Artefactos eróticos. Dícese de los objetos utilizados para “mejorar” la vida sexual. Engloba, entre otros, los consoladores (véase), los vibradores, los rosarios Thai, los anillos para el pene, las bolas orientales (véase), las vaginas artificiales, las muñecas hinchables... Su uso se encuentra poco extendido en la sociedad española, como asegura el sociólogo Carlos Malo de Molina en informe Los españoles y la sexualidad. En cualquier caso, y dado que con ellos se alude a cuestiones sexuales, la opinión se divide de forma previsible. Quienes los utilizan hablan de su derecho a elegir la forma de satisfacerse. Muchos psicólogos y sexólogos consideran que pueden ser muy útiles y beneficiosos en el tratamiento de disfunciones sexuales como el vaginismo, la anorgasmia y la eyaculación precoz. Y ciertos sectores, que se encuentran influidos por unas determinadas creencias, los consideran inmorales porque, como asegura Antoni Mª Oriol, “persiguen fines meramente hedonistas y fomentan la incomunicación y el egoísmo”. Además, Antoni Mª Oriol, profesor de Teología Moral en la Facultad de Teología de Cataluña, dice respecto a su necesariedad: “Lo necesario es que la pareja esté unida en matrimonio y que la relación sexual sea fruto de un amor abierto a la expansión de la vida” (QUO nº 31 Abril 1998).
Barbie. Muñeca de aproximadamente 20 centímetros que fue creada por un tal Billy Boy, al que hizo multimillonario. Como toda muñeca, la Barbie es el primer objeto de identificación sexual de la niña, de cualquier niña que la posea, que vienen a ser todas las de cultura occidental. Pero, además, como lúcidamente señala la pornógrafa DIAN Hanson, Barbie es la auténtica responsable del último y más radical cambio producido en lo que respecta al canon de belleza femenina. Hanson sostiene que Barbie es la verdadera causa de que pasáramos del estereotipo de mujer de cintura estrecha y anchas caderas al estereotipo de mujer aeróbica con abundantes y redondeados pechos y andrógina en cuanto a la relación entre cintura y caderas. Esto es, y por clarificar lo que podría no estar del todo claro para algunos: la Barbie sería la “responsable” de que el canon femenino pasara, en las sociedades “más civilizadas”, del tipo más preeminentemente femenino (Doris Day y Sofia Loren, por citar dos casos muy diferentes) al tipo más andrógino y anoréxico de las modelos superestar de alta costura. Con el añadido, eso sí, de abundantes y redondeados pechos (esta vez artificiales). Realmente, el efecto que ha producido en las niñas de varias generaciones ha sido sorprendente, y no sólo en la cultura anglosajona: rara es la niña que, llegada cierta edad, no muere por poseer la circunspecta muñequita. Y rara es la niña que, llegada cierta otra edad no quiere ser como una modelo de Calvin Klein. Además, y aquí puede encontrarse la clave que dé la razón a la pornógrafa, son muy pocas las madres que pueden resistir las presiones a las que son sometidas por sus propias hijas cuando éstas les exigen la compra de su fetiche. Incluso las militantes feministas más activistas ceden con “naturalidad” al primer acto de asunción de machismo por parte de su hija. Respecto a este tema resulta también de sumo interés el análisis que Dian Hanson hace sobre los cambios que Barbie ha ido sufriendo en su cara dependiendo de las “necesidades” de la sociedad a la que iba destinada.
Beso. El beso es para la pasión lo que el nueve para la división.
Beso negro. Acto de lamer el orificio anal. Dicho acto, como tantos otros, se suele realizar con independencia de lo que ello pueda significar.
Bizarre. Término con el que se designan ciertas prácticas sexuales que, de alguna forma, se encuentran relacionadas con el sadomasoquismo. Concretamente engloba a todas esas prácticas que ponen un misterioso interés en los aspectos biológicos del cuerpo humano. De ahí que cobren especial relevancia partes del cuerpo tan aparentemente poco sexuales como el estómago, los intestinos y la vejiga entre otros órganos. En cualquier caso se trata de un término que suele ir más asociado a la representación de dichas prácticas que a las propias prácticas sexuales. Pero precisamente por eso, por ser un tipo de prácticas que compaginan lo fisiológico con lo estético, es decir, el fundamento con su inevitable representación, se trata de prácticas estrechamente vinculadas a lo siniestro. Prácticas siniestras: aquellas en las que queda desvelado lo que debió permanecer oculto.
Bolas orientales. Las verdaderas bolas orientales son del tamaño de una canica y van sueltas dentro de la vagina una vez introducidas en ella. Como su uso adecuado requiere mucha práctica, en la actualidad han sido sustituidas por dos bolas de plástico unidas a través de una cuerda que se extiende entre ellas. Llevan otra bola más pequeña y más pesada en el interior con el fin de transmitir una contínua sensación de vibración. Se suelen llevar, lógicamente, porque para eso están diseñadas, en situaciones no sexuales, como ir de compras, o al otorrino, o a jugar al pin-pon, o a tomar un agua mineral... Pueden servir también, como tantos otros artefactos eróticos, para tratar disfunciones sexuales. En este caso la anorgasmia y el vaginismo.
Bragas. Prenda interior femenina que suele excitar a determinada gente, tanto si se encuentra en su “lugar natural” como si se encuentra descontextualizada. Es decir, tanto si se encuentra en el cuerpo que es objeto de deseo, como si se encuentra fuera de él. El motivo de este misterioso fetichismo se encuentra, precisamente, en las connotaciones de doble ocultación. Por una parte colabora la escoptofilia y por otra la ansiedad que produce todo secreto (véase): el placer de mirar lo que suele ir oculto (las bragas) y el placer de mirar –y poseer- lo que se adhiere a la parte más celosamente guardada (y ocultada) del cuerpo que se desea.
Debido precisamente a esa facultad de poder estar en permanente y estrecho contacto con la parte más deseada, este fetichismo ha dado lugar a uno de los grandes negocios de la venta directa, en este caso a través de publicaciones especializadas: la venta de bragas usadas.
Bushido. Bondage japonés. Bondage, por lo tanto, mucho más sofisticado que el occidental.
Cantárida. Polvo obtenido de escarabajos secos que sirve para estimular los órganos genito-urinarios. En caso de duda consultar con el farmacéutico más cercano, ya que ni todos los escarabajos sirven, ni a todas las personas les hace el mismo efecto.
Censura. Dados los tiempos que corren, dominados por “lo políticamente... perfecto”, la censura debe ignorar su propia existencia; esto es: debe ser ignorada por quienes son los únicos capaces de implantarla perpetuamente; por quienes son los únicos capaces de mantenerla a pesar de una inexistencia promulgada por ellos mismos.
El único fin de la censura es mantener a quien tiene el poder de poderla imponer. Mantener en el Poder, lógicamente. Es decir, la censura cumple perfectamente con la más eficaz de las funciones: la de mantenimiento. Es un sostén del Poder. De ahí que, llevado a términos nacionales y al límite de sus posibilidades, la censura se convierta indefectiblemente en una cuestión de Gobierno; en una práctica práctica; en una técnica recurrente por eficaz; en una técnica inmejorable en sus fines, en suma.
El último y más políticamente perfecto de todos los posibles métodos para encubrir la censura es lo políticamente correcto; el método más sutil de todos los inimaginables; el más posmoderno.
Consolador. Objeto diseñado para ser introducido en aquellos esfínteres que puedan provocar algún tipo de placer sexual en la susodicha introducción (sea efectuada por activa o por pasiva). La forma y materiales de los consoladores varían en función del precio al que pretenden ser vendidos. Así, los hay que de tan elementales son casi simbólicos y los hay que de tan “reales” turban más que masturban, siendo los primeros más baratos y funcionales y los segundos más caros y decorativos. Los hay de goma, de látex, de plástico, grandes, pequeños, con cinchas o sin ellas, dobles, sencillos, de dos cabezas, rígidos, blandos y semirrígidos, blancos, rosas, color crema, negros, con testículos y sin ellos, con venas y sin ellas, con pelos y sin ellos, pesados, ligeros, huecos...
Condón. Funda para el pene, generalmente hecha de látex, cuya función fundamental en la actualidad es protegernos de la muerte. Hay que joderse (véase).
Hay que joderse. Frase con la que se hace referencia a algo que además de inevitable parece insoportable. De ahí que se generalice en forma reflexiva. Frase que da sentido a la frecuencia masturbatoria de cada uno.
Barbie. Muñeca de aproximadamente 20 centímetros que fue creada por un tal Billy Boy, al que hizo multimillonario. Como toda muñeca, la Barbie es el primer objeto de identificación sexual de la niña, de cualquier niña que la posea, que vienen a ser todas las de cultura occidental. Pero, además, como lúcidamente señala la pornógrafa DIAN Hanson, Barbie es la auténtica responsable del último y más radical cambio producido en lo que respecta al canon de belleza femenina. Hanson sostiene que Barbie es la verdadera causa de que pasáramos del estereotipo de mujer de cintura estrecha y anchas caderas al estereotipo de mujer aeróbica con abundantes y redondeados pechos y andrógina en cuanto a la relación entre cintura y caderas. Esto es, y por clarificar lo que podría no estar del todo claro para algunos: la Barbie sería la “responsable” de que el canon femenino pasara, en las sociedades “más civilizadas”, del tipo más preeminentemente femenino (Doris Day y Sofia Loren, por citar dos casos muy diferentes) al tipo más andrógino y anoréxico de las modelos superestar de alta costura. Con el añadido, eso sí, de abundantes y redondeados pechos (esta vez artificiales). Realmente, el efecto que ha producido en las niñas de varias generaciones ha sido sorprendente, y no sólo en la cultura anglosajona: rara es la niña que, llegada cierta edad, no muere por poseer la circunspecta muñequita. Y rara es la niña que, llegada cierta otra edad no quiere ser como una modelo de Calvin Klein. Además, y aquí puede encontrarse la clave que dé la razón a la pornógrafa, son muy pocas las madres que pueden resistir las presiones a las que son sometidas por sus propias hijas cuando éstas les exigen la compra de su fetiche. Incluso las militantes feministas más activistas ceden con “naturalidad” al primer acto de asunción de machismo por parte de su hija. Respecto a este tema resulta también de sumo interés el análisis que Dian Hanson hace sobre los cambios que Barbie ha ido sufriendo en su cara dependiendo de las “necesidades” de la sociedad a la que iba destinada.
Beso. El beso es para la pasión lo que el nueve para la división.
Beso negro. Acto de lamer el orificio anal. Dicho acto, como tantos otros, se suele realizar con independencia de lo que ello pueda significar.
Bizarre. Término con el que se designan ciertas prácticas sexuales que, de alguna forma, se encuentran relacionadas con el sadomasoquismo. Concretamente engloba a todas esas prácticas que ponen un misterioso interés en los aspectos biológicos del cuerpo humano. De ahí que cobren especial relevancia partes del cuerpo tan aparentemente poco sexuales como el estómago, los intestinos y la vejiga entre otros órganos. En cualquier caso se trata de un término que suele ir más asociado a la representación de dichas prácticas que a las propias prácticas sexuales. Pero precisamente por eso, por ser un tipo de prácticas que compaginan lo fisiológico con lo estético, es decir, el fundamento con su inevitable representación, se trata de prácticas estrechamente vinculadas a lo siniestro. Prácticas siniestras: aquellas en las que queda desvelado lo que debió permanecer oculto.
Bolas orientales. Las verdaderas bolas orientales son del tamaño de una canica y van sueltas dentro de la vagina una vez introducidas en ella. Como su uso adecuado requiere mucha práctica, en la actualidad han sido sustituidas por dos bolas de plástico unidas a través de una cuerda que se extiende entre ellas. Llevan otra bola más pequeña y más pesada en el interior con el fin de transmitir una contínua sensación de vibración. Se suelen llevar, lógicamente, porque para eso están diseñadas, en situaciones no sexuales, como ir de compras, o al otorrino, o a jugar al pin-pon, o a tomar un agua mineral... Pueden servir también, como tantos otros artefactos eróticos, para tratar disfunciones sexuales. En este caso la anorgasmia y el vaginismo.
Bragas. Prenda interior femenina que suele excitar a determinada gente, tanto si se encuentra en su “lugar natural” como si se encuentra descontextualizada. Es decir, tanto si se encuentra en el cuerpo que es objeto de deseo, como si se encuentra fuera de él. El motivo de este misterioso fetichismo se encuentra, precisamente, en las connotaciones de doble ocultación. Por una parte colabora la escoptofilia y por otra la ansiedad que produce todo secreto (véase): el placer de mirar lo que suele ir oculto (las bragas) y el placer de mirar –y poseer- lo que se adhiere a la parte más celosamente guardada (y ocultada) del cuerpo que se desea.
Debido precisamente a esa facultad de poder estar en permanente y estrecho contacto con la parte más deseada, este fetichismo ha dado lugar a uno de los grandes negocios de la venta directa, en este caso a través de publicaciones especializadas: la venta de bragas usadas.
Bushido. Bondage japonés. Bondage, por lo tanto, mucho más sofisticado que el occidental.
Cantárida. Polvo obtenido de escarabajos secos que sirve para estimular los órganos genito-urinarios. En caso de duda consultar con el farmacéutico más cercano, ya que ni todos los escarabajos sirven, ni a todas las personas les hace el mismo efecto.
Censura. Dados los tiempos que corren, dominados por “lo políticamente... perfecto”, la censura debe ignorar su propia existencia; esto es: debe ser ignorada por quienes son los únicos capaces de implantarla perpetuamente; por quienes son los únicos capaces de mantenerla a pesar de una inexistencia promulgada por ellos mismos.
El único fin de la censura es mantener a quien tiene el poder de poderla imponer. Mantener en el Poder, lógicamente. Es decir, la censura cumple perfectamente con la más eficaz de las funciones: la de mantenimiento. Es un sostén del Poder. De ahí que, llevado a términos nacionales y al límite de sus posibilidades, la censura se convierta indefectiblemente en una cuestión de Gobierno; en una práctica práctica; en una técnica recurrente por eficaz; en una técnica inmejorable en sus fines, en suma.
El último y más políticamente perfecto de todos los posibles métodos para encubrir la censura es lo políticamente correcto; el método más sutil de todos los inimaginables; el más posmoderno.
Consolador. Objeto diseñado para ser introducido en aquellos esfínteres que puedan provocar algún tipo de placer sexual en la susodicha introducción (sea efectuada por activa o por pasiva). La forma y materiales de los consoladores varían en función del precio al que pretenden ser vendidos. Así, los hay que de tan elementales son casi simbólicos y los hay que de tan “reales” turban más que masturban, siendo los primeros más baratos y funcionales y los segundos más caros y decorativos. Los hay de goma, de látex, de plástico, grandes, pequeños, con cinchas o sin ellas, dobles, sencillos, de dos cabezas, rígidos, blandos y semirrígidos, blancos, rosas, color crema, negros, con testículos y sin ellos, con venas y sin ellas, con pelos y sin ellos, pesados, ligeros, huecos...
Condón. Funda para el pene, generalmente hecha de látex, cuya función fundamental en la actualidad es protegernos de la muerte. Hay que joderse (véase).
Hay que joderse. Frase con la que se hace referencia a algo que además de inevitable parece insoportable. De ahí que se generalice en forma reflexiva. Frase que da sentido a la frecuencia masturbatoria de cada uno.
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