lunes, noviembre 01, 2010

Misantropía (ensayo)

Movimiento continuo

Los jóvenes de las nuevas generaciones nadan mientras pretenden guardar la ropa. Son individuos criados en un limbo informático rodeado, eso sí, de vías de escape.

La imagen que pretendo ofrecer de las generaciones pertenecientes a la nueva era (los nacidos desde 1985 en adelante) debe ser más precisa: se trataría de imaginar a todos sus integrantes circulando por una carretera infinita que contuviera múltiples vías de escape, vías como esas que se anuncian en las pendientes con elevado porcentaje de desnivel, vías que no llevan a ningún sitio; o mejor: vías que te devuelven pertinazmente al mismo sitio, la ramificada carretera que contiene múltiples vías de escape. La carretera sería, en este sentido, el soporte que propiciaría el movimiento continuo y las vías de escape no dejarían de ser formas de evasión circunstancial. El movimiento continuo es la inevitable marca del sujeto del hoy y las vías de escape, que parecen bifurcaciones reales, son sólo falsas representaciones de puntos muertos.

Placer sin deseo

El rumbo sobre la carretera es aleatorio debido a la indiferencia y al escepticismo de los circulantes. El placer se encuentra en el mismo circular (casi siempre muy rápido) y no en deseo alguno que vaya más allá del presente anclado en un punto móvil. Es más, en realidad no puede haber deseo alguno allá donde el placer tenga que hacer acto de presencia continuo. No puede haber deseo allá donde el placer esté instalado a perpetuidad. De ahí la necesidad de esas vías de escape, que no son sino sofisticadas sustituciones del antaño deseado sosiego. Esta vez sin sosiego y en virtual, en falso. Las generaciones de la nueva era lo miran todo con gran angular, jamás con teleobjetivo. Viven en una carretera que parece infinita (demiúrgica) pero que después de todo está construida por las empresas de telecomunicaciones y diseñada por un tal Moebius.

Pulsión escópica y reality show

Lo ven todo pero sin ver nada. Desprecian el cine en blanco y negro en particular y el anterior a 1995 en general (la Historia). Se disfrazan en la noche de Halloween sin saber quién es Don Luis Mejías (el Mito). A pesar de su juventud conocen varios países, pero son incapaces de encontrar palabras que definan conceptos con cierto sentido verbal enriquecedor (el Intelecto). Están bien preparados para la vida social, pero sus carencias en lo que se refiere a la expresión verbal limitará los desarrollos humanísticos -que no empresariales-. Porque el triunfo para ellos sólo puede ser económico (deportivo), o sexual (económico). Tienen la misma edad mental que tendrán 20 años después porque la base de su “educación sentimental” se fundamenta en la corrección política; responden así a la tentación de la inocencia. Están obsesionados con divertirse porque no han aprendido a disfrutar. Les enloquece el reflexivo divertirse porque el disfrute requiere de tiempo, paciencia, soledad y “puntos muertos”, asuntos para ellos desconocidos. Se comunican a través de las redes sociales, compran por internet, ven cine en su ordenador, cuando quieren saber algo se conectan a la Wikipedia y si quieren saber cómo es algo lo buscan en google (imágenes). Viven, en definitiva, hilvanados a una pantalla. Siendo la Fe que le profesan a esa pantalla infinitamente superior a cualquier otra Fe conocida. La pantalla es su carretera y el conjunto de sus actos cotidianos las vías de escape. Por eso hacen tanto el tonto.

Post Scriptum. Hace unos días una pareja de enamorados volvió contenta de las Maldivas. Acababan de contraer matrimonio a través de unos oficios que se celebraron en el idioma divehi, en un lujoso complejo hotelero de las Maldivas. Se habían casado con un discurso del que no habían entendido nada y a pesar de todo (o por eso mismo) eran felices. La pareja de enamorados había viajado muy lejos con el fin de celebrar una ceremonia exótica en un idioma del que nada sabía. Se casaron, pues, y lo filmaron, que por eso estaban recién casados cuando volvieron; con la prueba de la hazaña, el vídeo. Y muy contentos. No esperaban lo que youtube les deparaba.

No se ha explicado bien el origen de la difusión del vídeo de la particular boda (si bien poco importa), pero el caso es que la ceremonia fue colgada en youtube a los pocos días de haberse realizado. Y la gran sorpresa, para escarnio de los contrayentes, se produjo ante la subtitulación que adjuntó al video algún desocupado y desinteresado navegador. En efecto, los oficiadores de la ceremonia habían hecho de su capa un sayo y habían elaborado un discurso insultante. Frases como “Ustedes son unos cerdos. Los hijos que nazcan de esta unión serán cerdos bastardos porque este matrimonio no es válido”, etc., eran habituales durante toda la ceremonia. Y todo mientras en off se escuchaban especulaciones acerca de si la mujer llevaba o no sujetador. En divehi, claro. Y ellos con cara de papanatas. Ay, las vías de escape. ¡Excéntricos de pacotilla! ¡Tontos!

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