martes, agosto 25, 2015

Andrés Trapiello (más que un romancero)

Andrés Trapiello

Acaba uno de leer Troppo vero, un libro de 800 páginas que conforma un fragmento de la famosa novela en marcha de Andrés Trapiello, que no es propiamente un novelista aunque de vez en cuando lo parezca. Andrés Trapiello sería más bien un perverso testigo de su propia existencia. Un personaje protagonista de su propia gran novela, esa super-novela que nos viene regalando por fascículos a los lectores impenitentes desde hace tantos años. Así, cuando uno lee esos fragmentos que conforman la gran novela sabe que Andrés Trapiello es "uno", esto es, el "yo" que no puede evitar que su vida configure el mismo acto de su creación. Después sólo tocará transcribir, y ahí se encuentra el intríngulis. En este caso, literatura en estado puro que se retroalimenta de una irrefrenable inercia. Deseo obsesivo y obsesión por la literatura.

También escribe otras cosas de vez en cuando, por ejemplo historietas con trama, con planteamiento, nudo y desenlace, pero todas carecen de la enjundia que sólo puede tener una novela en marcha, es decir, una novela con tantas tramas como las que puede soportar un enfermo de literatura. Incluso sus ensayos son réplicas menores de la novela en marcha.

Pero no es éste ya el tiempo para historietas ensimismadas. Quien sigue este blog sabe de mi rechazo ante la literatura novelística de la contemporaneidad por cuestiones de anacronismo. El romance tuvo sentido en su momento, cuando no existían ni teléfonos móviles ni internet, pero ahora carecen de él todas esas manifestaciones artísticas ya periclitadas (escribir novelitas, poesía, pintar cuadros...). Y no se trata como muchos creen de solucionarlo con una simple hibridación de géneros; eso se lo dejo a quienes necesitan justificar su snobismo, o su amor por el dinero (fama). Es claro que no existe una realidad objetiva enfrentada a la ficción, al igual que también sabemos que en todo relato hay siempre una parte de realidad objetiva. Hace falta ser muy simple para usar el argumento de la hibridación -en la forma- con fines justificatorios modales. Sobre todo en un momento donde sólo se venden libros en las grandes superficies. Un ensayo es un ensayo y una novela es una novela, que por eso están en secciones distintas y sus ventas son tan dispares. Ahora bien, si lo que quiere uno es ganar dinero lo que tiene que escribir es una novela, ¡y no un ensayo! O un ensayo con forma de novela. Como muy bien sabe Vila Matas que ha ganado pasta por un tubo con sus camuflajes hibridadores.

Por cierto Vila Matas es uno de esos personajes que Andrés Trapiello nombra con una X (a veces los nombra con las iniciales del aludido). Habla de él, como siempre y como hace con todos, escondiéndose, nombrándolo agazapado desde la vuelta de la esquina a 5 años de distancia. Lo que podría interpretarse de diversos modos. Seguro que Trapiello tendrá sus buenos argumentos, pero para mí no es más que un recurso retórico ciertamente agotador. Podrá argüirse que la literatura se encuentra por encima de los cotilleos y podrá rematarse el argumento convocando a la elegancia, pero para mí se trata de un recurso lastrante y frustrante al tiempo que demasiado refitolero. También podrá argüirse que los lectores de Trapiello son lectores avisados y que por ello les resultará fácil descubrir las incógnitas, pero entonces tampoco veo el motivo de tanto jugueteo, y lo que nació como retórica en pro de la literatura acaba como juego floral. De hecho, pocas son las X (o iniciales) que se me han escapado en este y otros libros de la novela en marcha, ya hable de escritores, pintores, historiadores o fotógrafos. Otra cosa sería que Trapiello lo hiciera para sentirse más libre en sus opiniones, pero eso sólo empeoraría las cosas.

Y ya que estoy, aprovecho para sumarme a la perplejidad que a Trapiello le causó -en su momento-* el motivo por el que en Troppo vero necesitó aludir a Vila Matas (con una X o con iniciales, qué más da), que no fue otro que una entrevista publicada en ABC en la que el propio Vila Matas explicaba cómo ganó un famoso premio patrocinado por Herralde. El propio "preferiría no hacerlo" explica que fue el propio Herralde quien le llamó para que se presentara porque estaría bien que fuera él quien lo ganara. Así de simple: se trata de un concurso internacional con un jurado de reconocido prestigio, pero como es uno el que pone el dinero -digo yo que se dice Herralde a sí mismo- doy el premio a quien me pasa por los huevos... incluso sin haber leído el libro... que aún no se ha escrito.

Y yo me pregunto, ¿qué costaba poner Vila Matas en vez de una X? ¿Por evitar un tipo de literatura de rebajada calidad? No. ¿Para hacer de su literatura algo intemporal, esto es, algo con futuro? Nada, no me convence. No entiendo muy bien por qué esconde detrás de X a Miquel Barceló, López Modéjar, Castro Prieto, Ramón Gaya, Arcadi Espada, Bonet, Sánchez Ferlosio, etc., etc. Sé que no es ni por miedo ni por pudor. ¡Ay la gloria, cuánta seguidores convoca! Conclusión personalísima: un magnífico escritor con un pequeño (?) error de cálculo. En cualquier caso, su novela en marcha es un artefacto cuya excelencia radica en la superación del juego anacrónico -que es toda historieta en la actualidad- a través del plus de la monumentalidad. Como es sabido Josep Pla decía que quien leía novelitas a partir de los treinta años era un cretino. Eso era antes. Ahora la cosa es mucho peor. Pero la novela en marcha de Andrés Trapiello, insisto, NO es -sólo- una novela.

*5 años antes de la publicación del libro, pues como sabemos Trapiello publica sus notas unos 5 años después el haberlas tomado. Sin embargo, como tantas cosas de las que se sirve para elaborar su cr´onicas, yo las recuerdo con claridad casi meridiana, como es el caso de la entrevista a ese supuesto Vila Matas al que señala con una de sus X.

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