche probé uno de sus ricos Terra do Gargalo y me sentí vestida por aquel caldo que nada tiene que envidiar a otros con nombre mayor. Y decía que poco entiendo de vinos, pero que este es un buen año de cosecha para YO DONA, que no es un vino, aunque es mimada como si de la uva más sensible se tratara. Y da gusto cuando el cuidado da sus frutos, que en estos 12 meses han sido muchos”. Me permitirán la indiscreción, pero con la trascripción he mojado el teclado. Pero aún no sé si por el contenido o por la forma.
Continua el editorial, con ese estilo grácil y desenfadado, agradeciendo al público el posicionamiento de Yo dona en el mercado editorial (405.000 lectoras, nos dice). Algo que todavía no acabo de entender, pues el magazine se regala, con lo que no se sabe ni el público que lo lee ni mucho menos el público que lo demanda. Después agradece a los que se han publicitado en la revista (este año 1.270 páginas han sido de publicidad, se nos dice). Agradecimiento éste, que sí parece más comprensible. Quizá demasiado.
Después de más agradecimientos (entre otros, al premio FEDEPE, Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias) pone el punto final, deja un renglón en blanco y nos lanza una PD que dice “71 Mujeres (según el Instituto Nacional de la Mujer) y un hombre han muerto en lo que va de año a manos de sus parejas o exparejas. Quien sufra maltrato puede llamar al teléfono gratuito 016”.
Cada sábado compro tres periódicos. Con ellos tres me vienen dados tres sendos magazines, pero con couche: Yo dona con uno, Mujer hoy con otro y una revista del corazón con el tercero. Ante ello me pregunto, ¿será que los periódicos son para ellos y los magazines para ellas? A lo que rápidamente me contesto. “que va, eso es imposible, ¿no?”. ¿Entonces?, ¿será que las mujeres necesitan más que un simple periódico? Yo, por si acaso, los leo y a veces hasta los guardo.
Sólo quiero analizar el magazine Yo dona, que me parece el más contemporáneo de los tres. Y digo más contemporáneo porque es el más políticamente correcto. Hay quien se quejaría antes de los otros dos porque hablan de viscerillas cardíacas y cosas así, pero en realidad son tan infantiles y primitivos que resultan despreciables. No, el verdaderamente contemporáneo es el verdaderamente inquietante por cuanto representa la Corrección en estado puro. Es Yo dona el magazine que representa todo aquello que “somos” en la actualidad. Es una revista para mujeres, todo va dirigido a ellas, sólo a ellas. Y no cuesta dinero (no como el ELLE, o el Vogue, o el Cosmopolitan, o el Única, o el Marie Claire, o el de Ana Rosa, o el Amiga...), va gratis con el periódico, que a saber quién lo compra.
Su nivel intelectual es, sin duda, el previsible: puede ser leído igual por una madre que por su adolescente hija. Además no hace falta que estén ebrias. No hay brecha por edad, pues, sólo hace falta sentirse mujer para formar parte del target del Yo dona, una revista hecha por 30 mujeres y siete hombres. El editorial de el último número del año da cuenta de eso por los que sus colaboradores están tan orgullosos y contentos. Y explica que haya un público femenino para el ínclito, ya que de otra forma no sería una publicación dirigida sólo a mujeres.
Comienza así el último y por ello más importante editorial del año escrito por la propia directora: “Poco entiendo de vinos, a pesar de que acabo de estar con un hombre que lo hace (el vino) y que lo hace muy bien. Yo le admiro. Roberto Verino, que como dice mi madre es el amigo de muchas españolas que, aunque no le conozcan, les ha salvado la vida en su faceta armario, además de gran diseñador es gran creador de vino. La otra noche probé uno de sus ricos Terra do Gargalo y me sentí vestida por aquel caldo que nada tiene que envidiar a otros con nombre mayor. Y decía que poco entiendo de vinos, pero que este es un buen año de cosecha para YO DONA, que no es un vino, aunque es mimada como si de la uva más sensible se tratara. Y da gusto cuando el cuidado da sus frutos, que en estos 12 meses han sido muchos”. Me permitirán la indiscreción, pero con la trascripción he mojado el teclado. Pero aún no sé si por el contenido o por la forma.
Continua el editorial, con ese estilo grácil y desenfadado, agradeciendo al público el posicionamiento de Yo dona en el mercado editorial (405.000 lectoras, nos dice). Algo que todavía no acabo de entender, pues el magazine se regala, con lo que no se sabe ni el público que lo lee ni mucho menos el público que lo demanda. Después agradece a los que se han publicitado en la revista (este año 1.270 páginas han sido de publicidad, se nos dice). Agradecimiento éste, que sí parece más comprensible. Quizá demasiado.
Después de más agradecimientos (entre otros, al premio FEDEPE, Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias) pone el punto final, deja un renglón en blanco y nos lanza una PD que dice “71 Mujeres (según el Instituto Nacional de la Mujer) y un hombre han muerto en lo que va de año a manos de sus parejas o exparejas. Quien sufra maltrato puede llamar al teléfono gratuito 016”.
Mi opinión respecto a este cambio de paradigma entre texto y posdata es que la Corrección Política es tan rentable que hay que hacerla aflorar aun cuando el escritor mediático no tenga ganas de hacerlo. O sea, que es tan rentable que es irresistible. Algo que nada tiene que ver con el hecho de admitir que hay un problema y que necesita solución. Como decía más arriba la Corrección Política no es, a la postre, más que una encubierta forma de maleficiencia. No hay más que remitirse a las pruebas del horror que se sucede a diario para comprobar el alcance de la ineficaz repetición de las mismas buenas intenciones. Los motivos que dan lugar a las vehementes opiniones se suceden con la frecuencia que imprime la más abyecta y pertinaz de las realidades, la que a su vez da pie a expresar un sinfín de buenas intenciones.
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