1.- Lo bueno. “Bueno es lo que sabemos con certeza que nos es útil”, dice Espinoza. Así, dos partes en el mismo aserto, la que reivindica un conocimiento previo (acerca del término bueno: “sabemos con certeza”) y la que propiamente define el término bueno ofreciéndole un significado (bueno es “lo que nos es útil”). La primera, “sabemos con certeza”, presupone a su vez dos premisas: que todos sabemos lo mismo y que por ello la parte segunda del aserto es incuestionable: que bueno es lo que nos es útil. O mejor: como todos lo sabemos, bueno es lo que (sabemos con certeza) que nos es útil.
La definición de Espinoza es, pues, utópica. Porque presupone que todos sabemos y además con certeza; es decir: porque presupone la sensatez en todas las personas. Y como sabemos (ya) gracias al último Nobel de la Paz, la maldad existe. En un arranque de buena voluntad Espinoza cree (¿) que toda la humanidad es sensata, o sea, cree que todos y cada uno de los individuos tienen la facultad para juzgar correctamente en circunstancias cotidianas y prácticas de la vida. Y yo, sin embargo, creo que (todos) sabemos que no es así. Si la maldad existe es porque no todos somos sensatos. Bueno no es, pues, lo que nos es útil, o al menos no puede ser sólo eso.
El problema podría quedar aparentemente solucionado si cambiamos el adjetivo por el sustantivo. La Verdad poco tiene que ver a veces con lo verdadero, como la Belleza poco tiene que ver con lo bello. Los predicados son perversiones lúdicas del lenguaje. Bondad sería el carácter de quien se esfuerza en realizar el bien al otro, en ser bueno con los demás, en evitarles sufrimientos. Y con esta definición sí estaría plenamente de acuerdo.
A una sociedad descreída pero consumista como la nuestra le interesa creer en definiciones como la de Espinoza. De hecho, lo que se lleva inculcando a los niños y adolescentes desde hace años es un individualismo feroz. El nihilismo de la juventud de hoy en día (tan comentado en este blog y denominado nihilismo cachondo) no es más que el producto de una máxima, la que reza que bueno es lo que es bueno (útil) para cada uno. Otra cosa es que sepamos o no en qué consiste ese nihilismo, que desde luego se manifiesta tanto en la pasividad ante el ordenador como en la rabia ante el cambio climático.
En realidad pudo decirse que “si algo es útil sólo cuando lo es para alguien, sólo será verdaderamente útil si además de procurarle un provecho, nadie sale perjudicado ante tanta utilidad”, por lo que bueno es lo que procura provecho y aproxima a la felicidad, pero sin detrimento del "otro".
Puede decirse que, en términos genéricos, un problema es la dificultad que uno tiene ante sí mismo; la dificultad que tengo ante mí mismo. Por tanto si le hago frente y me distingo del problema puedo cercarlo y afrontarlo. Otra cosa sería que el problema fuera yo mismo, con toda mi totalidad y todo mi ser. Entonces y sólo entonces el problema sería real. Y podría dar lugar a un individuo poco sensato que NO supiera distinguir la verdad de la mentira o la bondad de la maldad. Un individuo peligroso por poco sensato. O malvado por insensato. Si la maldad existe, existe la bondad, por lo que si alguien hace algo sólo porque le es útil ese alguien no se encuentra necesariamente vinculado a la bondad (aunque posiblemente sí a lo bueno). Es más, ese alguien puede estar haciendo algo sumamente útil para un colectivo mientras causa tremendos e irreversibles perjuicios en otro. Porque el problema se encontrará, muy probablemente, no tanto fuera de él como en él mismo. De hecho, si éste tuviera que definir el término bueno lo haría de forma muy aproximada a Espinoza, pero si tuviera que definir el concepto bondad se le caería de la boca.
La bondad sería, de esta forma, lo que se emparenta con la benevolencia, el bien, la virtud, la verdad y lo que se opone a la maldad, la mentira y otros términos unidos por proximidad, como la crueldad, la venganza, el odio. Y bueno, con independencia de utilidades, no sería lo que es bueno para uno, sino lo que también es bueno para aquellos sobre los que actúa (directa o indirectamente).
2.- El pasado. Yo no soy responsable de lo que hizo mi abuelo, ni de lo que hizo mi padre. Puedo sentirme afectado por ello, pero no responsable. Y mucho menos culpable. El pasado de mis antepasados no puede ser, por tanto, mi norma sobre la ética y la justicia. El pasado debe ser un referente para la sociedad, pero no una norma. Que para eso estamos los seres civilizados. El individuo del presente continuo no es responsable de lo que hicieron sus antepasados, aunque sí debe ser sabedor de lo que hicieron para no incurrir en sus defectos y poder ahondar en sus virtudes. El pasado es “sólo” la dimensión del tiempo transcurrido. Y la Historia ya no es “la presentación del Espíritu en su esfuerzo por adquirir el saber de lo que él es en sí […]. La historia es la manifestación del proceso divino absoluto del Espíritu” (Hegel). Ya no. Desde que ha triunfado el espíritu necrofílico de la posmodernidad (muerte del Arte, de Dios, de los Grandes Relatos, de la Novela, de la Historia…) la Historia no es Una sino un número indeterminado de historias.
Por otra parte, la Historia sería para la humanidad lo que la memoria para el individuo. Bergson hace distinción entre dos tipos de memoria, la memoria-hábito (conjunto de automatismos) y la memoria verdadera, vinculada al recuerdo en cuanto tal. Y el recuerdo no es más que aquello que viene a la mente por estar relacionado con un momento del pasado. Cada cual, pues, tiene su particular historia basada en los recuerdos que le advienen espontanea o voluntariamente. Y cada cual tiene una percepción de la Historia Universal con independencia de que se sienta o no atañido por ella. Por lo que cada cual atiende a ese cúmulo de historias considerándolas, antes que nada, cosas del pasado, con independencia de que actúe o no en función de sus conocimientos sobre ese pasado.
De esta forma, sólo el sujeto del presente continuo podrá ser el único responsable de todas las actitudes que lo definen en el mismo presente continuo. O por decirlo de otra forma, yo puedo sentirme afectado por ciertas acciones infames que otros infligieron a parte de la humanidad en el pasado (en la medida en la que esas acciones de otros han configurado partes negativas de mí), pero no por ello tendré que sentirme responsable de esas acciones. Y menos aún culpable. En ningún caso considero a los sacerdotes contemporáneos culpables de los crímenes producidos por la Inquisición, por mucho que no sea de mi agrado el estamento eclesiástico. E incluso considerando, en todo caso, que hay motivos más que suficientes para encontrarse enemistado con gran parte del Clero actual. O mejor, aún cuando yo fuera un decidido conservador, nadie podría hacerme sentir responsable de los crímenes que mi abuelo cometió en nombre de los nacionales.
El pasado es una referencia obligada que debe servir para mejorar el presente, pero más allá de nuestro pasado inmediato (¿), los sujetos de ese presente no somos responsables de los males con los que se fue configurando el mundo tiempo atrás (males que conocemos a través de la Historia) El presente es lo opuesto al pasado y al futuro; es lo que existe en el momento en que se habla. Y la educación del presente, podrá estar influida (tanto para lo positivo como para lo negativo) por tiempos pasados, pero en cualquier caso no somos responsables de esos tiempos pasados.
Yo no soy responsable de lo que hizo mi abuelo, como tampoco soy responsable, como fotógrafo, de los actos infames que pudieran cometer lo fotógrafos que decidieran cometer actos infames. Ni de las canalladas que cometen algunos profesores, segmento del que formo parte; ni del asesinato que mi hermana ha cometido.
3.- Humor. El sentido del humor es algo que no todo el mundo posee. Es más, al sentido del humor le pasa lo que al sentido común: que casi todos creen tenerlo. Y más ahora, cuando Internet ha conseguido que todos tengan un sentido del humor fotocopiado: las mismas gracias, los mismos tics, las mismas muletillas, los mismos chistes, la misma actitud, los mismos temas. Qué increíblemente aburrido resulta lo gracioso del hoy.
El problema surge cuando se exige complacencia y ¡sentido del humor! respecto al (tipo de) humor que al parecer demanda el espíritu de nuestra época; o cuando ese sentido del humor se convierte en una obligación social. Entonces el sentido del humor es desesperante, porque depende de lo que debe resultar gracioso por Ley. Y en esas estamos.
La Gracia es una cualidad relacionada con lo agradable o con el encanto. La Estética así lo atestigua a través de su categoría, lo gracioso, cualidad que se manifiesta a través de formas o movimientos agradables que expresan el encanto de las cosas. Hay pocos seres verdaderamente graciosos en su expresión. Ni siquiera los cómicos son muchas veces graciosos. Porque una cosa es lo cómico y otra lo gracioso. Una cosa es que podamos decir que alguien es cómico que decir que es gracioso. Una cosa es divertirse y otra disfrutar. Lo gracioso presupone la sutileza y la inteligencia, lo cómico sólo evidencia rotundidad.
En cualquier caso, el sentido del humor es ajeno al hecho de lo que uno es, pero no a cómo percibe la realidad. Es decir, uno puede carecer de virtudes cómicas y tener sin embargo un gran sentido del humor. El sentido del humor es una respuesta no una propuesta. Y no hay sentido del humor allá donde la respuesta es obligadamente uniforme respecto a una única propuesta.
4.- Cuatro. 1.Tenemos que aceptar que las cosas no son siempre como nos gustaría. Tal vez nunca. Lo cierto es que el mal existe porque nosotros existimos. Y la voluntad ética de los actos no siempre congenia con la ética de sus consecuencias. O por decirlo en términos actuales: el buenismo no siempre genera consecuencias buenas o útiles. De este modo alguien puede estar haciendo algo sumamente útil para un colectivo mientras causa tremendos e irreversibles perjuicios en otro. Lo que podría dar lugar a un individuo poco sensato que NO supiera distinguir la verdad de la mentira o la bondad de la maldad. Un individuo peligroso por poco sensato. Por no contemplar directamente la posibilidad de la maldad; la de hacer el mal (siendo cruel o vengativo) a conciencia debido, por ejemplo, a un simple resentimiento. Cosa que sucederá, con toda probabilidad, cuando el problema se encuentre no tanto fuera de él como en él mismo. 2.Yo no puedo responsabilizar a la etnia gitana del asesinato de mi hermano, siempre y cuando la propia etnia no lo justifique y reivindique. Nadie puede vivir odiando a alguien (persona o colectivo) por las maldades que cometieron sus antepasados. Se puede, eso sí, enfrentarse a los descendientes de esos antepasados si estos justificasen el mal realizado en nombre del clan, la tribu, la etnia o la estirpe. 3.Lo gracioso no puede fundamentarse en el odio como no puede fundamentarse en los desfavorecidos. Un sentido del humor que se basa en la violencia, la soberbia, la prepotencia o el odio y cuyo único fin es la venganza (por ejemplo) es un sentido del humor que huele a azufre. Si algo da cuenta de cómo es una sociedad es su sentido del humor. Así, analizando la respuesta mayoritaria que se da ante lo que se propone como gracioso, sabremos cómo es una sociedad. Y qué es lo que pretende.
5.- La Guerra. Texto extraído de un mensaje mandado masivamente por Internet. Uno de los cientos de mensajes graciosos con los que, a diario, se intenta luchar contra la discriminación de las mujeres.
1. Cuál es la diferencia entre disolución y solución? Disolución: Meter a un hombre en una bañera con ácido. Solución: Meterlos a todos.
2. Qué diferencia hay entre un vibrador y un hombre? Que el hombre tiene tarjeta de crédito.
3. Qué hace el hombre después de hacer el amor? Molesta.
4. Por qué Dios primero creó al hombre y después a la mujer? Porque los experimentos primero se hacen con ratas y después con personas.
5. En qué se parecen los hombres a los caracoles? En que son babosos, tienen cuernos y se creen los dueños de la casa.
6. Por qué los chistes de mujeres siempre ocupan 2 líneas? Para que los entiendan los hombres.
7. En qué se parecen los dinosaurios a los hombres inteligentes? En que los 2 se extinguieron.
8. Cómo elegirías a los 3 hombres más tontos del mundo? Al azar.
9. Por qué son mejores las pilas que los hombres? Porque al menos tienen un lado positivo.
10. En qué se parece un hombre a una telenovela? Justo cuando las cosas empiezan a ponerse interesantes, el episodio se acaba.
11. Qué tienen en común los aniversarios de boda, el punto G y un inodoro? Los hombres no aciertan con ninguno.
CONCLUSIÓN: El 99% de los hombres les da una mala reputación al resto.
CHISTE FINAL: Dios llama a Adán y le dice: tengo una noticia buena y una mala. 'La buena primero', contesta Adán. Dios responde: 'te voy a hacer 2regalos, un cerebro y un pene'. 'Fantástico, y la mala?''No tienes suficiente sangre para hacer funcionar los 2 al mismo tiempo'.
Decididamente no tengo sentido del humor. Algo que descubrí siendo adolescente, cuando comprobé que no me hacían gracia nunca las bromas pesadas ni los chistes fáciles.
jueves, diciembre 17, 2009
Ética y feminismo (I)
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1 comentario:
Es cierto que a muchas mujeres les hacen gracia esos mensajes y sinceramente me sorprende y no lo entiendo. Curiosamente hacen gala de sentido del humor!!
No los veo graciosos en absoluto.
Me parecen creados por alguien con una inteligencia bajo mínimos, pero que consigan que las mujeres lo envien y lo reenvien como algo divertido, y que piensen que nos va a gustar a todas las demás, resulta deprimente. No tiene ninguna gracia.
Aprovecho para enviarte un saludo.
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