Hace unos meses recomendé el blog de Félix de Azúa. Lllegué incluso a aconsejar, a quien no dispusiera de mucho tiempo libre, que no perdiera el tiempo con el mío y se dedicara al de de Azúa. Se trataba de un acto sincero.
El blog de de Azúa es, con independencia de los textos del filósofo, un punto de encuentro entre personajes, todos ficticios. Como mandan los cánones de la red. Por mucho que algunos firmen sus textos con sus nombres, la verdad es que todos los “colaboradores” del blog son puros personajes, personajes de un guión. Los hay buenos y los hay malos, los hay mejor interpretados y los hay que apenas saben vocalizar. Los hay eruditos y los hay grotescos. Homo ludens, en definitiva. Y en estado puro.
En cualquier caso lo que sucede con el blog de de Azúa merecería un estudio sociológico. Son miles de personas las que lo leen y cientos las que se dedican a chatear en él. Nadie sabe si los nombres que parecen reales (Ortega, Lucía, Manuel, Javier...) son nicks encubridores de agazapados asesinos en serie o de vengativos críticos literarios. Podría decirse que nadie es nadie, aunque sepamos que detrás de ese nadie hay siempre un alguien, un alguien que se esconde detrás de un nombre, ese nombre que ha sido necesario para que ese alguien se manifestara, para que ese alguien existiera.
Mi amigo Juan Díez del Corral ya ha escrito, y bien, diciendo lo que piensa de esta infantil práctica posmoderna de jugar con las identidades. Y siempre ha sido contestado por alguien que le leía la cartilla argumentando eso de que somos un conjunto de posibles y que en notros anida una heterogeneidad inevitable. En fin, todo ese rollo que sin dejar de ser cierto sólo sirve, las más de las veces, para favorecer y facilitar el autoengaño. Como dice Pere Saborit en Vidas adosadas (Anagrama) “...cabe referirse a la impostura (y nunca mejor dicho) de todos aquellos teóricos y escritores que no cesan de proclamar la variedad de los seres que los habitarían, pero que, curiosamente, nunca tienen dudas acerca de, por ejemplo, quién ha de cobrar los derechos de autor”.
Dejo para otro momento expresar lo que pienso de ese monstruo creado por de Azúa y me centraré sólo en lo acaecido recientemente con el personaje de Albert Pla. Al parecer, y sólo al parecer, alguien ha suplantado a Pla haciéndose pasar por él. Y la cuestión parece, sólo parece, haber molestado a Pla, que además se ha mosqueado, al parecer, con el mismo Félix de Azúa, que al parecer se ha desentendido de algo que definitivamente no va con él. Caso, pues, como puede verse, perfectamente representativo de la estética posmoderna que tanto gusta a los ilusionistas. A nadie le importa jugar hasta que a alguien le rompen en el morro la baraja. Entonces ese alguien defiende, al parecer, su verdadera identidad, tan distinta a la del suplantador. No parece ser el caso de Albert Pla, que al parecer sí era él antes y no ahora. Pero en cualquier caso eso es exactamente lo que pasa con tanto jueguecito, y lo dice el refrán: “quien con niños se acuesta cagao se levanta”.
Y como Pla no sabe cómo salir de ésta ha amenzado, al parecer, con escribir textos en nombre de de Azúa pidiendo la independencia de Cataluña. ¡Cuánta ingenuidad!, ¡cuánta ignorancia! Al parecer Pla piensa que se puede imitar y suplantar a de Azúa sin hacer un extraordinario ridículo. Comprendo su enfado, lo que no alcanzo a comprender es qué quiere. Sobre todo si tenemos en cuenta que el supuesto suplantador es, para muchos y al parecer, mejor que el propio Pla. Yo, todo se ha de decir, lo admiro mucho como músico y como personaje me parece uno de los mejores que tenemos en nuestro territorio. Siempre después de personajes como Panero o Josep Lluis, por supuesto. Me gusta mucho El lado más bestia de la vida, pero eso nada tiene que ver con que me tenga que gustar leer sus tonterías mal escritas.
El blog de de Azúa es, con independencia de los textos del filósofo, un punto de encuentro entre personajes, todos ficticios. Como mandan los cánones de la red. Por mucho que algunos firmen sus textos con sus nombres, la verdad es que todos los “colaboradores” del blog son puros personajes, personajes de un guión. Los hay buenos y los hay malos, los hay mejor interpretados y los hay que apenas saben vocalizar. Los hay eruditos y los hay grotescos. Homo ludens, en definitiva. Y en estado puro.
En cualquier caso lo que sucede con el blog de de Azúa merecería un estudio sociológico. Son miles de personas las que lo leen y cientos las que se dedican a chatear en él. Nadie sabe si los nombres que parecen reales (Ortega, Lucía, Manuel, Javier...) son nicks encubridores de agazapados asesinos en serie o de vengativos críticos literarios. Podría decirse que nadie es nadie, aunque sepamos que detrás de ese nadie hay siempre un alguien, un alguien que se esconde detrás de un nombre, ese nombre que ha sido necesario para que ese alguien se manifestara, para que ese alguien existiera.
Mi amigo Juan Díez del Corral ya ha escrito, y bien, diciendo lo que piensa de esta infantil práctica posmoderna de jugar con las identidades. Y siempre ha sido contestado por alguien que le leía la cartilla argumentando eso de que somos un conjunto de posibles y que en notros anida una heterogeneidad inevitable. En fin, todo ese rollo que sin dejar de ser cierto sólo sirve, las más de las veces, para favorecer y facilitar el autoengaño. Como dice Pere Saborit en Vidas adosadas (Anagrama) “...cabe referirse a la impostura (y nunca mejor dicho) de todos aquellos teóricos y escritores que no cesan de proclamar la variedad de los seres que los habitarían, pero que, curiosamente, nunca tienen dudas acerca de, por ejemplo, quién ha de cobrar los derechos de autor”.
Dejo para otro momento expresar lo que pienso de ese monstruo creado por de Azúa y me centraré sólo en lo acaecido recientemente con el personaje de Albert Pla. Al parecer, y sólo al parecer, alguien ha suplantado a Pla haciéndose pasar por él. Y la cuestión parece, sólo parece, haber molestado a Pla, que además se ha mosqueado, al parecer, con el mismo Félix de Azúa, que al parecer se ha desentendido de algo que definitivamente no va con él. Caso, pues, como puede verse, perfectamente representativo de la estética posmoderna que tanto gusta a los ilusionistas. A nadie le importa jugar hasta que a alguien le rompen en el morro la baraja. Entonces ese alguien defiende, al parecer, su verdadera identidad, tan distinta a la del suplantador. No parece ser el caso de Albert Pla, que al parecer sí era él antes y no ahora. Pero en cualquier caso eso es exactamente lo que pasa con tanto jueguecito, y lo dice el refrán: “quien con niños se acuesta cagao se levanta”.
Y como Pla no sabe cómo salir de ésta ha amenzado, al parecer, con escribir textos en nombre de de Azúa pidiendo la independencia de Cataluña. ¡Cuánta ingenuidad!, ¡cuánta ignorancia! Al parecer Pla piensa que se puede imitar y suplantar a de Azúa sin hacer un extraordinario ridículo. Comprendo su enfado, lo que no alcanzo a comprender es qué quiere. Sobre todo si tenemos en cuenta que el supuesto suplantador es, para muchos y al parecer, mejor que el propio Pla. Yo, todo se ha de decir, lo admiro mucho como músico y como personaje me parece uno de los mejores que tenemos en nuestro territorio. Siempre después de personajes como Panero o Josep Lluis, por supuesto. Me gusta mucho El lado más bestia de la vida, pero eso nada tiene que ver con que me tenga que gustar leer sus tonterías mal escritas.
1 comentario:
Me parece que alguien que suplanta a otro, es este caso a Albert Pla con el proposito de desprestigiarle no merece el mas minimo respeto. En cuanto a Azua permitio sabiendo de la tetrica suplantación que continuase el miserable engaño. Los seguidores de Albert Pla tenemos muy presente que el mamarracho y casposo suplantador jamas puede ser el iconoclasta y anarquico Albert Pla.
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