sábado, agosto 01, 2015

Viaje por el sur



ART Marbella

No sé si el calor es bueno o no para incitar a la compra de arte.

Éste debió de ser el primer problema que, supongo, se plantearon los organizadores de la primera edición de la feria de arte Art Marbella. Digo yo. Porque no es lo mismo gastarse 45.000 euros en un tapies de bolsillo en febrero, donde el frío te conduce a la reclusión y a la contemplación, que comprarlo el último día de julio, donde el calor sólo incita a la sociabilidad más liviana y tontaina. No sé. El caso es que hay algo raro en organizar una feria de arte en lo peor del verano. ¿O acaso es en lo mejor? Ya digo, no sé, sólo ha pasado un día y es pronto para juzgar. De momento muy pocas ventas pero quedan 3 días de feria mientras esto escribo. Hoy sólo se ha abierto a profesionales.

¿Profesionales? ¿De qué? ¿De qué son profesionales los profesionales que acuden a pasear por una feria de arte? Tampoco lo sé muy bien. La cosa es que nunca me había tropezado con tanto botox aplicado en recónditos lugares ni con tantas prótesis de silicona avanzando delante de sus dueñas. En verdad, todo es metáfora en una feria de arte hecha en lo más álgido de un verano extremadamente temperamental. Nada puede ser real cuando la elegancia se viste de pantalón corto en los hombres, ni cuando el simulacro sustituye definitivamente al original.

En cualquier caso sigo con mi duda inicial, ¿es o no bueno el calor para incitar a la compra de arte? ¿O no importa? Siii, claro que importa, de otra forma la feria se habría hecho en otro momento menos, cómo diría yo, menos excitante. Pero no, se ha hecho en el cruce de los dos meses más calurosos y desenfrenados del año. ¿Por qué? Vayamos a la sección de cultura de El País, que aunque parezca mentira aún existe, y veamos cómo se publicita la feria el mismo día de la inauguración. Dice textualmente el director de la feria, Alejandro Zaia, en un artículo titulado "Arte para jeques y clases medias": "Había que romper clichés. La gente no es especialmente tonta por estar en verano y ni por ser rica".

Así que, por lo visto, ¡existía la posibilidad de que la gente fuera especialmente tonta "por estar en verano"! y por eso había que desmentirlo, refutarlo. Afirmación pues, la pronunciada por el director de la feria, francamente innecesaria pues en todo caso la gente no es, efectivamente, tonta por estar en verano, aunque sí pueda volverse tonta por estar en verano. Lo que no sé es si eso es o no bueno para incitar a la compra de arte. En cualquier caso, lo que desde luego no es bueno es tener que desmentir lo que "nadie" nunca afirmó

¿Y los ricos? ¿También era necesario avisar de que ser rico no garantiza la idiotez? Pero ahora la pregunta que me suscita la afirmación va por otros derroteros: ¿Acaso es que los ricos son realmente tontos? No lo creo, aunque en vista de lo visto sí es eso lo que en el fondo creen los organizadores de la feria. Eso es al menos lo que se trasluce de esa afirmación asociativa, de otra forma ésta no habría hecho falta. ¿Y qué motivos podrían tener los organizadore para creer -o sugerir de forma implícita- que los ricos son tontos? No lo sé, pero no hay duda de que definir una clase social por lo que NO es resulta delatador. Lo que yo sí sé es que los más grandes coleccionistas de arte son ricos. No puede ser de otra forma.

Pero, ¿por qué no son tontos los ricos? Pues podría decirse que entre otras cosas por aquello que, precisamente, demuestran las estadísticas; a saber: que son muchos más los ricos que no coleccionan arte que los que sí lo hacen.

¿Pero por qué se colecciona arte? O mejor, ¿qué impulsa a un rico a coleccionar arte? Supongo que cada rico tendrá su particular explicación, pero podría ser también que todos tuvieran la misma: algo así como que "alimenta mi vida espiritual en un mundo que es, desgraciadamente, exageradamente materialista". Y es por eso, y no por otra razón, que las mejores colecciones del mundo se parecen tanto. De hecho no existe la posibilidad de ser uno de los mejores coleccionistas del mundo si no posees las mismas obras que poseen los mejores coleccionistas del mundo. Todas compradas por ánimo espiritual, claro, pero con el deseo -más o menos oculto- de rentabilizar las inversiones tarde o temprano. De una forma o de otra. Lo admitan o no.

Y ¿qué tiene que ver todo esto con Art Marbella? Respuesta: nada. Y es precisamente por eso por lo que ferias como ésta tienen, por fuera y por dentro, un tufillo a naftalina. Siguen mezclando de forma inconsistente retazos menores de arte moderno con una dispar amalgama de lo que podría entenderse como arte contemporáneo. Si es que todavía tuviera sentido hablar de arte desde la contemporaneidad. Es cierto que hay mucho rico inculto (tanto entre los que no compran arte, que son mayoría, como entre los que sí lo hacen), pero desde luego no tonto. Comprar un cuadro de Alex Katz por 450.000 euros no puede sino responder más que un alarde de gilipollez. Así, es posible que algún gilipollas exista por estos lares, desde luego, pero habrá que saber encontrarlo, cosa nada fácil. Podría darse, eso sí, la casualidad de que se encontrara en Marbella y alrededores, pero mucha casualidad debería darse. Sobre todo si al problema estadístico le sumamos el lógico y general descreimiento creciente (respecto al arte) y los rigores del estío andaluz. La necesidad de espiritualidad se incrementa con las pantuflas y disminuye con las chanclas.

Es cierto que son muchos más los ricos que no coleccionan arte que los que sí lo hacen. Ya hemos hablado de los ricos-ricos, pero ¿qué ha pasado con los adinerados, esos que antes se denominaban burgueses y que ahora se denominan clases medias? ¿Qué ha pasado con ellos? ¿Por qué ya han dejado de comprar o apenas lo hacen? Respuesta: pues en tanto que profesional -no sé de qué- que se ha encontrado hoy en la inauguración de la feria yo contestaría que ¡porque se han cansado de emular a esos otros coleccionistas que por ser verdaderamente ricos tienen una colección ciertamente valiosa! Algo que no les pasa a ellos. O también: porque se han cansado de coordinar los estampados del sofá con el cuadro que decora la pared más cercana porque sale demasiado caro, o porque simplemente han decidido re-pintar la casa y eso les rompe los esquemas. O también: porque se han cansado de que les vendieran futuro en vez de experiencia estética. O también: porque se han cansado de gastar dinero en aquello que después de todo tampoco les alimentaba el espíritu. O también: porque se han cansado de gastar dinero para impresionar a su círculo social y ese círculo social no lo agradece. O también: porque se han cansado del invariable discurso mimetizado de todos los vendedores. O también: porque han intentado vender algo por lo que pagaron una pasta y no les daban ni diez veces menos de lo que les costó cuando lo intentaron re-vender, si es que algo les daban. O también: porque se han dado cuenta de que el arte no puede actuar con las mismas premisas con las que se ha actuaba antes del nacimiento y desarrollo de internet, es decir, porque se han dado cuenta de que con la existencia de internet el asunto de la intermediación debería revisarse. 

La cosa es así: Un rico-rico necesita del intermediario porque es gracias a él, y sólo a él, que su colección es valiosa, pero existiendo internet lo único que le sobra a un adinerado (de clase media) es el intermediario. O sea, un rico-rico no compra aquí por definición (en todo caso se va a ARCO... o a Bassel)... y un adinerado... tampoco, pero por hastío odesconfianza. Es verdad que también hay ricos-ricos que compran cualquier cosa, pero son los menos. Y también hay adinerados que compran por placer, pero son lo menos. 

Post Scriptum. He pasado el segundo día de feria y me he tomado la molestia de acudir a ella a última hora y de investigar in-situ acerca de las ventas. Al parecer el día no ha mejorado respecto al día de ayer. Yo sólo he contado 3 puntos rojos, pero quien sabe... a lo mejor son necesarios 4 días de recalientamiento para... O a lo mejor ya no se lleva eso de los puntos rojos...

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